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Nunca, nunca, nunca creas que una guerra será tranquila y sencilla.
WINSTON CHURCHILL,
A Roving Commission
Ciudad de Avalon, Nueva Avalon
Marca de Crucis, Mancomunidad Federada
2 de octubre de 3057
Sentado en su escritorio, Víctor lanzó una mirada furtiva a Galen.
—¿Hay revueltas en Northwind, Caph, New Home y Keid?
—Sí, señor. Al parecer Sun-Tzu tenía organizaciones guerrilleras en todos esos mundos. También hubo un intento de revuelta en Epsilon Indi, pero fracasó. Tormano Liao había infiltrado la organización de su sobrino en su pueblo, pero se negaron a actuar. La rebelión se sofocó rápidamente —explicó Galen, sacudiendo la cabeza—. No entiendo cómo esas actividades guerrilleras nos han podido pasar inadvertidas.
—No se preocupe ahora por eso. Es una pérdida de tiempo.
Galen lo miró sorprendido.
—¿Estáis seguro de que queréis pasar por alto la existencia de las redes enemigas de subversión?
—No, pero esas redes no se crearon cuando usted estaba al mando. Estoy seguro de que está haciendo todo lo posible por sacar otras a la luz —dijo Víctor, reclinándose en la silla con una sonrisa en los labios—. No debemos olvidar que Sun-Tzu también está fomentando rebeliones en los mundos que mi hermana reclama. No me gusta la idea de perder Northwind, pero la mayoría de los Montañeses están estacionados en su Alianza Lirana, de modo que su deserción no nos afectará demasiado. Teníamos tropas en New Home, pero creo que era el RC de los Trigésimos Guardias Liranos y, además, su devoción por mí es de lo más cuestionable. Dejemos que descarguen contra los bandidos de Sun-Tzu por un tiempo.
Galen se sentó en la silla de cuero marrón que había frente al escritorio de Víctor y adoptó un gesto de extrañeza.
—Espero que no os moleste que os diga que vuestro modo de actuar es muy distinto al que adoptasteis durante la Invasión de los Clanes. Aquel Víctor Davion se estaría volviendo loco, moviendo tropas desesperadamente y dirigiendo estrategias para hacer frente a la invasión. Vos en cambio parecéis muy tranquilo. No lo entiendo.
El príncipe se encogió de hombros.
—Las circunstancias me tienen atado de pies y manos, así que toda la furia del mundo no me hará bien alguno. Lo primero y más importante es que no podemos empezar a predecir cuándo, dónde y cuánto atacará la Liga o los capelenses. Puede que el defensor tenga una ventaja táctica en tierra, pero a nivel estratégico la ventaja es para el atacante. El golpea nuestro punto débil y nosotros no podemos detenerlo. Es un hecho con el que tenemos que vivir.
Galen hizo un gesto de asentimiento.
—Cierto. Tenemos tropas clave en los mundos industriales, de modo que todavía estamos en posesión de ellos a excepción de Nanking. El segundo regimiento de los Bandidos Chinos de Smithson acabó con la milicia en Xuanji. Los mercenarios están arrasando, pero los informes indican que también fueron fuertemente atacados durante el combate.
Víctor extendió las manos.
—Vaya, aquí hay una situación que podría explotar. Sabemos dónde se encuentra una de las unidades de la Liga. Sabemos que ha sufrido daños y podríamos enviar suficientes tropas para detenerla, pero no tenemos las naves necesarias para hacerlo. La negativa de Katherine de devolverme mis Naves de Salto es lo más abominable que ha hecho. Planearía un ataque contra ella si no fuera porque, primero, no quiero matar a mis propios ciudadanos y, segundo, ¡no dispongo de esas malditas naves para ir tras ella!
Galen y Víctor compartieron una carcajada nerviosa.
—Sospecho, Alteza, que vuestra hermana ha tenido en cuenta ese hecho.
—Sin duda. Podríamos intentar enviar mercenarios para cubrir varios puntos, pero son pocos los que disponen de las Naves de Salto y Descenso necesarias. El Grupo W, la Legión del Sol Saliente, los Dragones de los Lobos y los Demonios de Kell disponen de transporte, pero o bien están demasiado lejos o han jurado mantenerse neutrales, de modo que no podemos utilizarlos. Además, no estoy seguro de querer contar con ellos en esta lucha.
—¿Por qué no?
Víctor lanzó un lento suspiro.
—Thomas se ha mostrado muy conservador en sus asaltos. Ha atacado los seis viejos mundos de la Liga en los que tenía tropas y aunque ha capturado dos sin llegar a las armas, todavía no ha asignado nuevos ataques a esas unidades.
—Por lo que vos sabéis.
