Charleston, Woodstock
República de la Armonía Verde, zona de liberación de la Liga
Esto no tiene nada que ver con Solaris. Con su ’Mech a unos cinco metros por debajo de la cima de la montaña, Larry Acuff giró el retículo y lo centró sobre el perfil de uno de los Shadow Hawks de los Bandidos Chinos de Smithson. Un punto dorado parpadeó en el centro del retículo, pero refrenó su impulso de disparar las armas. Miró hacia el monitor secundario y esperó hasta que el ordenador informó de que la mayoría de los ’Mechs de su compañía tenían objetivos localizados.
—¡Fuego a discreción!
Después de dar la orden pulsó con fuerza todos los gatillos. El calor aumentó en la cabina al disparar los dos CPP y los láseres. Como si se tratara de un reluciente rayo azul, el fuego de los CPP iluminó la distancia que separaba a ambos ’Mechs y se clavó en el flanco derecho y el pecho del Shadow Hawk. Una parte del blindaje fundido se desprendió del ’Mech mientras la repentina evaporación de una tonelada y cuarto de blindaje desequilibraba la máquina de guerra. Las lanzas rubíes del láser alcanzaron los dos flancos del ’Mech, incrustándose en su costado derecho.
El piloto luchaba por mantener el ’Mech erguido, pero el ataque le había sorprendido tanto como golpeado. El Shadow Hawk se desplazó hacia la izquierda y luego hacia la derecha, cayendo sobre las manos y las rodillas. El cañón automático del brazo izquierdo del ’Mech saltó un enorme peñasco del campo de batalla que los Bandidos habían preparado y evitó que el ’Mech cayera en redondo.
De arriba abajo del frente, los Bandidos que venían del norte recibieron los disparos del Batallón Tres. Los BattleMechs, que en la distancia parecían hombres armados, mecieron los brazos para mostrar a la gente de su bando que no eran el enemigo, pero lo único que consiguieron fue convertirse en mejores objetivos y facilitar el ataque del Batallón Tres.
Su rápido desvío hacia el sur había causado serios problemas a los Bandidos Chinos de Smithson. Impacientes por llegar a sus defensas, los ’Mechs de los Bandidos, más rápidos y pequeños, se habían distanciado de los ’Mechs más pesados en su formación, lo que significaba que los ’Mechs menos potentes y más vulnerables fueron los primeros en dirigirse al Batallón Tres y los primeros en recibir la devastadora descarga.
El objetivo de Larry se levantó del suelo y se tambaleó hacia adelante. Larry volvió a apuntar con el retículo y disparó. El primer CPP desprendió una parte del blindaje del brazo derecho del Shadow Hawk. La segunda aguja del CPP se clavó en el blindaje que quedaba en el flanco derecho del ’Mech y le atravesó el pecho. Los apoyos estructurales cayeron a través de la herida abierta y aumentaron cuando el láser izquierdo del Warhammer ensanchó el agujero.
El piloto del Shadow Hawk levantó el brazo izquierdo del ’Mech y disparó el cañón automático al tiempo que el láser medio del brazo derecho alcanzaba a Larry. El rayo escarlata del láser desprendió casi una cuarta parte del blindaje del brazo derecho del Warhammer, pero Larry no tuvo problemas para compensar la pérdida de peso.
Los proyectiles del cañón automático del Shadow Hawk impactaron contra el tapón de suciedad que había en el interior del cañón. Aunque los primeros disparos de uranio contenían energía cinética suficiente para atravesar el tapón, éste detuvo la fuerza del bombardeo. Así, las dos balas siguientes estallaron a la vez. Los tres disparos se convirtieron en uno que detonó el cañón automático. Los gases expansivos del cañón que había detrás de las balas salieron disparados produciendo una llama que hizo girar el Shadow Hawk como un juguete y lo dejó caer sobre su flanco derecho.
El lado desvencijado del ’Mech se desmoronó por completo. El Shadow Hawk cayó lentamente de espaldas con el humeante brazo derecho en el suelo. La escotilla de la cabina del ’Mech explotó y el piloto salió disparado del asiento de mando. Aunque su trayectoria lo conducía a la Colina del Rey, Larry sabía que aterrizaría cerca de la ciudad y que pasaría la noche en la selva.
A lo lejos, Larry vio unas siluetas moviéndose en un extremo de la zona que habían despejado los Bandidos. Pulsó el botón de aumento de su visualizador holográfico y empezó a codificar las imágenes. A continuación pulsó otro botón para abrir la frecuencia que compartía con Phoebe.
—Líder Uno, los pesados se acercan. Dos minutos de AEE.
—Entendido, Líder Tres. Uno tiene el flanco.
—Entendido —contestó Larry, volviendo a la frecuencia táctica de su batallón—. Seguid disparando y manteneos firmes. Nosotros cocinamos las tortillas y los Bandidos son los huevos. Esos idiotas tienen un largo camino que recorrer si quieren volver a casa y empieza justo aquí.