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¡Como están los poderosos caídos en medio de la batalla!
2 SAMUEL 1,25
Llanura de Curtains, Twycross
Zona de ocupación de las Víboras de Acero
7 de diciembre de 3057
Como si la estructura metálica que pilotaba fuera su propia carne, Natasha Kerensky giró el Dire Wolf hacia la derecha y un Uller de los Halcones de Jade apareció en su retículo. Pulsó los gatillos de los dos CPP del brazo derecho, que expulsaron un rayo deslumbrante que impactó con fuerza en el brazo y el flanco derecho del Uller.
El Hellbringer de Marco Hall se colocó frente al ’Mech herido de los Halcones. Tres de los láseres del pecho del ’Mech lanzaron flechas rubíes contra el agujero que Natasha había abierto en el Uller. Su fuego láser convirtió las estructuras internas del ’Mech en un líquido rojo que salía a borbotones del agujero mientras el Uller empezaba a tambalearse. Al intentar dar un paso, la pierna derecha del ’Mech perforó el pecho y uno de los brazos se desprendió. A continuación el ’Mech chocó contra la pared roja de Twycross, la escotilla de la cabina detonó y el piloto salió disparado de la máquina mortal.
—¿Dónde están, Marco?
La arena que impregnaba el aire impedía a Natasha ver treinta metros más allá de su máquina. Las condiciones climáticas habían endurecido la lucha, que se había convertido en un cuerpo a cuerpo. El Uller había estado más preocupado por volver a su línea del frente que por atacar. Si todo hubiera salido según lo planeado, el frente de los Halcones debería haberse acercado más al Uller, pero había algo que fallaba.
—No vendrán, Khan Natasha. No se están aproximando.
Natasha dio un puñetazo en el brazo de su asiento de mando. Chistu le había enviado tantos ’Mechs que la Viuda Negra había tenido que trabajar duro para conducir a los Halcones de Jade a la trampa. El coronel de estrella Ravill Pryde, comandante de la fuerza de los Guardias de los Halcones, también se había esforzado mucho. Natasha esbozó una sonrisa. Ha mostrado casi el mismo entusiasmo que los Lobos en esta lucha.
Aquel entusiasmo lo atribuía al hecho de que Ravill no se encontraba con los Guardias de los Halcones cuando fueron prácticamente destruidos en su último combate en el Great Gash. Eran pocos los que seguían con los Guardias después de sobrevivir a la batalla de Twycross y estos Guardias parecían estar ansiosos por atacar a sus tropas. Las otras unidades —núcleos estelares de guarnición— habían sido mucho más desdeñosas con su fuerza. Natasha se había propuesto hacerles pagar cara su insolencia antes de destrozar a los Guardianes.
Para frustrar a Ravill Pryde, había colocado a los Decimoterceros Guardias de los Lobos en la retaguardia de una formación en diamante. El 341.° fue el más castigado en el asalto y, como ya se preveía, cayó rápidamente en manos de la Sexta Guarnición Provisional de los Halcones de Jade. Tras la derrota, el Tercer Núcleo Estelar de Combate y el 352.° Núcleo Estelar de Asalto arremetieron contra los Halcones desde ambos flancos. La Sexta Provisional pereció casi por completo en la llanura de Curtains.
Las otras dos unidades de guarnición, la Quinta Garra y los Octavos Soldados Halcones habían intervenido con más precaución, pero el 341.° se adelantó en el ataque mientras éstos alcanzaban los laterales de la formación de Natasha.
Con la presión de los Guardias de los Halcones, el 341.° pasó a través de los Decimoterceros Guardias de los Lobos y llegó al Gash. El Tercer Núcleo Estelar de Combate y el 352.° Núcleo Estelar de Asalto también se retiraron al Gash mientras los Decimoterceros Guardias cedían terreno hasta llegar a la montaña.
La última unidad de Natasha, el Undécimo Núcleo Estelar de Combate —la única unidad que no había participado en la campaña—, se alineó a ambos lados del Gash, preparada para arremeter contra el Gash en caso de que fuera necesario. Natasha quería que los Guardias la siguiesen hasta la trampa pero, según Marco, habían abandonado la persecución.
