C59

—¿Qué quieres decir con que Danika la estaba vendiendo?

Tharion sacudió la cabeza muy lento.

—No sé si la estaba vendiendo o comprando o qué, pero justo antes de que el sinte empezara a aparecer en las calles, la vieron en un barco del Auxiliar en la madrugada. Había una caja de sinte a bordo.

Hunt murmuró:

—Todo nos remite a Danika.

Sin lograr acallar el rugido que le ocupaba toda la cabeza, Bryce dijo:

—Tal vez lo estaba confiscando.

—Tal vez —admitió Tharion y luego se pasó la mano por el cabello rojizo—. Pero ese sinte… es una mierda, Bryce. Si Danika estaba involucrada…

—No lo estaba. Ella nunca haría algo así —sentía que el corazón le latía tan rápido que iba a vomitar. Volteó a ver a Hunt—. Pero explica por qué había rastros de la sustancia en toda su ropa si lo tuvo que confiscar para el Aux.

La cara de Hunt era seria.

—Tal vez.

Ella se cruzó de brazos.

—¿Qué piensas, exactamente?

—Es magia sintética —dijo Tharion y miró a ambos—, empezó como auxiliar en la sanación pero al parecer, alguien se dio cuenta de que en dosis superconcentradas puede dar a los humanos una fuerza más grande que la mayoría de los vanir. Por periodos cortos, pero es potente. Llevan siglos intentando hacerla pero parecía imposible. La mayoría pensaba que era similar a la alquimia, tan improbable como convertir algo en oro. Pero al parecer la ciencia moderna funcionó esta vez —ladeó la cabeza—. ¿Esto tiene que ver con el demonio que están cazando?

—Es una posibilidad —dijo Hunt.

—Les diré si recibo más informes —dijo Tharion y no esperó despedirse antes de echarse al agua.

Bryce miró hacia el río bajo el sol del mediodía y apretó el ópalo blanco que tenía en el bolsillo.

—Sé que no era lo que querías escuchar —dijo Hunt con cautela a su lado.

—¿La mató quien sea que esté creando el sinte? ¿Estaba en ese barco para confiscar el cargamento? —se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja—. ¿La persona que vende el sinte y la persona que busca el Cuerno podrían ser la misma si el sinte pudiera reparar el Cuerno?

Él se frotó la barbilla.

—Supongo. Pero esto también podría ser otro callejón sin salida.

Ella suspiró.

—No entiendo por qué nunca lo mencionó.

—Tal vez no valía la pena mencionarlo —sugirió él.

—Tal vez —murmuró ella—. Tal vez.


Bryce esperó a que Hunt se fuera al gimnasio del edificio de departamentos antes de marcarle a Fury.

No sabía por qué se molestaba. Fury no le había respondido a sus llamadas en meses.

La llamada casi se fue a buzón de voz pero ella contestó.

—Hola.

Bryce se recargó contra su cama y dijo:

—Me sorprende que hayas contestado.

—Me atrapaste entre mis trabajos.

O tal vez Juniper le había gritoneado por haber desaparecido.

Bryce dijo:

—Pensé que ibas a regresar a cazar a quien haya sido responsable del atentado del Cuervo.

—Yo también, pero resultó que no tuve que cruzar el Haldren para hacerlo.

Bryce se recargó contra la cabecera y estiró las piernas.

—¿Entonces es verdad que la rebelión humana está detrás de eso?

Tal vez esa C en las cajas que Ruhn pensaba que era el Cuerno era sólo eso: una letra.

—Sí. Los datos y nombres específicos están clasificados, por supuesto.

Fury le había dicho eso tantas veces antes que ya había perdido la cuenta.

—¿Al menos me puedes decir si los encontraste?

Era muy probable que Fury estuviera afilando su arsenal de armas sobre el escritorio del hotel elegante donde estuviera hospedada en ese momento.

—Dije que estaba entre trabajos, ¿no?

—¿Felicidades?

Su risa suave seguía sacando mucho de onda a Bryce.

—Seguro —dijo Fury y luego hizo una pausa—. ¿Cómo estás, B?

Como si así borrara casi dos años de completo silencio.

—¿Danika te mencionó el sinte alguna vez?

Bryce podría haber jurado que oyó cómo algo pesado y metálico se caía al fondo. Fury dijo suavemente:

—¿Quién te dijo sobre el sinte?

