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No sé el efecto que esos hombres tendrán en el enemigo, pero, por Dios, a mí me asustan.
EL DUQUE DE WELLINGTON,
Líder militar y estadista irlandés
Wotan
Zona de ocupación de los Halcones de Jade
27 de noviembre de 3057
El Khan Vandervahn Chistu permanecía en su holotanque observando las ventanas de datos que aparecían ante sus ojos. A su derecha tenía el increíble informe de la fuerza de la Khan Natasha Kerensky, que le había llegado por mediación de las Víboras de Acero. Sus agentes le habían enviado terabytes de información acerca de los daños que había sufrido Natasha a lo largo de la campaña. La idea de que todavía dispusiera de cinco Núcleos Estelares completos le resultaba totalmente increíble en el sentido más profundo del término.
A su izquierda aparecía la fuerza del Khan Phelan Ward en los desechos polares de Morges. Su Galaxia Alfa tenía cinco núcleos estelares operativos. No se hacía referencia a la galaxia de guarnición que viajaba en su destacamento, pero el Khan Phelan había añadido dos regimientos de una unidad mercenaria —los Demonios de Kell— a sus fuerzas. Aquello le confería una fuerza de nueve núcleos estelares efectivos, una fuerza tan formidable como la que se había congregado durante la campaña de los Lobos.
El Khan de los Halcones de Jade sacudió la cabeza.
—Debéis de pensar que soy tonto.
Le costaba creer los informes que le habían enviado sobre la fuerza de Natasha. Aunque su mando había sufrido daños, era propio de ella exagerar su fuerza para acobardarlo y asustarlo. Sabía que ella esperaba que reaccionase precipitadamente para castigarla por haber intentado intimidarlo.
Natasha espera que actúe sin pensar, pero yo ya no soy el Halcón de Jade que conoció en su lejana juventud. Si hubiera sido tan retrógrado habría enviado unidades del frente a Twycross y habría desbaratado las fuerzas que había traído de Wotan con el objetivo de acabar con ella en Twycross. Ella lo habría esquivado, haciendo despegar a sus tropas en cuanto éste hubiera aterrizado, y habría saltado hacia Wotan.
Si yo tuviera su edad, no habría descubierto su subterfugio. Chistu sabía que la sustitución de una unidad mercenaria por una galaxia del Clan de la fuerza de Phelan suponía un problema porque era una galaxia más que debía tenerse en cuenta. El Khan podría haber supuesto que la mantendrían en reserva con algún propósito, pero en tal caso Phelan la habría incluido en la lista de sus fuerzas en Morges. Phelan no hacía mención de ella, pero tampoco era necesario.
Su ubicación era obvia.
—Querías demasiado, Natasha. Inflaste tus cifras para que enviara a mis mejores tropas contra ti. Mientras tanto tú me habrías atacado en Wotan —dijo Chistu sonriendo—. Y si no puedes engañarme en esto, esperas que subestime tus cifras y envíe unidades para que te machaquen. Es obvio que has reforzado tus unidades con la galaxia que le falta a Phelan. Si no caigo en la trampa de que eres más fuerte de lo que pareces, esperas que te desafíe con menos tropas de las debidas. Pero no haré ninguna de las dos cosas.
Chistu habló en voz alta.
—Ordenador, envía órdenes a la Galaxia Delta de que informe a Wotan —dijo. Los Núcleos Estelares operativos de Wotan eran cuatro, la misma cantidad de la que Natasha había informado—. Informa de la posición de Phelan en Morges a los peregrinos y la Galaxia Omicron y diles que acaben con él y los mercenarios, sin dar cuartel. Envía las siguientes unidades a Twycross: Quinto Núcleo Estelar de Garra, Sexto Núcleo Estelar de Guarnición Provisional, Octavos Soldados Halcones y…
El tono de Chistu disminuyó mientras pensaba en la última unidad que enviaría. Las tres primeras eran tropas de segunda línea del mismo calibre que las que Natasha había utilizado durante su campaña. Serían suficientes para infligir graves daños, especialmente en el tipo de lucha que tendría lugar en medio de las inacabables tormentas de arena de Twycross. A él le habría bastado con enviar una cuarta unidad de guarnición, pero Crichell le preguntaría por qué había hecho aquella elección si ya disponían de unidades del frente lo bastante buenas en Wotan. Pero él necesitaba otra unidad, una con la que pudiera contar para agredir a Natasha. Necesitaba la unidad para aparentar, sobre el papel, que había hecho una buena elección, la elección apropiada.
Esbozó una fría sonrisa.
—… y los Guardias de los Halcones. Su misión es destrozar la fuerza expedicionaria de la Viuda Negra. Será su último acto de redención. Si triunfan, la facción Pryde me lo deberá.
Y si fracasan… un rival menos por el que preocuparse.
Los Guardias de los Halcones encajaban perfectamente en el plan. Eran tan deshonrosos como la propia Natasha y, si los enviaba a Twycross, escenario de su más mortificadora derrota, conseguiría debilitar su capacidad de lucha. Ablandarían a Natasha y él la mataría en Wotan.
Así se convertiría en el nuevo ilKhan y conduciría a los Clanes a su destino.