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Sólo hay un principio táctico que no está sujeto al cambio, que consiste en utilizar el método a mano para infligir la máxima cantidad de heridos, muerte y destrucción en el enemigo en un tiempo mínimo.

GEORGE S. PATTON, JR

Warasiknewit

Bahía de Broken Hope, Australártica

Morges, Alianza Lirana

25 de diciembre de 3057

Phelan miró hacia el prístino campo de nieve y vislumbró en la distancia la colonia de Naves de Descenso cubiertas de nieve que habían traído los Halcones de Jade a Morges. Aunque estaban envueltos en una capa blanca, el tono verde esmeralda de sus cascos marcaba su presencia en Australártica como la de los Clanes en la Esfera Interior. La nieve de las naves significaba que no estaban preparados para viajar, lo que confirmaba los temores de Phelan sobre Angeline Mattlov y los Halcones de Jade.

No saldrán corriendo.

Era ridículo que se quedasen. Su asalto a la grieta de Carson había perjudicado a los Lobos, pero también había sido costoso para los Halcones. Se detuvo cuando las unidades de campo de los Halcones dejaron de recibir provisiones. El Núcleo Estelar del Nido de Peregrinos había atacado por retaguardia mientras los demás se retiraban a Broken Hope. Al mismo tiempo, el 94.° Núcleo Estelar de Ataque y los Decimoséptimos Soldados Halcones se habían retirado de Archangel. Durante la retirada, el Segundo Regimiento de los Demonios de Kell descendió el paso de Icegrief y atacó a los Decimoséptimos Soldados.

Matdov tenía ’Mechs suficientes para utilizar sólo tres de los cinco núcleos estelares que había traído a Morges. Sin embargo, aquello no era más que una suposición porque se estaba quedando sin suministros, lo que significaba que la mayoría de sus ’Mechs y casi todas las naves de combate aeroespacial estaban operando sin carga para más de la mitad de las armas. La unidad solahma de peregrinos había caído rápida y fácilmente porque sus armas de corto alcance —lanzaderas MCA y cañones automáticos pesados— no tenían munición.

Aunque las cuatro unidades de guarnición que habían defendido Broken Hope seguían intactas, Phelan suponía que tenían los mismos problemas de munición. También imaginaba que habían utilizado los BattleMechs para reconstruir otros ’Mechs que habían sufrido daños parciales en la grieta de Carson y Archangel. Aunque los Clanes respetaban las tropas de guarnición, estaban subordinados a las unidades del frente y el destino de su equipo no dependía de ellos.

Una luz empezó a parpadear en el panel de comunicaciones de su consola de mando. La pulsó y se sorprendió al ver el rostro de Angeline Mattlov en el monitor primario.

—Coronel de estrella Mattlov. ¿A qué debo esta comunicación?

La mujer lo miró con indignación.

—Sé que desprecia a los Clanes, Khan Phelan, pero no esperaba que desacatara abiertamente nuestros métodos. Ha iniciado el ataque sin preguntar las fuerzas que utilizaré para defender mi posición.

—Yo no he hecho tal cosa, coronel de estrella. El estado de sus Naves de Descenso me indica que evacuará una parte de su fuerza, por lo que supongo que la está utilizando toda para defender. ¿Olvida que usted es la agresora? Que haya sufrido una serie de desgracias no la convierte en la defensora. No tengo obligación alguna de decirle nada acerca de mi fuerza y usted no ha hecho nada para que me muestre generoso con usted. Sin embargo, si lo que quiere es irse, puede que me convenza para aplacar el próximo asalto.

La vieja mujer se echó hacia atrás como si la hubieran abofeteado.

—Si se refiere a que saldríamos corriendo…

—En absoluto, coronel de estrella. Tiene más de seis núcleos estelares. Vuelva a los Clanes. La suya es probablemente la única galaxia de los Halcones con integridad de mando. Si quiere a los Clanes la mitad de lo que cree que yo los odio, se dará cuenta de que su deber es irse de aquí.

—Mi deber es destrozarlo.