—Ordena a nuestros supervivientes que empiecen a cargar las Naves de Descenso, Marco. Saldrán inmediatamente.
—¿Seguimos con el plan original o quieres que aterricen detrás de los Halcones?
Natasha meditó sobre aquella táctica, pero enseguida la rechazó.
—Hoy les hemos causado daños, pero no tantos como quería —dijo mientras la imagen del rostro de Ravill, con una sonrisa de superioridad con los labios, merodeaba por su mente—. No hemos matado los cuerpos, así que tenemos que matar las cabezas.
—¿Puedes explicármelo mejor, Natasha?
Ella se echó a reír.
—No vendrán, Marco. Saben que hay una trampa. Ordena a los Undécimos que se retiren de la cima y se dirijan a las Naves de Descenso. Partirán hacia Wotan. Los que sobrevivan y los heridos irán con Phelan.
La voz de Marco denotó cierta preocupación al preguntar:
—¿Por qué me explicas esto, Khan Natasha? Tú misma puedes dar las órdenes.
—Yo no, Marco. Yo me quedo aquí.
—¿Qué?
—Tú eres el nuevo líder de los Decimoterceros Guardias de los Lobos. Llévatelos también contigo. Enorgullecedme en Wotan.
—¿Tienes fiebre, Natasha? Eso es una locura.
—No lo es. Su temor, el temor de los Cruzados, era que sus experimentados líderes serían demasiado viejos para luchar cuando se reiniciara la invasión. Están equivocados, pero yo puedo jugar con su temor —dijo Natasha. Mientras el plan se cristalizaba en su mente, notó un sentido de rectitud que había olvidado desde que su amante, Joshua Wolf, había muerto hacía cuarenta años en la guerra civil de Marik—. Uno tras otro, desafiaré a todos los oficiales de los Halcones. Morirán en el Gash y eso destrozará su moral, además de acabar con todos sus oficiales más competentes.
Natasha indicó a Marco Hall que trasladara su Hellbringer al Gash.
—Ve, Marco, ve. Destroza Wotan y luego vuelve a por mí.
Esperaba una rápida reacción de Marco, pero no obtuvo más que una decaída respuesta.
—Podrían matarte.
—¿Ellos? No es muy probable. Creen que la juventud y los genes nuevos ganarán. Yo les demostraré que la edad y la experiencia son muy superiores —dijo Natasha, forzando un tono de valentía para disimular las punzadas que sentía en la espalda y las piernas—. Además, si tengo que morir, prefiero morir aquí, en combate, que en alguna guardería, limpiando los mocos de los niños mimados de los sibkos.
Marco puso en marcha el ’Mech, pero volvió a dirigirse a Natasha.
—Si mueres aquí, Natasha, no volveré. No quiero estar en tu lugar de ataque.
Natasha soltó una carcajada.
—No tengas miedo, amigo mío. Hay infinidad de fantasmas Halcones por aquí a los que puedo aterrorizar. Vete, coronel de estrella, y no tengas compasión por el Khan Chistu.
Mientras su ’Mech desaparecía entre la arena salpicada de sangre, Natasha se sintió sola, sin embargo esta vez era distinto. Se había enfrentado a peligros mayores anteriormente y siempre había tenido la sensación de que le faltaba algo. Nunca supo lo que podía ser, pero ahora ya no sentía aquella carencia.
Se sentía completa.
Era la Viuda Negra.
Natasha encendió la radio y contactó con la frecuencia táctica de los Halcones de Jade. Oyó explosiones y gritos a través de las caóticas transmisiones, pero no prestó la menor atención. Sus palabras, que no podían ser caóticas, harían llegar su mensaje.
—Soy la Khan Natasha Kerensky del Clan de los Lobos. He enviado a mis tropas a otro lugar. Yo permaneceré en el Great Gash de Twycross para enfrentarme y asesinar a cualquier Halcón de Jade más orgulloso de lo que debiera y que prefiera el coraje a la sabiduría. Venid ahora. Éste es el momento.