Ciudad de Tharkad, Tharkad

Distrito de Donegal, Mancomunidad Federada

Katrina pulsó el control remoto del visor holográfico para volver a ver el mensaje de Thomas Marik. La información le había impactado tanto que lo hizo casi instintivamente. Le costaba creer lo que había oído y esperaba que, al volver a verlo, obtendría un mensaje distinto de boca de Marik.

Los ojos cansinos del capitán general la miraban fijamente a través del monitor.

—He grabado este mensaje para usted con el máximo respeto, duquesa Katrina. Su amabilidad y el mensaje personal que me envió tras el fallecimiento de mi mujer me afectaron profundamente. También me sirvió para darme cuenta de lo diferente que es de su padre y su hermano y de cuánto se parece a su madre. Le agradezco sumamente su interés.

»Me resulta difícil comunicarle el siguiente mensaje, pero debo hacerlo porque sin esta información no podrá evaluar la situación. Tengo una prueba irrevocable de que su hermano ha sustituido a Joshua por un doble. Al no haber sido informado del motivo del cambio, yo mismo he llegado a la conclusión de que mi hijo está muerto. Esto significa que la acción de su hermano es una amenaza a mi seguridad interna, ya que reemplazar a Joshua por un impostor le da la posibilidad de colocar algún día a un estafador Davion en mi trono para esclavizar a mi nación a su voluntad.

Thomas giró la cara como si esperase que la gravedad le permitiría contener las lágrimas. Cuando volvió a mirar a la pantalla, una lágrima le rodó por la mejilla llena de cicatrices en dirección a su oreja mutilada.

—Presentaré la prueba ante su hermano y le exigiré concesiones políticas y planetarias para que repare el mal causado. Creo que usted estará de acuerdo en que debe ser castigado por esta actividad inhumana. La naturaleza de su castigo dependerá de su respuesta a mis peticiones, pero no quedará exento de castigo.

Katrina se estremeció ante la firmeza que se desprendía de la voz de Thomas. Se está planteando declarar la guerra a Víctor por la muerte de su hijo. No quiere hacerlo, pero puede llegar a ese extremo.

—Al formular mis exigencias a su hermano, he caído en la cuenta de que puede que acabe pidiéndole la concesión de mundos en los que usted tiene un interés de propiedad. Como yo no estoy en conflicto con usted y, de hecho, creo que somos amigos neutrales, no quiero causarle agravio alguno. Soy consciente de que la Mancomunidad Federada es una alianza gobernada desde dos mundos por dos personas distintas, pero recuerdo los días después de la unión. Resulta fácil imaginar que es su abuela, Katrina Steiner, la que vuelve a guiar la Mancomunidad Federada. Mi padre nunca entró en conflicto con ella, como yo tampoco deseo entrar en conflicto con usted.

»Esta es la razón por la que me dirijo a usted para preguntarle cuál de los mundos de la Marca de Sarna considera parte de su reino para no incluirlos en las peticiones que haga a su hermano.

Thomas fijó la vista en sus manos entrelazadas y se preparó para volver a intervenir seleccionando las palabras cuidadosamente.

—Al haber nacido en mi familia, donde se enfrentaron hermano contra hermano e hijo contra padre, he aprendido a valorar especialmente la lealtad a la familia. Si cree que debe transmitir este mensaje a su hermano, lo entenderé. Puede que sea la mejor opción, ya que la absolvería de cualquier malentendido.

»No tengo interés alguno en crear un distanciamiento entre ambos y no haré que se enfrenten, pero no los considero de la misma naturaleza. Sus acciones han demostrado que usted es benevolente mientras que las de su hermano no se alejan de la crueldad. Así que, aunque puede que quiera formar un frente contra mí, sepa que no le guardaré rencor por las acciones de alguien a quien no puede controlar. Me despido de usted, Katrina, y le envío mis más sinceros deseos de salud y prosperidad.

Katrina apagó el monitor de holovisión y volvió a su escritorio. Pulsó una serie de botones de su ordenador y apareció en pantalla un mapa holográfico de la Esfera Interior. Luego estrechó el foco hacia la frontera que la Mancomunidad Federada compartía con la Liga de Mundos Libres y la Confederación Capelense.

Con esta perspectiva, la secuencia de mundos que conectaba los distritos liranos con la vieja Federación de Soles se reducía considerablemente. Aunque la vastedad del espacio y la capacidad de las Naves de Salto para atravesar treinta años luz en un abrir y cerrar de ojos hacía que las fronteras fueran insignificantes, las leyes de una nación-estado se extendían al vacío. Si Thomas convencía a Víctor para que le devolviese los mundos perdidos en 3030, la Liga de Mundos Libres ejercería su dominio sobre algunos de los carriles de naves que permitían el comercio entre las mitades Steiner y Davion de la Mancomunidad Federada. Las naves podrían pasar a través del sistema Tierra, pero aquello alargaría sus rutas innecesariamente.