—Entonces su destino es morir aquí —dijo Phelan, entrecerrando sus verdes ojos—. Comunique a sus tropas que dejaremos a los supervivientes con vida, pero que nunca serán sirvientes de nuestro Clan. Si quieren vivir como guerreros se convertirán en mercenarios.

Phelan pulsó el botón de comunicaciones y cortó la respuesta.

—Lobo Uno a Líder de escuadrilla.

—Aquí Líder de escuadrilla.

—Carew, dos ataques. Que los Demonios os los saquen de encima.

—Entendido. Líder de escuadrilla cierra.

Phelan echó un último vistazo a los edificios cubiertos de nieve que en otro tiempo eran el único punto de apoyo del continente helado.

—Puede que usted quiera morir aquí, pero yo no tengo ningunas ganas de acompañarlo.

Orbitando sobre el campo de batalla, Caitlin Kell observó cómo la escuadrilla de naves de combate del Clan de los Lobos se elevaba por encima del océano hacia el oeste de Broken Hope. Las naves de combate aeroespacial giraron y se dirigieron al este con la intención de bombardear las posiciones de los Halcones en un frente paralelo al de los BattleMechs de los Lobos y los Demonios. Mientras se preparaban para el ataque, las Naves de Descenso de los Halcones lanzaron un sinfín de escuadrillas de naves de combate aeroespacial.

—Escuadrilla Cuervo, nosotros iremos en cabeza —oyó que anunciaba el capitán d’Or—. A por ellos.

Seguida de Spider Hearst, Caitlin condujo su Stingray hacia la primera escuadrilla de los Halcones. Sabía que los Halcones eran conscientes de la presencia de los mercenarios, pero en ningún momento habían intentado ahuyentarlos. Le parecía algo suicida negarse a luchar contra los que no fueran del Clan, pero ella no era una Halcón de Jade. Si un fallo suyo podía facilitarle el trabajo, debía aprovechar la oportunidad.

Centró el retículo sobre un Visigoth del Clan. Cuando localizó el objetivo disparó el CPP de la nariz del Stingray y los láseres largos de las alas. La lanza azul del CPP se insertó en el fino fuselaje y destrozó el interior del blindaje y un radiador. Los escalpelos verdes de los láseres levantaron el blindaje del ala derecha y la cubierta de proa del motor.

Caitlin giró hacia la derecha y vio los destellos de las armas de Hearst mientras atacaba al mismo Visigoth. El impacto desprendió el blindaje del ala derecha, el fuselaje y la zona del motor. El ordenador de Caitlin le informó de un aumento de las emisiones caloríficas de la nave de combate y supuso que Hearst había disparado contra otro radiador.

Mientras el Visigoth rebotaba hacia la izquierda e iniciaba una caída en picado, Caitlin empujó la palanca de mando hacia atrás y hacia la derecha e invirtió la trayectoria del Stingray para seguirlo de cerca. Aunque el Visigoth tenía más energía eléctrica y propulsión, el Stingray era mucho más maniobrable. Mientras que la movilidad del Visigoth habría impedido la persecución de otras naves de combate, Caitlin se mantuvo firme y apuntó de nuevo hacia la nave al tiempo que ésta empezaba a estabilizarse.

El CPP y uno de los láseres largos no dejaron más que una fina capa de blindaje en el fuselaje del ’Mech y destrozaron otro radiador y un listón del vector de propulsión. Cuando el otro láser arrancó el extremo del ala derecha, el Visigoth empezó a dar sacudidas.

Un disparo más y ya lo tengo.

—¡Caitlin, gira a la izquierda!

Sin pensarlo dos veces, giró hacia la izquierda e inició una caída en espiral. Mientras el horizonte se tambaleaba alrededor y luego se volvía a estabilizar, una tormenta de saetas de láser verde pasó por encima de su ala derecha. Un segundo después, otro Visigoth del Clan atravesó el espacio hacia abajo y Hearst se apresuró a perseguirlo.

Caitlin pisó los pedales del timón, giró la nave hacia la derecha y fue tras Hearst. El me ha protegido. Ahora me toca a mí protegerlo.