—Cierto, y con Palabra de Blake apoderándose de las comunicaciones de los mundos conquistados «lo que nosotros sabemos» es insignificante. Pero él se ha servido de mercenarios para apoyar las revoluciones de Sun-Tzu. Puede que lo haya interpretado mal; de hecho, esta guerra confirma que no lo he interpretado bien anteriormente, pero no creo que envíe sus propias tropas de los Mundos Libres más allá de las fronteras de la antigua Liga. Si se ve obligado a hacerlo, pasará sus contratos mercenarios a Sun-Tzu y convertirá la guerra en un combate entre nosotros y los capelenses. El persigue la paz, vuelve a disponer de la Confederación Capelense para amortiguar nuestros golpes y ha conseguido una increíble victoria. Thomas no pretendía obtener grandes ganancias, declaró la guerra para conseguirlas y triunfó. Será más fuerte que nunca, lo que justificaría que la Palabra de Blake lo declare Primus en Exilio.
Víctor frunció el entrecejo.
—Pero todo esto es especulación y no vale para nada. ¿Hay alguna buena noticia?
—Dispongo de Naves de Salto para transportar al Tercer Regimiento de Combate Real a Northwind. Con todas las protestas que hay, puede que consigamos recuperar ese mundo.
—Bien, hágalo. ¿Qué más?
—En Woodstock, la Milicia de Reserva acabó con el primer regimiento de los Bandidos Chinos de Smithson. Ahora están arrasando los pequeños grupos de resistencia que quedan y Woodstock volverá a la normalidad dentro de una semana.
—¿Qué daños sufrió la Milicia?
—Al parecer no sufrió grandes daños. De ciento veinticinco BattleMechs sólo treinta y cinco han sido derrumbados, pero esperan reconstruirlos asediando ’Mechs bandidos. La mayoría de los pilotos de la Milicia sobrevivió al combate. Dos de sus oficiales estaban en los Décimos Guardias Liranos con vos, así que cuentan con líderes experimentados.
La expresión de Víctor se suavizó.
—¿Quién está al mando?
—La Kommandant Phoebe Derden es la comandante de la unidad y el Hauptmann Larry Acuff es el líder del Tercer Batallón.
—Recuerdo a Derden. Mató en cuatro ocasiones en Teniente. ¿Y Acuff? ¿No es el de la agencia de Kai en Solaris? ¿Qué está haciendo en Woodstock?
—Estaba visitando a su familia. Como aún pertenece a las Reservas lo movilizaron cuando empezó todo.
El príncipe dio un aplauso.
—Bien, envíeles un mensaje de felicitación con mi firma diciéndoles que estamos orgullosos de su éxito —dijo antes de soltar una carcajada de frustración—. Dígales también que la otra mitad de los Bandidos Chinos de Smithson los espera en Nanking, a ver si pueden pasarse por ahí en algún momento y acabar con ellos.
Galen sonrió.
—Seguro que les encanta. ¿Queréis que escriba una nota para trasladarlos a Nanking cuando dispongamos de las naves en la zona?
—Por supuesto. Se lo han ganado. Los enviaremos con los Primeros Guardias de Davion y los Primeros Ulhanos de Kathil. Formarán parte del destacamento que se apoderará del mundo. Eso los animará y no serán muchos los que pierdan la vida. ¿Quién habría dicho que una milicia acabaría con los Bandidos?
—Los milagros existen.
Víctor entrecerró los ojos.
—Hablando de milagros: ¿conocemos la identidad de la persona que obtuvo la muestra de sangre de nuestro Joshua?
—Todavía no, pero seguimos investigando.
—¿Por qué se tarda tanto?
—La Agencia de Investigaciones Criminales de Nueva Avalon ha estado investigando la conexión entre el crimen organizado y la empresa que recoge los residuos médicos del ICNA. Opinan que no deberíamos investigar el crimen doméstico, aunque esté relacionado con el espionaje.
El príncipe resopló enfadado y empezó a perder la calma.
—Comunique al director Harrison que su carrera en la AICNA corre un gran peligro. Le contestará que no pueden echarlo y usted puede decirle que puede demandar al gobierno y que garantizo que el caso no saldrá a la luz hasta que sus nietos tengan la edad que él tiene ahora. Ya verá cómo coopera plenamente en la investigación.
Galen esbozó una sonrisa.
—Vaya, el príncipe Víctor ha vuelto.
—Quiero que Harrison tenga controlado a Christopher Wobbe.
—No estoy seguro de que el dirigente de la AICNA tenga muy buena relación con el padrino de Nueva Avalon.
