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Los países neutrales nunca dominan los acontecimientos. Siempre se hunden. Sólo la sangre mueve las ruedas de la historia.

BENITO MUSSOLINI

Palacio de Marik, Atreus

Mancomunidad de Marik, Liga de Mundos Libres

23 de mayo de 3057

Sun-Tzu Liao inhaló la paz que se desprendía del estudio iluminado con velas de Thomas Marik y se puso a hacer la maleta sin perturbar la serenidad de la sala. Seguro que Thomas esperaba que estuviera enfadado, pero él tenía más que ganar si lo despistaba. Si un enemigo no puede definirte, tampoco puede empezar a destrozarte.

—Gracias por recibirme esta noche, capitán general —dijo Sun-Tzu, mostrando un holodisco—. Recibí su mensaje y pensé que sería mejor que se lo comentase personalmente.

Thomas Marik se giró desde el resplandor del fuego de la chimenea para mirar a Sun-Tzu. El brillo de la lumbre iluminaba el lado izquierdo del rostro del capitán general y dejaba en penumbra la mitad llena de cicatrices.

—Por favor, Sun-Tzu, póngase cómodo.

El joven se detuvo e hizo un saludo militar antes de adoptar una postura más relajada con las manos tras la espalda. La precisión militar del movimiento incomodó a Thomas, como si Sun-Tzu buscase la confrontación; precisamente lo que pretendía. Su rostro no mostró un atisbo de emoción, pero el tono suave de su voz denotaba cierta compasión.

—Lamento que la salud de su mujer esté empeorando. Pese a lo mucho que deseo poner fin al retraso y fijar una fecha para mi boda con su hija, sería inhumano por mi parte importunar su dolor. Si hay algo que yo o mi nación podamos hacer…

Thomas sacudió la cabeza y la luz de las llamas iluminaron de blanco las cicatrices que se entrecruzaban en el lado derecho de su rostro.

—Está recibiendo el mejor tratamiento. Aunque la enviase a Nueva Avalon, su vida sólo se prolongaría unos años más como mucho. Si se queda en casa, le quedan unos tres años de vida, aunque las heridas de sus pulmones son irreparables. Dada la debilitante naturaleza de su condición, ella misma ha decidido cuándo desea morir.

Sun-Tzu entrecerró sus verdes ojos.

—Entonces no he entendido bien su mensaje, puesto que no interpreté que era ella la que había decidido poner fin a su propia vida.

—Sophina era la duquesa de Oceana antes de que me casase con ella hace nueve años. Tal vez, como Oceana no ha sido nunca un mundo rico, sus habitantes han desarrollado una tradición según la cual los enfermos terminales no intentan prolongar sus vidas. Creen que el dinero y los recursos deben ser destinados al bien de la comunidad —explicó Thomas antes de detenerse y adoptar una lastimera expresión—. Yo haría cualquier cosa por tenerla a mi lado el mayor tiempo posible, pero la quiero demasiado para ver cómo su vida se extiende más de lo que ella desea.

Sun-Tzu advirtió el dolor de Thomas y pensó que tal vez podría servirse de él en el futuro. Si yo quisiera tanto a alguien, le obligaría a someterse a un tratamiento. Eres un tonto débil y pasivo, Thomas Marik.

—Demuestra gran valentía aceptando su decisión. Si me casara con su hija Isis, no creo que fuese capaz de dejarla ir tan fácilmente.

El ojo ensombrecido de Thomas relució al mirar a Sun-Tzu.

—Aunque cualquier padre desearía que su hija se casase por amor, yo sé que el amor no forma parte de su deseo de casarse con la mía. Lo único que ama es el poder que ella llevaría al lecho matrimonial: la oportunidad de dirigir la Liga de Mundos Libres.

—No, Thomas, lo que Isis me aporta es un vínculo más estrecho entre mi Confederación Capelense y su reino.

Thomas soltó una sonrisa de incredulidad.

—¿Se trata de eso, Sun-Tzu? ¿Y usted lo considera algo positivo?

Sun-Tzu titubeó, incapaz de interpretar el repentino cambio de humor de Thomas.

—Yo sí, igual que usted.

