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En el coche, de camino a su casa, Felipe me pregunta:
—¿Se ha comprado ya la casa?
—Aún no, pero dice que la está buscando.
—Ya ha pasado un mes desde que le diste el dinero, ¿no?
—Sí, pero el sitio que a ella le gusta no está en venta.
—Ten cuidado, cariño —dice Felipe—. No dejes que esto se prolongue demasiado. A ver si ésta va a ser la típica historia balinesa.
—¿Y eso qué quiere decir?
—No quiero meterme en tus asuntos, pero llevo cinco años viviendo en este país y sé cómo funcionan las cosas aquí. Una historia puede complicarse mucho sin ningún motivo aparente. A veces es difícil dar con la verdad de una historia.
—¿Qué me estás diciendo, Felipe? —le pregunto y, al ver que no me contesta, le cito una de sus frases más típicas—: Si me lo cuentas despacio, lo entenderé más deprisa.
—Lo que te estoy diciendo es que tus amigos han reunido una cantidad enorme de dinero para esta mujer, que lo tiene metido tranquilamente en el banco. Asegúrate de que se compra una casa con ese dinero.