La única solución: el federalismo
5 de junio de 2012
¿Qué consecuencias tendrá la negociación europea en curso[73]? El peor escenario sería que Francia se conformara, por comodidad y para lucirse, con responsabilizar a Alemania del posible fracaso de los eurobonos. Pero en realidad no hay ninguna propuesta francesa precisa sobre la mesa.
A primera vista, las cosas son muy claras: Francia propone mutualizar las deudas públicas europeas para que todos se beneficien con tasas de interés bajas y previsibles, y puedan además protegerse de la especulación. Es la única solución realista para los problemas de la zona euro. A partir del momento en que cada país renuncia a la posibilidad de devaluar su moneda, es indispensable obtener a cambio cierta estabilidad financiera a nivel federal. De otro modo, el sistema explotará en un lapso relativamente corto.
El problema es que Francia expone las consecuencias políticas de esta propuesta a regañadientes. Si se decide crear una deuda común, no será posible dejar que cada país asuma por separado la cantidad de deuda común que desea emitir. La mutualización de deudas implica necesariamente un paso hacia la unión política y el federalismo europeo.
Pues bien, en realidad los alemanes han avanzado más que nosotros en esta cuestión, como lo demuestra la propuesta realizada por la Unión Demócrata Cristiana: elegir por sufragio universal al presidente de la Unión Europea. En una entrevista reciente, el presidente del Banco Central de Alemania[74] se burlaba de las supuestas posiciones francesas sobre los eurobonos, dado que la cuestión del federalismo europeo y de las delegaciones de soberanía no fueron siquiera mencionadas durante la campaña, y los dirigentes franceses, aún hoy, evitan la cuestión.
Sin embargo, se trata de un problema urgente, y hay soluciones. Para que Europa sea por fin democrática, las decisiones que afectan la deuda común deben ser tomadas en un recinto parlamentario federal, a partir de discusiones y debates públicos. Los conciliábulos entre jefes de Estado no pueden ser el modo de gobernanza de Europa. Pues bien, el Parlamento Europeo difícilmente pueda desempeñar ese rol, porque incluye países ajenos a la zona euro y porque los legisladores nacionales no pueden ser desposeídos de su poder presupuestario.
Una solución concreta podría ser la de crear una nueva cámara presupuestaria específica para la zona euro, mediante la unión de las comisiones de finanzas y de asuntos sociales del Parlamento alemán, de la Asamblea Nacional francesa, y de los demás países que deseen participar. Un ministro de finanzas de la zona euro, a la cabeza de un tesoro europeo, asumiría responsabilidades ante esta cámara y conformaría el embrión de un gobierno federal de Europa.
Al contrario de lo que se cree, una innovación de este tipo no está para nada fuera de nuestro alcance. Los países que lo deseen pueden perfectamente suscribir un tratado que ponga estas reglas en marcha, dejando a los otros la posibilidad de unirse más tarde. Los países europeos acaban de ponerse de acuerdo en pocos meses sobre un tratado que no arregla ninguno de los problemas de la zona euro. ¿Por qué no se podría, dentro de algunos meses, suscribir un tratado adicional que proponga las soluciones a estos problemas?
Al dejar que el presidente del Consejo Europeo prepare la cumbre del 28 de junio, el gobierno francés apunta a poner a las instituciones comunitarias en el centro del juego, lo cual es loable. Pero si Francia no indica con precisión hasta dónde está dispuesta a llegar en cuanto a los eurobonos y a la unión política, la posibilidad de un fracaso es evidente.
Y lo es todavía más porque hay propuestas menos ambiciosas, pero relativamente precisas, que ya se encuentran sobre la mesa. La más detallada es la del «fondo de rescate» propuesto en noviembre por los «sabios» alemanes. La idea es mutualizar toda las deudas superiores al 60% del PBI (grosso modo, esto concerniría en primer lugar a Italia, seguida de Alemania, y luego a Francia y España). Ese fondo sería alimentado por ingresos fiscales provenientes de cada país en proporción a las deudas compartidas. Cuando estas deudas lleguen a término, el fondo tomará préstamos con la garantía solidaria de todos, lo que evitará que los países acudan por separado a los mercados. En un primer momento rechazado por Merkel, este plan acaba de ser retomado por el Partido Socialdemócrata y los Verdes alemanes, y obtiene cada vez más adeptos en la Unión Demócrata Cristiana.
El dispositivo, concebido para ser temporario, tiene sus límites. El piso de 60% y la amplitud del roll over podrían obligar a un país como Italia a tener que volver a los mercados dentro de algunos años. La propuesta no alude a la unión política, lo cual es problemático teniendo en cuenta las consecuencias que las decisiones del fondo tendrán para los presupuestos nacionales.
Aun así, esta propuesta tiene el mérito de existir. Francia haría bien en inspirarse y poner su propio plan sobre la mesa. Al postergar las decisiones sobre los eurobonos y el salto hacia el federalismo, Europa juega con fuego.