Desde tierra, Phelan sólo podía ver las naves de combate aeroespacial que pasaban por encima de él dando vueltas, cayendo en picado y girando. Sabía que su hermana estaba allí arriba y, aunque las alas del Stingray le conferían una silueta peculiar, la acción aérea era demasiado rápida para poder seguirla. Buena persecución, Cait. No dejes siquiera que te rayen la pintura.

Mientras los Demonios de Kell desplegaban las veinticuatro naves de combate que los Halcones de Jade habían lanzado, las fuerzas aéreas de los Lobos se concentraron en Broken Hope. Las Naves de Descenso de los Halcones iluminaban la noche de rayos rojos, verdes y azules cada vez que disparaban sus armas energéticas, pero las naves de combate de los Lobos se acercaron a ellas y arremetieron contra el pequeño asentamiento. Nave tras nave, bombardearon el suelo, reduciendo los ’Mechs de los Halcones a esqueletos ennegrecidos por el fuego e invadiendo Broken Hope de innumerables explosiones.

—Éste debe de ser el momento de más calor que jamás haya vivido la ciudad —comentó alguien a través de la frecuencia de radio.

Antes de que Phelan pudiera ordenar silencio, se oyó la voz de su padre.

—¡Callad! Lo que les está ocurriendo a los Halcones de Jade no es ni divertido ni bonito. Es una necesidad trágica para evitar que mueran más de los nuestros. La próxima vez que queráis burlaros pensad antes en los amigos y camaradas que habéis perdido aquí.

Phelan encendió la radio.

—Gracias, coronel. Todo el mundo alerta. Los Lobos inician su segundo ataque. En cuanto entren, intervenimos.

El Visigoth de Spider se incendió. La nave de combate del Clan explotó al impactar contra el hielo de la bahía, dejando trozos ardiendo tras de sí. Spider giró hacia la derecha y se mantuvo cerca de la plataforma mientras Caitlin empujaba la palanca de mando hacia atrás y activaba los propulsores. Salió disparada hacia arriba como un cohete y se colocó debajo de un Sulla de los Halcones al tiempo que dejaba paso a los Lobos para que iniciasen su segundo bombardeo.

Caitlin disparó mientras salía en persecución del Sulla. Uno de los láseres largos perforó la cubierta de proa del motor con fuego verde mientras el CPP y otro láser largo quemaban toneladas de blindaje ferroalumínico de la fina ala izquierda de la nave. Ninguno de los ataques traspasó el blindaje, pero el monitor auxiliar de Caitlin mostró un cincuenta y ocho por ciento de reducción en la protección del ala izquierda. Uno o dos disparos más y destrozo el ala.

El piloto del Clan inclinó la nave sobre el ala izquierda y giró hacia ese lado. Caitlin adivinó su siguiente movimiento e invirtió el Stingray. Cuando el Sulla inició una caída en picado y se dirigió al oeste, Caitlin descendió y dio un brusco giro hacia la derecha para volver a colocarse detrás de él.

El CPP se volvió a insertar en el ala derecha y no dejó más que un leve rastro de blindaje. Los láseres largos chocaron contra el motor y el fuselaje. La explosión y la aparición de una nube de vapor amarillo indicaron a Caitlin que había alcanzado uno de los radiadores de las naves. Pero, aunque había sido un buen disparo, esperaba que el combate aéreo finalizase antes de que el calor se convirtiese en un problema.

Entonces, el piloto del Clan inclinó la nave hacia abajo.

Caitlin lo siguió hasta la plataforma y volvió a girar en dirección norte. Mientras el piloto equilibraba la nave, Caitlin esbozó una sonrisa. Broken Hope no te proporcionará protección. Miró hacia el ala de estribor y vio cómo las escuadrillas de los Lobos iniciaban el segundo bombardeo. ¡Demonios! Por si aquello fuera poco, el Sulla disparó hacia dos de las Naves de Descenso de los Halcones, por lo que Caitlin se situó en su línea de fuego.

Siguiendo su trayectoria de vuelo, centró el retículo en el Sulla y disparó todas las armas del Stingray. La máquina se sobrecalentará, pero ahora es lo que menos me importa.

