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La fuerza y el fraude son las dos virtudes cardinales de la guerra.
THOMAS HOBBES,
Leviatán
Tharkad
Distrito de Donegal, Alianza Lirana
13 de octubre de 3057
Katrina Steiner esbozó una leve sonrisa al releer la respuesta de Thomas a su mensaje. Buena jugada, Thomas. No le gustaba que la superaran en habilidad, pero la forma en que lo había hecho era admirable. Al citar el hecho de que Sun-Tzu tenía a Isis, le estaba suplicando compasión al tiempo que vilipendiaba a Sun-Tzu. Al declarar que temía que su hija sufriera el mismo destino que Joshua, le estaba rogando que no pusiera a la chica en peligro ejerciendo presión sobre él. También dejaba claro que podía atacarla fácilmente si Isis moría y que sería capaz de hacerla responsable de su muerte.
Al principio, la mención de los mercenarios le había parecido una amenaza, ya que todavía podía decidir si los utilizaría para respaldar a Sun-Tzu. Pero al releer el texto interpretó sus palabras de un modo completamente distinto. ¿Está sugiriendo que utilice mercenarios por oposición a las tropas de la Casa? Había dado un enfoque tan indirecto al tema que el intentó de influir en ella podía parecer algo descuidado, pero ella sabía que Thomas no cometía errores así. Llegó a la conclusión de que debía de haberlo hecho intencionadamente, lo que significaba que le estaba ofreciendo una solución aceptable para él.
Katrina sonrió. Las mentes brillantes piensan igual. Ya había decidido que, si se garantizaba la intervención, recurriría a los mercenarios. Había estado estudiando cómo Thomas Marik los había utilizado en la Marca de Sarna y había advertido cómo este hecho había distanciado a su nación del conflicto. No estaba derramando la sangre de su pueblo en un reino extranjero, sino que eran soldados contratados los que corrían el riesgo. Los mercenarios eran una solución elegante al problema.
A Katrina sólo se le ocurría una unidad mercenaria a la que convocar. Los Demonios de Kell no tenían contrato —algo que su hermano había lamentado en varias ocasiones— y eran partidarios fervientes del régimen Steiner. Debían su existencia a los legados de sus abuelos maternos, y además los Kell tenían parentesco con ella a través de su madre.
Si recurría a ellos, seguro que la ayudarían.
Su sonrisa se ensanchó al recordar las recientes conversaciones con Caitlin Kell. En su última visita, le había hablado del trabajo que había llevado a cabo para involucrar a Víctor en la muerte de sus madres. Katrina podía hacer mención de ello en su petición y atraer con más fuerza a los Demonios de Kell. Si Víctor decidía que quería una confrontación militar con la Alianza Lirana, ella quería a los Demonios de Kell de su parte.
Entonces tuvo otra idea. Daniel Allard estaba al mando de los Demonios de Kell y su padre y su hermano se habían consagrado a los Davion. Puede que su petición no les resultara tan atrayente.
Se encogió de hombros.
—Sólo tendré que pasar por encima de su cabeza.
Se dirigió a su escritorio, se sentó y pulsó el interruptor que encendía la pequeña cámara holovisual. La enfocó hacia ella y apretó el botón que iniciaba la grabación. Tengo que aparentar seriedad y preocupación al mismo tiempo.
—Querido Morgan, necesito su ayuda…