—Bueno, si Harrison no puede acceder a Wobbe, es que realmente merece que lo despidan. Dígale que comunique a Wobbe que el hijo de este último va a ser transferido de la prisión del club de campo donde lo encerramos por sus pequeños juegos confidenciales a una prisión en una de las lunas frías que orbitan Perdido o Nagel o en algún otro mundo tan lejano que ni siquiera se pueda ver la estrella que órbita desde aquí. Si la organización de Wobbe tuvo algo que ver con esto y no se aclara la historia de Wobbe, será mejor que pida el asilo a mi hermana porque Nueva Avalon se le echará encima.
—Eso está hecho —dijo Galen—. Y pensar que creía que nunca me divertiría en este trabajo.
El príncipe sacudió la cabeza.
—Sí que hay diversión, pero no la suficiente.
Mientras Galen escribía en su ordenador de bolsillo, Víctor pensó en el comentario de Galen de que el fuego del pasado había vuelto. No era difícil exaltarse cuando se trataba de la situación doméstica, porque las acciones necesarias eran obvias. Había cosas que hacer y le molestaba que no se estuvieran haciendo.
Sin embargo, la guerra no estaba tan definida. Además de no saber cuál sería el próximo lugar de ataque de las fuerzas de Marik y de no disponer de las naves para trasladar a las tropas y hacer frente a esos ataques, había algo más que preocupaba a Víctor. No sabía exactamente qué era, pero le inquietaba.
Antes de que pudiera analizar la situación más exhaustivamente, Galen alzó la vista e interrumpió sus pensamientos.
—Otra buena noticia es que la mujer Jenkins ha salido de peligro. Tendrá que permanecer en cuidados intensivos algún tiempo más, pero ha recuperado la conciencia. Parece que se restablecerá si sigue una terapia. Probablemente necesitará un trasplante de cadera cuando esté más estable, pero la doctora Allard y su equipo están preparados para llevar a cabo la operación.
Víctor se deshizo de sus oscuros pensamientos y sonrió.
—Bien. Que tenga todo lo que necesite. Nos hemos hecho cargo de sus gastos médicos y de manutención, ¿verdad?
—Sí, señor. Podrá rehacer su vida cuando se recupere. Ha recibido mucho apoyo e incluso se ha creado un fondo con los donativos.
—Interrumpa los trámites burocráticos y reduzca todos los impuestos.
—Sí, señor.
—¿Algo más?
—Una cosa más, Alteza —contestó Galen, echando un vistazo a su ordenador y alzando la vista de nuevo—. Acabo de recibir un mensaje de que el embajador del Condominio Draconis desearía hablar con vos.
—¿Sabe por qué?
Galen sacudió la cabeza.
—La verdad es que no, pero he visto el resumen de un análisis de los informes periodísticos del Condominio sobre la Alianza Lirana que indica que Theodore Kurita podría estar preocupado por la militarización de los mundos de Lyons. El hecho de que Katrina reclame Northwind podría interpretarse como un intento de apoderarse de Dieron.
—Eso no suena nada bien.
Debido a la relación de Víctor con Omi y al pacto que Hanse Davion firmó con su padre, la Mancomunidad Federada y el Condominio Draconis habían acordado poner fin a las hostilidades hasta que los Clanes dejaran de ser una amenaza para ambos reinos. A Víctor no le habría importado que Katherine hubiera tenido problemas para gobernar los mundos que poseía a las afueras del Condominio, pero si estallaba la guerra entre Katherine y los kuritanos de la frontera del Condominio, se vería obligado a intervenir contra Theodore.
—No puedo dar a Theodore Kurita mi aprobación para invadir la Alianza Lirana —dijo el príncipe antes de quedarse pensativo y esbozar una sonrisa—. De todos modos, podría sugerir a Theodore a través de Omi que, si el Condominio quisiera acordar con ComStar el envío de tropas «encargadas del mantenimiento de la paz», no me opondría a ello. De hecho, dado que Katherine aboga por una línea pacifista, ella tampoco debería oponerse.
—Podría salir mal.
—No si las tropas conciliadoras abandonan la frontera con nosotros, lo que reduce la presión sobre mí y deja más tropas libres para enviar a la Marca de Sarna —dijo Víctor, masajeándose las temples para aliviar los primeros síntomas de fiebre—. Creo que es lo mejor que puedo hacer ahora. ¿Está de acuerdo?
—Frustraré a su hermana reforzando el Condominio —dijo Galen tomando nota en el ordenador que tenía sobre las piernas—. Debe de haber una solución mejor, pero por ahora ésta es bastante viable.
—Estoy de acuerdo, pero si hay una solución mejor no puedo imaginarla —dijo el príncipe, encogiéndose de hombros—. Puede que sea algo simple, algo que estoy pasando por alto. Creo que empiezo a interpretar a Thomas adecuadamente, pero mi trayectoria hasta ahora no inspira mucha confianza.
—Pronto veréis lo que estáis pasando por alto.
—Espero que tenga razón, Galen. No quiero ni pensar en lo que pasará si no la tiene.