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Noble Thayer sonrió al estrechar la mano de Fabián Wilson, que acababa de reunirse con Cathy y él en el último compartimiento de la cafetería Cathay.

—Gracias por venir.

Detrás de Fabián, junto a la puerta, Ken Fox asintió hacia Noble antes de sentarse a una mesa cerca de la entrada del restaurante. Aquello significaba que nadie había seguido a Fabián y que el Comité de Seguridad del Estado no interrumpiría la reunión.

—Cuando recibí la noticia, sabía que sería importante.

—Acertaste por completo —dijo Noble, tomando la mano de Cathy y apretándola para tranquilizarla antes de bajar el tono de voz—. He pasado los últimos diez días planeando una misión y reclutando a gente nueva. Como no has recibido entrenamiento armamentístico, tengo un trabajo auxiliar para ti. Trabajarás con Cathy y, aunque puede que no suene muy importante al principio, vuestra función será vital.

Fabián escuchaba con atención y asentía con la cabeza.

—Cuenta conmigo.

—¿No quieres oír de qué se trata primero?

El hombre levantó la cabeza, miró de un lado a otro y se inclinó hacia adelante.

—Mira, ya me conoces. Te vendí un ordenador. Mi vida estaba estancada. Mi barco siempre salía a la semana siguiente o a la otra y yo vivía en el futuro. En fin, esto es ahora, ¿no? Tío, es como hacer sexo por primera vez. Es tan real y además sirve para ayudar a la gente. Lo que quiero decir es que, como vendedor, siempre he querido lo mejor para mis clientes, pero tenía que comer y la comisión de nada es nada, ¿me sigues? De modo que no me importa si me pones a vender cupones o lo que sea. Cuenta conmigo.

Noble y Cathy sonrieron.

—Esta misión será muy grande, amigo mío, y todo el mundo sabrá que hemos atacado.

—¿Del mismo modo que no lo saben del Arsenal?

—Eso es agua pasada. Esto será grande, realmente grande —dijo Noble, mirando alrededor. Se echó hacia atrás y dio un sorbo de té antes de proseguir—. El gobierno, en su deseo de nivelar la sociedad a una sola clase social, ha asesinado a una serie de gente que diseñó el sistema informático que utiliza el gobierno. Todos los ordenadores tienen una batería de seguridad de doce horas, pero sólo funciona doce horas si se descarga y recarga con regularidad. Tengo entendido que se ha descuidado el programa de mantenimiento y que los generadores de seguridad municipal siguen fuera de servicio a causa de las explosiones del Arsenal, del mismo modo que las baterías.

»Si los ordenadores se quedan sin electricidad durante cinco horas se tendrá que hacer una copia de seguridad utilizando los CD-WORM grabados anteriormente. He conseguido insertar un virus en los CD-WORM de seguridad, que destrozará los datos que la Seguridad del Estado utiliza para localizar a sus víctimas. Para reiniciar las copias de seguridad el Comodín Danzante derruirá la central eléctrica Jihuaide Chumai el día veinte.

Fabián se quedó boquiabierto y Cathy miró a Noble con la misma expresión de sorpresa. Este sintió cómo su mano temblaba y le hizo un guiño.

—Será la mayor operación de todas.

Fabián sacudió la cabeza con incredulidad.

—La estación tiene su propia unidad de guarnición.

—Eso no debería ser un problema, pero no puedo decirte nada más sobre el plan. Es el sistema celular. Lo hemos creado así por nuestra propia seguridad. Cathy puede confirmar que no sabía nada de esto hasta ahora, a menos que hable en sueños.

Cathy tomó la mano de Noble entre las suyas y sacudió la cabeza.

—Entonces ¿cuál es el plan, Mr. DJ?

—No hay camino alguno para entrar o salir de la central. Vosotros seréis los vigías de Northstar Drive. Si veis algo, nos los comunicaréis por radio y nosotros actuaremos según las instrucciones. Tenemos diez minutos para salir del recinto de las Cobras Negras en la Base de Guarnición Kaishiling, pero sólo en caso de que vengan con los ’Mechs a toda velocidad. Incluso en el supuesto de que se dispare una alarma en el momento del ataque, tendremos tiempo más que suficiente para hacer lo que hay que hacer.

Fabián frunció el entrecejo.

—Habrá otros controlando la otra carretera, ¿verdad?

—No te lo diré, por tu seguridad y la de ellos.

—Bien, de acuerdo, lo siento —dijo Fabián, sacudiendo la cabeza—. Tengo una pregunta para ti, pero probablemente me volverás a soltar lo del sistema celular.

Noble se encogió de hombros.

—Pregunta.

Fabián habló en un susurro.

—Dime la verdad: tú no eres profesor de escuela, ¿verdad? Todo lo que has hecho aquí no es propio de un profesor. En realidad eres un agente davionista, ¿no? Y te han enviado para complicar las cosas.

—Eres muy inteligente, señor Wilson, y sabes mucho —le dijo Noble—, pero la última vez que respondí a esa pregunta tuve que matar a la persona que me la hizo.

Fabián levantó las manos.

—No hay más que decir.

—No hay más que decir —dijo Noble sonriendo mientras pellizcaba la pierna de Cathy con cariño—. ¿Comemos?