El CPP lanzó un rayo artificial contra el ala derecha del Sulla y cortó el blindaje en láminas. Uno de los dos láseres medios salió desviado, pero el otro, junto con los dos láseres largos, desprendió el blindaje del fuselaje de la nave. Dos de los radiadores se convirtieron en nubes amarillas. Otra explosión en el lado izquierdo de la nave dejó una estela de escombros tras de sí, pero Caitlin no fue capaz de detectar el motivo del daño infligido inmediatamente.

Condujo el Stingray hacia arriba y hacia estribor. Aquel movimiento la aproximó a las naves de combate de los Lobos y la alejó de las Naves de Descenso. Sabía que el Sulla tendría que desplazarse hacia la derecha para pasar entre las dos Naves de Descenso. Su nueva trayectoria la alejaría de él y así podría saltar al otro lado de la pared erigida por las Naves.

¿Qué demonios hace?

El Sulla se desvió en lugar de seguir recto. El alerón de cola dio un fuerte giro hacia la derecha en un movimiento que desplazó la nave e hizo que empezara a tambalearse. Cuando el ala izquierda se elevó, Caitlin pudo ver que los tubos de escape del vector de propulsión del lado izquierdo del Sulla se habían apagado, lo que explicaba la dificultad para maniobrar hacia la derecha. Por desgracia, cuando el ala izquierda se levantó, recibió demasiado aire y volcó la nave. Al mismo tiempo, el impulso del alerón de cola hizo girar la nave, que ahora se desplazaba boca arriba.

El Sulla chocó contra una de las Naves de Descenso de clase Overlord y la nariz y la cabina se desprendieron del impacto. Aquella mitad atravesó el caso de la Nave de Descenso y rebotó en el puente mientras la otra giraba con fuerza en el aire, se elevaba ligeramente, impactaba en el suelo y explotaba. Las piezas de la nave se esparcieron por Broken Hope y se mezclaron con los otros escombros.

Caitlin empujó la palanca de mando hacia la derecha y estabilizó su Stingray sobre el extremo del ala derecha. Luego tiró de la palanca e hizo girar la nave hasta alcanzar la trayectoria de las olas provocadas por las naves de los Lobos. Volvió a empujar la palanca hacia adelante y se colocó sobre el ala derecha para estrechar el objetivo dejos Lobos y salir disparada por debajo de su trayectoria de vuelo. En cuanto se hubo alejado de la trayectoria, irguió la nave e inició un largo giro sobre la bahía.

Contempló el asentamiento desde lo alto, pero no pudo ver más que llamas entre las nubes de humo negro.

—Spider, ¿dónde estás?

—Angeles Once, Cait. Todo despejado.

Despejado, gracias a dios. Volvió a echar un vistazo a Broken Hope e inició el ascenso. Allí abajo hay un infierno.

Describir la resistencia que encontraron los BattleMechs de los Lobos era exaltar la respuesta de los Halcones de Jade a su avanzada. Los bombardeos habían sido devastadores. Los frentes defensivos lanzaron fuego CPP para atacar a los Lobos, pero sólo de forma esporádica y siempre recibiendo un arrollador contraataque. Mientras los Lobos y los Demonios se cerraban sobre el calcinado asentamiento, Phelan ordenó a sus tropas que utilizasen fuego de contención. Un vapor casi constante de rayos rojos, verdes y azules atravesaba el aire gélido y enviaba a los ’Mechs tras los muros defensivos.

A medida que Phelan se adentraba en la posición de los Halcones de Jade sintió un escalofrío. Los láseres de las naves de combate aeroespacial y los CPP habían vaporizado el blindaje y la nieve se condensó casi inmediatamente en una niebla negra. Los ’Mechs quedaron cubiertos por una capa ónice que obstruía los sensores y cegaba a los pilotos. Unas gotas negras se congelaron al rodar por las piernas de los ’Mechs que ahora parecían estar envueltos en una hiedra arraigante y necrótica.

