UE: «La charlatanería continúa»

17 de mayo de 2013

[Declaraciones obtenidas por Cécile Daumas.]

Al escuchar a François Hollande, tengo la sensación de que el gran cambio no se producirá ahora. En particular en Europa. Él habla de un gobierno de la zona euro. Muy bien, pero ¿quién lo va a elegir? ¿Cuáles serán sus competencias? ¿A quién rendirá cuentas? No ha aportado ninguna precisión; la charlatanería sobre Europa continúa. La canciller alemana, Angela Merkel, y el nuevo primer ministro italiano, Enrico Letta, se refirieron recientemente a la posibilidad de elegir un presidente de la Unión Europea por sufragio universal. ¿François Hollande estaba haciendo alusión a esta idea? Me extrañaría; él no quiere esto, como tampoco lo quiso Sarkozy en su momento.

Si se quiere avanzar verdaderamente en el tema europeo, habría que constituir un Parlamento Presupuestario de la zona euro a partir de las comisiones de Finanzas y Asuntos Sociales de los Parlamentos nacionales. Hasta tanto esta instancia democrática y soberana no exista, los jefes de Estado continuarán complaciéndose entre ellos, felicitándose por haber salvado a Europa diecisiete veces en tres años, en interminables reuniones nocturnas cuyo contenido olvidan a la mañana siguiente. De hecho, Hollande no tiene visión. Le tiene miedo a la Unión Europea y piensa que los franceses también le temen, pues rechazaron el tratado en las urnas en 2005. Aunque aquel texto no preveía ningún avance en materia de funcionamiento democrático. La Europa de los Consejos de Ministros pudo así continuar su funcionamiento en el marco de la impotencia y el bloqueo perpetuos.

El análisis es el mismo respecto a la capacidad evocada por Hollande de obtener préstamos comunes. En este caso, ¿qué instancia decide quién gasta qué con esa tarjeta de crédito común? Una observación sensata que apuntó el presidente del Banco Central alemán.

Por último, respecto del poder adquisitivo, el presidente declaró que el asunto dependía de las negociaciones salariales. Pero el Estado tiene un rol que cumplir, por ejemplo, mediante la prima para el empleo. Pues bien, esta prima funciona mal, pues se paga demasiado tarde, con un año de demora, cuando la situación de los beneficiarios suele no ser la misma. Si se pagara directamente con el recibo de sueldo, gracias a una reforma fiscal, mejoraría inmediatamente el ingreso mensual de 8 millones de personas, es decir, casi la mitad de los asalariados franceses. Una vez más, François Hollande aplazó el problema.