—Podría ser —dijo Thomas, dándose golpecitos en la barbilla con el dedo—. Tal vez debería proponerle matrimonio a su tía Candace para conseguir la unión de la Comunidad de Saint Ivés con la Liga de Mundos Libres y casar a Isis con su primo Kai. De este modo, lo destronamos y fusionamos los tres reinos.

El joven sintió unos helados tentáculos de terror deslizándose por sus tripas.

—Según los vídeos sensacionalistas de la Mancomunidad Federada, mi primo Kai está prometido con una mujer de la que se dice que es la madre de su hijo. La ha llevado a Saint Ivés y se la ha presentado a su madre. Estoy seguro de que Kai se casará con ella aunque sea una ciudadana de la Mancomunidad Federada. Supongo que pronto anunciarán la boda.

—¿Y usted desea fijar la fecha de su boda con mi hija antes de que Kai anuncie la suya?

Sun-Tzu sacudió la cabeza y seleccionó las palabras, subiendo con delicadeza el tono de voz a medida que hablaba.

—Usted, como muchos otros, interpreta mis acciones como reacciones a lo que hace mi primo. Puede que sea cierto que mi madre decidiese concebirme al enterarse de que su hermana estaba embarazada, pero esa rivalidad familiar no se extiende a mi generación.

Thomas levantó una mano e hizo un gesto para que Sun-Tzu bajara el tono de voz.

—Entonces ¿por qué protesta con tanta vehemencia?

—Vaya, usted me sugiere que tenga miedo al futuro. No hay defensa posible para ese cargo. Sin embargo, puede que tenga en cuenta que es usted el que evita afrontar la realidad del futuro de la Liga de Mundos Libres.

—Usted tan impertinente como siempre, Sun-Tzu —dijo Thomas, en un tono calmado—. Pero mi curiosidad le ruega que continúe.

—No niegue que fue educado para convertirse en un experto ComStar…

Los ojos marrones de Thomas brillaron de enojo.

—Fui educado para convertirme en un Marik.

—Discúlpeme, señor, pero como séptimo hijo de Janos Marik no tenía muchas esperanzas de heredar su poder. Creo que entró a formar parte de ComStar cuando tenía dieciséis años y a los treinta y uno su padre decidió nombrarlo heredero. No fue hasta los cuarenta y cuatro cuando empezó a gobernar en nombre de su padre. Entonces, todo el mundo creyó que había muerto en la explosión de la bomba que mató a su padre y a su hermano menor. Cuando volvió a aparecer sano y salvo un año y medio más tarde, fue sólo porque ComStar había cuidado de usted en secreto. Perdone que no subestime la influencia que ComStar ha tenido en su vida.

Thomas levantó la cabeza.

—¿Y cree que esta influencia es lo que lo induce a decir que no soy realista en cuanto al futuro?

Sun-Tzu sacudió la cabeza en un gesto de arrepentimiento, intentando ganar tiempo para abrirse camino entre el veneno que se desprendía de la pregunta de Thomas.

—Las preocupaciones de ComStar y, de hecho, sus áreas predilectas de investigación se han centrado en la recuperación de la tecnología perdida tras el colapso de la Liga Estelar hace tres siglos. Es obvio su interés, señor, cuando discute asuntos técnicos con los especialistas —dijo, extendiendo los brazos—. Tal vez, la razón de rodearse de velas, libros y otras antigüedades es que le sirven para refugiarse de las complejidades de la vida moderna en la Esfera Interior.

Este año cumplirá los sesenta y seis, señor, y, aunque muchos de nosotros podemos aspirar a vivir al menos otras tres décadas pasada esta edad, la esperanza de vida de los dirigentes de la Esfera Interior no es tan elevada. Dentro de cuatro años tendrá la edad que tenía Hanse Davion al morir, y él murió por causas naturales. Takashi Kurita, Melissa Steiner, mi madre e incluso Ryan Steiner murieron prematuramente en manos de un asesino.

Thomas arqueó una ceja.

—Eso podría interpretarse como una amenaza, Sun-Tzu.

—Es la realidad, señor. Por supuesto, usted es consciente de que no tendría motivo alguno para asesinarlo hasta que su hija y yo no nos casásemos.

—Una razón excelente para no permitir jamás esa unión.

