Wotan
Zona de ocupación de los Halcones de Jade
El Khan Vandervahn Chistu de los Halcones de Jade se paseó lentamente alrededor de la columna de figuras que el ordenador proyectaba en el interior de su holotanque. La imagen se movía con él, de modo que podía leer la información mientras caminaba. Otro comandante habría esperado en vano a que los números variasen a medida que él cambiaba de posición y negasen el desastre que anunciaban.
Pero Chistu no. El no quería que cambiasen. Los estudió exhaustivamente. Esos números, horrendos y devastadores como eran, proporcionaban una clave hacia la Khan Natasha Kerensky y el joven librenacido Phelan Ward. En cuanto lo hubiera resuelto y hubiera unido todas las pistas, los tendría en sus manos.
Era sospechoso que hubieran sido tan generosos con las pistas. En Colmar, el 352.° Núcleo Estelar de Asalto de Natasha había derrotado a los Duodécimos Soldados Halcones y había abierto arsenales y armado a la población. Natasha había proclamado Colmar «libre» y había prometido al pueblo que su estatus mejoraría con los Khanes Halcones en Wotan.
Chistu soltó una carcajada al recordar la furia de su voz en el informe holovisual de la lucha. Elias Crichell se había tomado su amenaza en serio, pero Chistu había conseguido convencer al hombre de que Natasha no sobreviviría para luchar en Wotan.
Los resultados de la lucha en Sudaten lo convencieron de que no se había equivocado en su juicio. Los Octavos Soldados Halcones y el Núcleo Estelar de Guarnición de Dorbeng habían caído en manos del Cuarto Núcleo Estelar de Asalto de los Guardias de los Lobos de Phelan y el 16.° Núcleo Estelar de Combate. Aunque los Halcones de Jade habían perdido el planeta y su fuerza había quedado destrozada, se estimaba que los Lobos habían sufrido una pérdida del treinta y cinco por ciento de sus ’Mechs. El camino de los Lobos a Wotan estaría infestado de ’Mechs, lo que los dejaba con una fuerza mínima para el verdadero ataque.
Chistu creía que los Lobos nunca llegarían a Wotan, pero la reacción temerosa de Crichell ante los alardes de Natasha había puesto de relieve la única desventaja del envejecimiento de un guerrero: Crichell había empezado a preocuparse por su propia mortalidad. Tales preocupaciones no afectaban en absoluto a los Clanes y Crichell tenía una amplia progenie que garantizaba la inmortalidad de su material genético. Para él, temer a la muerte era una abominación.
Un cobarde así no puede ser Khan de los Halcones de Jade si queremos conseguir grandeza y no puede ser ilKhan si queremos conquistar la Esfera Interior.
Chistu sonrió cuando todas las piezas del rompecabezas encajaron ante sus ojos. El orgullo de Natasha le haría continuar hasta Wotan y por el camino más recto posible. Su siguiente objetivo sería Baker Tres, luego Devin, Denizli y, por el simbolismo que tenía, Twycross, el lugar de la pérdida más humillante de los Halcones de Jade. Así, finalmente llegaría a Wotan.
Del mismo modo que Twycross era un símbolo para ella, Natasha lo era para él. La dejaría venir, desplegando unidades de guarnición para desangrarla a cada paso que diera. Le dejaría conseguir la victoria y proclamarla como estandarte de su grandeza. Luego llegaría a Wotan, con su Galaxia Peregrina tras ella, y en Wotan moriría.
Moriría en sus manos y él heredaría toda su gloria. Y, cuando la tuviese, él sería el candidato más lógico a ilKhan, no Crichell. Y cuando se convirtiese en Khan de los Khanes, la Esfera Interior caería tan rápido y tan fuerte como había caído aquella solahma, Natasha Kerensky.