Nave de Descenso Lair, órbita de asalto Zoetermeer
Zona de ocupación de los Halcones de Jade
El capitán de estrella Vladimir de los Undécimos Guardias de los Lobos saludó con firmeza tras cerrar la puerta de la cabina.
—¿Me buscaba, coronel de estrella?
—Sí, Vlad. Descanse.
Vlad no adoptó una postura más relajada ni suavizó la severa expresión de su rostro. Aunque la mayoría de los demás Lobos del Destacamento Delta todavía se dirigían a Ulric como «ilKhan», Vlad se negaba a hacerlo. El Gran Consejo lo había desposeído del título y, como los Lobos ya contaban con dos Khanes, el único rango al que Ulric podía acceder era el de coronel de estrella.
—¿En qué puedo servirlo, señor?
El hombre de edad más avanzada le sonrió con una despreocupación que enojó a Vlad, pero Ulric pretendió no advertir que las orejas de Vlad se estaban sonrojando.
—Puede servirme, capitán estelar, recordando que es un Lobo antes que un Cruzado.
—Coronel de estrella, recuerdo que soy un miembro del Clan antes que un Lobo.
Ulric se puso de pie con los ojos chispeantes.
—Habla en un tono de insubordinación y su declaración es desleal. Si yo fuera usted, tendría más cuidado. Estamos bajo una ley marcial y acabamos de entrar en guerra. Podría ordenar que lo ejecutaran.
—Pero no lo hará.
—No, no lo haré —dijo Ulric, haciendo un gesto hacia Vlad—. Tiene permiso para expresarse libremente. Comuníqueme las quejas que tiene contra mí.
Vlad sacudió la cabeza.
—No le deseo nada malo, coronel de estrella. No me ha hecho nada.
—¿No? —dijo Ulric con una sonrisa en los labios que denotaba cierta crueldad—. Sabe que impedí que la Casa Ward hiciera un Juicio de Derecho de sangre por el Nombre de sangre de Conal Ward. Por supuesto, son pocas las personas que querrían ese linaje, usado como está, pero usted ansia poseerlo, ¿quiaf?
Vlad apretó los dientes.
—Sé que usted había pedido que no se celebrara ningún Juicio de Derecho de sangre por ese nombre y que el Khan Phelan, en su papel de líder de la Casa Ward, estuvo de acuerdo con usted —dijo Vlad. Sabía que no debía añadir nada más, pero el odio que lo corroía por dentro lo impulsó a hacerlo—. No me sorprende que el asesino de Conal Ward estuviera de acuerdo en deshonrar el Derecho de sangre de Conal impidiendo la pugna.
Ulric arqueó una ceja.
—¿Asesino? Conal Ward murió en un Círculo de Iguales. No fue asesinado.
—Estaba desarmado y Phelan le disparó.
—Tuvo suerte de que el Khan Phelan le imputase una sentencia tan sencilla por sus crímenes.
Conal no era un criminal. Estaba haciendo lo que debía para que nos mantuviésemos fieles a lo que somos.
—Como el informe del Khan Phelan sobre la misión de la Corsaria Roja ha sido clasificado a nivel de Khanes, tendré que suponer que dice la verdad.
—Claro que lo hará, capitán de estrella —dijo Ulric con una mirada fulminante—. Usted considera una ofensa el hecho de que haya asumido el control de la galaxia Delta, la galaxia que Conal Ward dirigía.
—No opino al respecto. Lo que pongo en duda son las transferencias a esta unidad, sobre todo teniendo en cuenta que se han llevado a cabo sin que los MechWarriors en cuestión las solicitasen.
—Y solicitudes de traspaso como la suya han sido específicamente denegadas —dijo Ulric con los brazos extendidos—. Creí que valoraría una galaxia que incluyese a sus compañeros Cruzados. Creí que al compartir su opinión sobre el futuro de los Clanes tendrían una cohesión de la que carecen otras unidades.
—La tendríamos, señor, y puede que todavía la tengamos —dijo Vlad con el entrecejo fruncido—. He advertido que nuestros soldados más jóvenes han sido transferidos en masa a unidades lideradas por el Khan Phelan y la Khan Natasha.
—Los guerreros más jóvenes tienen mucho que aprender.
—Y nosotros no, ¿quiaf?
—Af. Ustedes sólo tienen que aprender una cosa.
Vlad levantó la cabeza.
—¿Cuál, señor?
—La máxima de Solón: Aprende a obedecer antes de mandar.
—No sé a qué se refiere, señor.
—Por eso está aquí.
—Debo recordar al coronel de estrella que no es necesario que utilice un lenguaje corrupto conmigo.