Bryce se enderezó.

—Creo que se está distribuyendo por acá. Hoy conocí a un mer que dice que vieron a Danika en un barco del Aux donde había una caja de la sustancia, justo antes de morir —exhaló.

—Es peligroso, Bryce. Muy peligroso. No te metas en eso.

—No —Dioses—. No he tocado ninguna droga en dos años —dijo, Luego agregó, incapaz de contenerse—. Lo cual sabrías si te hubieras molestado en contestar mis llamadas o si me hubieras visitado.

—He estado ocupada.

Mentirosa. Puta mentirosa y cobarde. Bryce dijo despacio:

—Mira, quiero saber si Danika alguna vez te mencionó el sinte antes de morir, porque a mí nunca me lo mencionó.

Otra de esas pausas.

—Sí, ¿verdad?

Incluso ahora, Bryce no estaba segura de por qué los celos le carcomían el pecho.

—Tal vez mencionó que estaban vendiendo una mierda horrible —dijo Fury.

—¿Nunca contemplaste mencionárselo a alguien?

—Sí lo hice. A ti. En el Cuervo Blanco la noche que Danika murió. Alguien trató de venderte, carajo. Te dije que te alejaras.

—¿Y no tuviste oportunidad de mencionarlo entonces o después de la muerte de Danika que ella te había advertido sobre eso?

—Un demonio la hizo puré, Bryce. Los arrestos por posesión drogas no parecían estar conectados con eso.

—¿Y qué tal si sí?

—¿Cómo?

—No sé, sólo —Bryce daba unos golpes con el pie en la cama—. ¿Por qué no me diría?

—Porque… —Fury se detuvo.

—¿Porque qué? —exclamó Bryce.

—Está bien —dijo Fury y su voz adquirió un tono severo—. Danika no quería decirte porque no quería que te acercaras a eso. No quería siquiera que pensaras en probarlo.

Bryce se puso de pie de un salto.

—¿Por qué carajos haría…?

—Porque literalmente te hemos visto meterte de todo.

—Has estado conmigo, metiéndote lo mismo que yo, tú…

—El sinte es magia sintética, Bryce. Para reemplazar la magia real. De la cual no tienes nada. Le da a los humanos poderes y fuerza de vanir como por una hora. Y luego te puede hacer daños muy graves. Adicción y cosas peores. Para los vanir es todavía más riesgosa, un subidón de locura y superfuerza pero se puede poner feo muy rápido. Danika no quería que siquiera supieras que existía algo así.

—Como si estuviera tan desesperada por ser como ustedes los vanir, grandes y rudos, como para meterme algo…

—Su objetivo era protegerte. Siempre. Hasta de ti misma.

Las palabras la golpearon como una bofetada. Bryce sintió que la garganta se le cerraba.

Fury exhaló.

—Mira, ya sé que sonó un poco fuerte. Pero créeme, no te metas con el sinte. Si ya lograron producirlo en grandes cantidades fuera de un laboratorio oficial y hacer concentraciones más fuertes, son malas noticias. No te acerques ni a nadie que lo venda.

A Bryce le temblaban las manos, pero logró decir:

—Está bien —sin delatar que estaba a nada de llorar.

—Oye, tengo que irme —dijo Fury—. Tengo algo que hacer esta noche. Pero regresaré a Lunathion en unos días. Quieren que esté en la Cumbre en dos semanas, es en un complejo a unas horas de la ciudad.

Bryce no preguntó por qué Fury Axtar asistiría a una Cumbre de diversos líderes de Valbara. En realidad no le importaba que Fury regresara.

—Tal vez podamos ir a comer algo —dijo Fury.

—Claro.

—Bryce —su nombre era a la vez regaño y disculpa. Fury suspiró—. Nos veremos.

Ella sintió que le quemaba la garganta pero colgó. Respiró profundo unas cuantas veces. Fury podía irse al Averno.

Bryce esperó a estar sentada en el sofá, con la laptop en las piernas y con el buscador abierto para llamar a su hermano. Él respondió al segundo timbrazo.

—¿Sí?

—Quiero que te ahorres los sermones y las advertencias y todas esas pendejadas, ¿está bien?

Ruhn hizo una pausa.

—Está bien.