Todos los ’Mechs de los Halcones que pudo ver tenían el blindaje rasgado. Muchos habían perdido las extremidades y los sistemas armamentísticos. Otros estaban cubiertos de hielo negro con las escotillas abiertas. Uno de ellos se había agachado y se servía de los lanzallamas para prender fuego a un pequeño edificio. Una multitud de pilotos abatidos por el combate se acurrucaba a las patas de los ’Mechs en busca de calor y refugio.

Phelan detuvo su Wolfhound y encendió los altavoces exteriores.

—¿Dónde está la coronel Matdov?

La mayoría de los pilotos sacudieron la cabeza, pero uno o dos señalaron hacia el interior de Broken Hope.

Phelan siguió avanzando con el resto del núcleo estelar alrededor para detener cualquier intento de los Halcones de Jade de derruirlo y ganar la batalla. Phelan sabía, como todos los atacantes y defensores, que la batalla hacía tiempo que había acabado, pero también era consciente de que, si no lo protegían, los Halcones intentarían matarlo. Después de todo eran Clanes y aquéllos eran los métodos de los Clanes.

Phelan había visto destrucciones mayores en Tukayyid y otros mundos, pero ningún otro lugar le había parecido tan desolado y cruel. El humo se alejaba empujado por el viento. Unos gránulos de hielo negro atravesaron el paisaje y construyeron pequeñas y oscuras montañas de nieve sobre los cuerpos de los ’Mechs caídos. Se dio cuenta de que la nieve pronto cubriría todos los restos de la batalla y la preservaría, rota y sin vida, en ese lugar estéril y árido.

Encontró a la coronel Mattlov en un extremo de la bahía. Llevaba la pierna derecha del Daishi arrastrando y la extremidad sólo se sujetaba a la cadera por las fibras de miómero. El fémur metálico se había fundido con el fuego de los bombardeos de las naves de combate. El resto del blindaje del ’Mech no estaba en mejor estado. El ’Mech encorvado de Angeline parecía un animal herido al que hubiesen roído una bandada de carroñeros.

Phelan bajó la vista hacia la cabina del ’Mech de Angeline Mattlov. La nieve y el hielo que cubrían la máquina le indicaban que se había arrastrado doscientos metros en dirección a las Naves de Descenso. Abrió una frecuencia de radio para hablar con ella.

—Se ha acabado, coronel.

—Eso nunca, librenacido —dijo Mattlov, apoyándose sobre el codo derecho y apuntando a Phelan con el otro brazo.

Phelan desvió su ’Mech hacia la izquierda y disparó los dos CPP y los láseres de pulsación hacia el lugar del que procedía. Centró el retículo sobre el hombro izquierdo del Daishi y disparó todas las armas. El láser largo fundió los gruesos músculos de miómero que en otro tiempo daban movilidad al brazo izquierdo del ’Mech. Los tres láseres de pulsación del pecho del Wolfhound lanzaron una nube de agujas rubíes que se insertaron en la juntura y vaporizaron los huesos de ferrotitanio. El brazo se desprendió y chocó contra el muslo izquierdo del ’Mech antes de caer al suelo.

—Lo siguiente será la pierna y después el otro brazo.

—Si supiera lo que es el honor, se enfrentaría a mí en combate singular.

—Ya nos hemos enfrentado en combate singular, Angeline. Usted y sus fuerzas han luchado contra mí y las mías —dijo Phelan, abriendo los brazos del Wolfhound para señalar hacia los Lobos y los Demonios que los rodeaban—. Los hemos superado y derrotado. Lo único que conseguiría en un combate singular sería su muerte y no quiero darle ese alivio.

—Entonces es un cobarde —dijo con furia—. Ha traicionado todo lo que defienden los Clanes, pero ¿qué puede esperarse de un librenacido de la Esfera Interior? Los Clanes existen para crear a los mejores guerreros y usted nos debilita. Nos ha traicionado tanto como Stefan Amaris.

Phelan apretó la mandíbula con fuerza.

