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Nada ayuda a una fuerza luchadora como la información correcta.
Además debe estar en perfecto orden y hecha por el personal más capacitado.
CHE GUEVARA,
Memorándum
Daosha, Zurich
República Popular de Zurich, Confederación Capelense
18 de diciembre de 3057
Xu Ning se bajó las gafas hasta la punta de la nariz y sonrió cuando el coronel Burr entró en su despacho. Con la lámpara del escritorio como única fuente de luz, la habitación era como una oscura caverna. Xu se quitó las gafas, a continuación las depositó sobre los discos que había estado revisando, luego se puso en pie y finalmente ofreció la mano al líder mercenario.
—Gracias por venir con tanta rapidez, coronel.
—Es un placer servirle, director.
Xu Ning observó una disminución de la melancolía que había impregnado la voz de Burr durante el último mes.
—¿Ha recibido buenas noticias, coronel? ¿Su problema con los robos?
—De hecho, hemos resuelto el problema del robo de algunas municiones, sí. Encontramos a un encargado del almacén de Kaishiling robando cable detonante y plástico. El hombre ha sido asesinado.
Xu Ning hizo una mueca de dolor.
—No deberían haberlo hecho. Podía tener información.
Burr adoptó una sombría expresión.
—Para que sea efectiva, la justicia tiene que ser rápida y segura.
—Eso lo entiendo, coronel —dijo Xu. Sabía que a Burr no le gustaban los métodos para sonsacar información que empleaba la SecCom cuando interrogaba a terroristas sospechosos, pero a él le parecía que los narcóticos combinados con la tortura eran muy rápidos y seguros—. ¿Ha calculado lo que ha perdido en explosivos?
—Cinco kilos más o menos, una ridiculez —dijo Burr, encogiéndose de hombros con frialdad—. Pero he venido en respuesta a su llamada. ¿Desea decirme algo?
—¿Decirle? No, deseo preguntarle algo —dijo Xu con la esperanza de ver a Burr extrañándose o empezando a excusarse, pero el hombre no hizo honor a su comportamiento habitual. Esto no es una buena señal—. Hace un mes me comentó lo que debía hacer para poner fin a la amenaza del Comodín Danzante. Aunque dudo que esperase que siguiera su consejo, así lo hice. Tengo un agente en la organización del Comodín Danzante.
Burr arqueó una ceja.
—¿De verdad?
Xu se dio cuenta de que Burr quería preguntar algo más, pero que se estaba reprimiendo por motivos de seguridad.
—El hombre entró en la organización a través de unos parientes, de modo que es totalmente digno de confianza. De hecho, SecCom lo había contratado para el mercado negro incluso antes de que se uniera al Comodín Danzante. Nos ha vendido información a cambio de dinero para poder mantener a una señora de Daosha. Según lo que nos ha dicho, el Comodín Danzante tiene la intención de atacar la central eléctrica de Jihuaide Chumai dentro de dos noches. La razón por la que le he pedido que viniera es para preguntarle si participarían en una operación de captura.
Burr esbozó una leve sonrisa, pero intentó guardar la compostura.
—¿Dentro de dos noches? Sí, nos encantaría participar. Interprételo como nuestro regalo de despedida para usted, director.
Xu Ning entrecerró los ojos.
—¿Regalo de despedida? ¿Acaso piensa dejarnos?
Burr hizo un gesto de asentimiento y Xu entendió al instante el motivo del buen humor de Burr.
—El capitán general Marik considera que es un derroche de dinero tenernos en Zurich sin hacer nada. El día veintiuno salimos hacia Nanking para rescatar lo que queda de los Bandidos Chinos de Smithson.
Xu Ning se reclinó en la silla.
—¿De modo que nos dejará sin defensas?
Burr sacudió la cabeza.
—No, resolveré su problema, el del Comodín Danzante, y luego me enfrentaré al de los Bandidos. Una unidad mercenaria entra en acción, director, y finalmente las Cobras Negras tienen algo que hacer.