Ulric soltó una carcajada y dio una palmada.
—Me sorprende, Vlad. Nunca habría imaginado que pudiera hacerlo. Después de todo, ésta podría ser una operación interesante.
—¿Y cuál es, señor?
—Asesinarlo.
Asesinarme. Vlad parpadeó con expresión de sorpresa.
—Pero usted podría ejecutarme cuando quisiera, coronel de estrella. Acúseme de traición y máteme.
—No, creo que no, Vlad —dijo el Lobo, volviéndose a sentar en la silla—. ¿Quiere saber por qué he unido un destacamento con Cruzados? Usted me dio la idea. La Corsaria Roja, durante sus ataques a la Esfera Interior, capturó una serie de MechWarriors. Obligó a uno de ellos a entrar en guerra contra su propio pueblo y lo obligó con la promesa de que liberaría a sus camaradas. Enfrentando a Cruzados contra Cruzados acabaré con usted.
Vlad tragó saliva.
—Está cometiendo un acto de traición absoluta.
—¿Sí? ¿Puede mostrarme algo sobre Cruzados o Guardianes en las escrituras de Nicholas Kerensky o en las de cualquier otro gran líder de los Clanes? ¿Puede mostrarme dónde dice que persiguiesen una filosofía dominante? ¿Puede mostrarme cómo esas filosofías están unidas a los métodos de los Clanes o incluso a nuestra inquebrantable existencia?
—Es usted estúpido, coronel de estrella Kerensky, si cree que destrozando a los Cruzados entre los Lobos y los Halcones de Jade destrozará el deseo de conquistar la Esfera Interior. No hay más que seis Clanes en territorios ocupados. Existen once más y también hay Cruzados entre ellos.
Ulric volvió a extender los brazos como si fueran las puertas de un peligroso escollo.
—¿Ha olvidado la forma en que los Lobos consiguieron el derecho a estar entre los Clanes que invadieron la Esfera Interior? Negociamos nuestras posiciones y luchamos contra los otros Clanes. Somos lo mejor que tienen los Clanes. Puede que vengan otros, pero no serán el gigante que fuimos nosotros. Algunos todavía no se han recuperado de las batallas que perdieron intentando competir por un lugar en la invasión. Usted espera que sean capaces de acabar su trabajo, ¿quineg?
Las imágenes de Vlad sobre los otros Clanes, aquellos abandonados en los mundos que se utilizaron de guarida, mostraban la misma satisfacción que Ulric al hablar de ellos.
—Puede ser que diga la verdad sobre ello, pero no sobre la disposición de los Cruzados para destrozar a otros Cruzados.
—Creo que no.
—Creo que el general que no conoce a sus tropas es poco sensato.
—Vaya, sin embargo yo conozco a mis tropas, Vlad, las conozco muy bien. Piense en los Halcones de Jade —dijo Ulric, inclinándose hacia adelante y chasqueando los dedos—. La desdeñosa expresión de su rostro me indica lo que siente por ellos. Puede que sean su estirpe filosófica, pero su inflexibilidad puede debilitarlos ante el desafío. Es posible que odie al Khan Phelan, sobre todo después de que lo derrotara en combate personal y de ’Mechs, pero al menos él fue adoptado por nuestro Clan. Ni siquiera los guerreros de la Esfera Interior que han derrotado a los Halcones de Jade eran tan buenos como el Khan Phelan. Los Halcones no son el mejor Clan.
Vlad frunció el entrecejo como si aquella expresión pudiera disipar su malestar tras las palabras de Ulric. Ulric tenía razón. El siempre había creído que los Halcones de Jade se parecían demasiado al animal que les daba nombre, una criatura rapaz con un grito estridente y sin embargo demasiado frágil. Cuando los Lobos querían habituar a sus guerreros más jóvenes al combate, los enviaban a luchar contra los Halcones. Cuando querían poner a prueba a los guerreros en una lucha real, los arrojaban a los Jaguares de Humo o a los Osos Fantasmales.
Ulric asintió lentamente con la cabeza.
—Lo puedo ver en sus ojos, Vlad, como lo he visto en los ojos de todos mis guerreros. Aunque los Halcones sean Cruzados, sólo podemos perder contra ellos si nos rendimos. Aunque usted sea Cruzado, ningún Lobo se rendirá ante un Halcón. Antes la muerte.
Vlad asintió con solemnidad.
—Lo que dice es cierto.
—Lo sé. Soy un Lobo y soy su camarada, así que vendrá conmigo a la guerra contra los Halcones de Jade —dijo Ulric, reclinándose en la silla—. Y aunque todos muramos, será una muerte gloriosa.