—Yo no he traicionado a los Clanes, Angeline, pero los Cruzados sí. Usted dice que los Clanes existen para producir los mejores guerreros, pero ¿no es ése un medio para alcanzar un fin? Cuando Nicholas Kerensky fundó los Clanes, nos enseñó su camino como un medio a través del cual nosotros, los Clanes, algún día seríamos lo bastante fuertes para proteger la Esfera Interior. Nuestros antecesores abandonaron la Esfera Interior para escapar de las luchas por el poder que estaban fragmentando la Liga Estelar y Nicholas nos encomendó la misión de defender la Esfera Interior de las amenazas externas.

»Los Cruzados son esa amenaza, Angeline. Los Cruzados creen que la Esfera Interior se ha degradado y que ya no merece nuestra protección. Ellos estarían dispuestos a venir y privar a los habitantes de la Esfera Interior de sus libertades, precisamente lo que teníamos que proteger y preservar.

—No sólo es estúpido, Phelan, sino que cree que yo también lo soy si piensa que creeré que entiende lo que significa ser miembro de los Clanes. Somos quienes somos. Somos guerreros. Fuimos educados para la guerra y tres siglos de educación han producido personas que no sólo pueden restablecer la Liga Estelar, sino que la restablecerán.

—Yo, sin embargo, una persona nacida en la Esfera Interior, fui capaz de alcanzar el pináculo del Clan más fuerte que había.

—Sólo porque Ulric lo protegía.

Phelan no pudo evitar una carcajada.

—Ahí lo tiene, Angeline. Las pruebas la condenan. Ni siquiera en la derrota puede aceptar el hecho de que yo he conseguido más cosas, mejor y con más rapidez que usted o cualquier otro producto del programa de reproducción del Clan.

—Usted es un Lobo y un Guardián, lo cual no es suficiente para pertenecer a los Clanes.

—Puede que sea como usted dice, Angeline, pero, si es cierto, los Clanes sufren una gran pérdida —dijo Phelan, sacudiendo la cabeza—. Usted cree que el propósito de la guerra es aumentar el nivel de combate, pero sólo los que ganan, los que sobresalen, los más distinguidos, tienen derecho a reproducirse. Es una forma marcial de darwinismo, parte de la evolución de la humanidad.

»Pero la guerra no es beneficiosa. Hay un motivo para la guerra, sólo uno y es el motivo por el que hemos luchado aquí, por el que Natasha, Ulric y todos los demás han luchado contra los Halcones de Jade en su zona de ocupación. Es el motivo por el que la Esfera Interior ha luchado contra los Clanes. Ese motivo es la libertad.

»Por extraño que parezca, ése es el motivo por el que se ha enfrentado a nosotros. Usted veía a Ulric como un obstáculo que negaba a los Cruzados la libertad para reproducirse y crecer fuertes, pero lo que no veía era que el método de los Clanes les negaba tal libertad. Sin la guerra pueden reproducirse y superarse, pero sólo a través de ella, luchando contra ustedes, la gente de la Esfera Interior puede defender la libertad para decidir sus vidas. Nicholas Kerensky creó los Clanes para evitar que alguien o algo arrebatara las libertades de la Esfera Interior.

—Usted, un librenacido, no puede saber cómo pensaba Nicholas Kerensky.

—¿No? ¿Por qué no? Nicholas Kerensky era un librenacido, ¿quiaf?

El grito de indignación de Angeline resonó en los auriculares del neurocasco de Phelan.

—¿Cómo osa deshonrarme con esa palabra?

—La verdad no deshonra a nadie, Angeline, excepto a aquellos que no la reconocen —contestó Phelan, señalando con el brazo derecho del Woljhound hacia una Nave de Descenso—. Ordene a sus tropas que den media vuelta y márchense. Vuelvan con sus maestros, vuelvan a los Clanes y díganles que sigo vivo. Dígales que tengo el material genético de los Lobos. Dígales que he encontrado refugio en la Alianza Lirana. Estamos comprometidos a cumplir el sueño de Nicholas Kerensky de una Esfera Interior libre y, cuando los Clanes decidan reemprender su cruzada, ya sea el mes que viene, el año que viene o la década que viene, los Lobos a los que creen que han destrozado se enfrentarán a ellos. Y, cuando reflexionen sobre el resultado de futuras batallas, hábleles de Morges y dígales que consideren sus acciones con el mayor cuidado.

En pie de guerra
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