Pero no es un problema insuperable. Examinó con atención los mundos de la Marca de Sarna —de la vieja Confederación Capelense que su padre había conquistado— y analizó la valía de cada uno. Los pocos que tenían valor en términos industriales o constituían fuertes economías de exportación, como Woodstock y Nanking, estaban demasiado lejos de sus fronteras para poder reclamarlos. Además, Víctor se opondría a su petición y no quería una confrontación directa con él.

Otros mundos que tenían valor para ella estaban situados cerca de la Tierra. Como gobernante de la Marca de Sarna, Melissa visitaba a menudo New Home y Keid, cuyos habitantes la veneraban. Tras la muerte de Melissa habían transferido su devoción a Katrina, razón suficiente para conservarlos. Caph mantenía fuertes relaciones comerciales con ambos planetas, así que también tenía que incluirlo en el lote.

Katrina sabía que, si tenía que arrebatar el poder sobre esos mundos a su hermano, necesitaría fuerza militar para no perderlos. El planeta Northwind se encontraba entre Víctor y su trío de mundos. Lugar de residencia de los temibles Montañeses de Northwind, el planeta había sido disputado durante años. Katrina sabía que, si se apoderaba de él y cancelaba las misiones de las diversas unidades de Montañeses en otros mundos para que pudieran volver a casa mientras Thomas y Víctor discutían sus diferencias, ganaría su lealtad. Los Montañeses de Northwind serían una punzante aguja para Víctor, si intentaba llamarla al orden.

Katrina también era consciente de que aquél era el primer paso para alejar a su mitad de la Mancomunidad Federada de la alianza formada cuando su padre y su madre se casaron. Por un momento, aquel pensamiento la aterró, pero luego vio con fría claridad que la escisión era inevitable, tan inevitable que Katrina hacía tiempo que vislumbraba su camino hacia el poder como conciliadora. Si se convertía en la persona encargada de volver a unir los mundos después de que Víctor los hubiera separado, podría suplantarlo.

Esta nueva acción supondría un cambio, un cambio arriesgado. Si Thomas y Víctor llegaban a un acuerdo, su hermano podría utilizar su fuerza militar para hacerla entrar en vereda. Aunque era cierto que él había transferido la mayoría de las tropas davionistas fuera de los distritos liranos, todavía disponía de fuerzas suficientes para ponerle las cosas difíciles. Era posible que tales tácticas militares hicieran explotar de nuevo a los separatistas de Skye y entonces tendría que afrontar el dilema de intentar derrocarlos, si quería conservar su reino.

El punto débil de Víctor, como bien sabía, eran las Naves de Salto. Cuando su padre invadió la Confederación Capelense en 3028, más del ochenta por ciento de las Naves de Salto de la Federación de Soles se habían visto obligadas a participar en la invasión. Aquello había causado estragos en el comercio interestelar al tiempo que había posibilitado la invasión. Si Katrina enviaba órdenes para alejar las naves del territorio espacial de su hermano, conseguiría presionarlo para que se enfrentase a ella militarmente y, cuando le denegase la lucha, esas mismas Naves de Salto le permitirían movilizar las tropas para detener a su hermano.

Katrina sabía perfectamente que las estratagemas militares de Víctor no eran las únicas que debía tener en cuenta. El mensaje de Thomas lo dejaba bastante claro. Si decidía aliarse con Víctor, ponía en peligro sus distritos liranos. Entonces, Thomas podría volver a provocar la rebelión de Skye, proporcionando capital y equipo a los separatistas, y utilizar la Marca de Skye como barrera para impedir que Víctor se apoderase de las tropas de Katrina y evitar la invasión de la Liga de Mundos Libres. Si se mantenía neutral con respecto a Thomas y aceptaba la guerra contra Víctor, la lucha se convertiría en el centro de atención de Víctor y le dejaría vía libre para seguir urdiendo sus propios planes.

En última instancia, lo que Katrina quería era lo que fuera mejor para su pueblo. Sabía que Thomas se sorprendería si supiese sus verdaderos pensamientos sobre el engaño de Víctor. Por supuesto, la idea la horrorizaba, pero no porque fuera cruel ocultar la muerte de Joshua a su padre. La utilización del doble le desagradaba porque Víctor había cometido un error garrafal sin necesitad de cometerlo. Sólo con anunciar la muerte de Joshua, Thomas habría intentado recuperar la antigua Liga de mundos tarde o temprano, pero sus exigencias habrían sido mucho menores de lo que podían ser ahora y los resultados mucho menos atroces.

Aquella falta de juicio le hacía desconfiar de su hermano y de su capacidad para dirigir la Mancomunidad Federada en un futuro. Pero lo más perturbador era que Katrina no esperaba un error así de Víctor. No era propio de él, pero, al mismo tiempo, si podía errar de aquel modo, asociarse con él no era una idea muy alentadora.

—Tal vez te haya dado demasiado crédito, hermano, pero no te daré más —murmuró Katrina. Sentada en su escritorio empezó a componer el mensaje de respuesta para Thomas—. Supera a Thomas si puedes, Víctor, y pretenderé ser tu amiga. Fracasa y tendrás que enfrentarte solo a su cólera.

En pie de guerra
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