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A la mañana siguiente estaba yo de rodillas en el templo, fregando el mármol del suelo una vez más, emanando (o eso creía yo) el sagrado resplandor del silencio, cuando un niño indio vino a darme un recado. Tenía que presentarme en el departamento de Seva inmediatamente. Seva es la palabra india que designa la práctica espiritual de labores desinteresadas (como, por ejemplo, fregar el suelo del templo). El departamento de Seva organiza el reparto de todo el trabajo que se hace en el ashram. Presa de una enorme curiosidad, fui a ver qué querían de mí y la amable señora de la mesa me preguntó:
—¿Eres Elizabeth Gilbert?
Con la más amable y piadosa de mis sonrisas sonreí. En silencio.
Y entonces me dijo que el tipo de labor que yo desempeñaba había cambiado. Por petición expresa de la dirección ya no iba a formar parte del equipo dedicado a fregar los suelos. Me iban a dar un cargo nuevo en el ashram.
El nombre de mi cargo era —ojo al dato, por favor— «coordinadora social».