Ella puso la llamada en altavoz y recargó los antebrazos en las rodillas. El cursor esperaba sobre la barra de búsqueda.

Ruhn preguntó:

—¿Que está pasando contigo y Athalar?

—Nada —dijo Bryce y se talló los ojos—. No es mi tipo.

—Te estaba preguntando por qué no está en esta llamada, no si están saliendo, pero es bueno saberlo.

Ella apretó los dientes y escribió magia sintética en la barra del buscador. Mientras aparecían los resultados, dijo:

Athalar está entrenando para marcar aún más sus lindos músculos.

Ruhn rio un poco.

Ella buscó entre los resultados: artículos pequeños y cortos sobre los usos de una magia de sanación sintética para ayudar en casos de humanos.

—Esa medibruja que te envió la información sobre la magia sintética, ¿tiene alguna idea de cómo pudo haber llegado la droga a las calles?

—No. Creo que le preocupan más sus orígenes… y encontrar un antídoto. Me contó que hizo unas pruebas con el veneno de kristallos que le sacó a Athalar la otra noche con el sinte para tratar de producir uno. Cree que su magia de sanación puede actuar como una especie de estabilizador para el veneno para hacer el antídoto, pero necesita más veneno para seguir haciendo pruebas. No sé. Sonaba complejo —agregó con ironía—. Si te encuentras a un kristallos, ¿le pides un poco de veneno, por favor?

—¿Estás enamorado, Ruhn?

Él resopló.

—Nos hizo un enorme favor. Me gustaría pagarle si es posible.

—Está bien.

Siguió buscando entre los resultados que incluían una solicitud de patente de Industrias Redner para la droga que databa de hacía diez años. Mucho antes de la temporada en que Danika trabajó ahí.

—La investigación dice que sólo se liberan cantidades diminutas, incluso para las medibrujas y su sanación. Es muy costoso y difícil de hacer.

—Qué tal si… qué tal si hace dos años se filtraron la fórmula y un cargamento de Redner y enviaron a Danika a buscarlo. Y tal vez ella se dio cuenta de que quien quería robarse el sinte planeaba usarlo para reparar el Cuerno y ella se robó el Cuerno antes de que ellos pudieran. Y la mataron por eso.

—Pero, ¿por qué mantenerlo en secreto? —preguntó Ruhn—. ¿Por qué no arrestar al responsable?

—No lo sé. Es una teoría.

Mejor que nada.

Ruhn volvió a quedarse callado. Ella sintió que se acercaba una Plática Seria y se preparó.

—Creo que es admirable, Bryce. Que te siga importando tanto Danika y la Jauría de Diablos para seguir investigando.

—Mi jefa y el gobernador me ordenaron hacerlo, ¿te acuerdas?

—Hubieras investigado de todas maneras cuando te enteraras de que no había sido Briggs —suspiró—. Sabes, Danika una vez casi me dio una golpiza.

—No es cierto.

—Ah, claro que sí. Nos encontramos en el vestíbulo de la Torre Redner cuando fui a reunirme con Declan después de una junta elegante que tuvo con los directivos. Espera… andabas con el idiota del hijo de Redner, ¿no?

—Sí —dijo ella con seriedad.

—Qué asco. Es asqueroso, Bryce.

—Dime cómo estuvo la golpiza que te puso Danika y cómo limpió el piso con tu trasero patético.

Casi pudo escuchar la sonrisa de su hermano al otro lado de la línea.

—No sé cómo empezamos a discutir sobre ti, pero empezamos.

—¿Qué dijiste?

—¿Por qué estás asumiendo que fui el instigador? ¿Conocías a Danika? Tenía una bocota como pocas —chasqueó la lengua y la admiración en ese sonido hizo que a Bryce se le hiciera un nudo en el pecho—. Pero, bueno, le dije que te pidiera que me disculparas. Me dijo que me fuera al carajo y que mi disculpa se podía ir al carajo.

Bryce parpadeó.

—Nunca me dijo que te hubiera visto.

Verme es poco para describir lo que hizo —silbó—. Todavía ni siquiera hacía el Descenso y casi me lanzó hasta el otro lado del vestíbulo. Declan tuvo que… meterse para detenerla.

Sonaba a Danika, claro que sí. A pesar de que todo lo que había averiguado hacía poco, no.