—Un razonamiento comprensible, pero erróneo. En este momento, una alianza entre la Liga de Mundos Libres y la Confederación Capelense significaría que Víctor se lo tendría que pensar dos veces antes de intentar acabar lo que su padre empezó hace treinta años. Con usted como capitán general, Víctor no se atreverá a atacar a la Confederación Capelense. Si usted es asesinado después de que me case con Isis y ella se apodera del trono, Víctor podría enfrentar a las diversas facciones de la Liga de Mundos Libres con sólo señalarme como enemigo común. Ellos nunca apoyarían a Isis y mi reino moriría.

—Entonces, lo mejor que puede hacer es mantenerme con vida.

—De hecho, ése es mi deseo. Si muriera antes de que me casara con su hija, la situación empeoraría para su nación. Usted unifica la Liga de Mundos Libres, consolida los Caballeros de la Esfera Interior y, de este modo, proporciona a su gente un ideal elevado al que poder aspirar —dijo Sun-Tzu, evitando añadir «pese a lo estúpido y anticuado que es». Se aseguró de que sus labios no reflejaran la sonrisa de su corazón y prosiguió—. Sin usted, esta confederación de mundos se balcanizaría y Víctor la engulliría poco a poco.

El capitán general asintió con condescendencia.

—Lo pinta todo muy negro, Sun-Tzu. Es como si no viera modo alguno de evitar una guerra contra Víctor Davion.

—Ninguno.

—¿Y cuál es la solución?

—Tengo una, pero no creo que quiera oírla ahora —contestó Sun-Tzu, con el entrecejo fruncido, mientras la tenue luz acentuaba las arrugas que tenía en la frente y alrededor de sus achinados ojos—. Como sabe, tengo agentes y elementos subversivos por toda la Marca de Sarna ocupada. Utilizan varios nombres y varios aspectos. Yo siempre los he utilizado para investigar y poner a prueba.

—¿Poner a prueba el movimiento por una Capela Libre de su tío Tormano?

—Eso es lo que parece, ¿verdad? En realidad estoy poniendo a prueba a Víctor y a sus reacciones ante mis acciones. Está preocupado por los Clanes y, de momento, deja que otros se ocupen de los problemas de su reino. Ha encomendado a su hermana la tarea de curar las secuelas de la rebelión de Skye. Antes utilizaba a mi tío Tormano para neutralizar mis operaciones en el territorio ocupado, pero ahora Kai ha asumido el control del movimiento por una Capela Libre. Antes de la invasión de los Clanes, Hanse Davion y Melissa habían intentado integrar las Comunidades de Sarna y Tikonov en la Mancomunidad Federada. Ahora, Víctor las trata como si fueran provincias coloniales mientras se prepara para enfrentarse a los Clanes.

—Si está tan preocupado por la guerra contra los Clanes, ¿por qué debería enfrentarse a nosotros?

—Es un Davion. Lleva la duplicidad y el oportunismo en la sangre.

Thomas sonrió.

—Usted lo ve como la reencarnación de su padre.

—No, Sun-Tzu, lo veo como una mezcla de ambos. Tiene la capacidades marcial y gubernamental de su padre y la visión de futuro de su madre. No las ha afilado hasta el punto de su padre, pero todavía es joven. Como usted.

—Tal vez, Thomas, pero yo he estudiado historia y preveo lo que está por venir. Tarde o temprano, y me temo que será más temprano que tarde, Víctor Davion se dará cuenta de que la única manera de vencer a los Clanes es unificando la Esfera Interior. Ese día, vendrá a por nosotros.

Thomas asintió lentamente, pensativo.

—¿Y tiene algún plan para derrotarlo?

—Sí, uno que requiere constante revisión y mejora.

Cuando esté preparado para enfrentarse a Víctor Davion, yo le revelaré el plan —dijo Sun-Tzu, con una reverencia antes de girarse hacia la puerta. Antes de echar a andar, se detuvo—. Hay algo que tengo claro, señor, y es lo siguiente: cuando la guerra es inevitable, es mejor luchar en terreno enemigo que en el propio.

—¿Un ataque preventivo?

—Si la supervivencia es el objetivo, señor, ¿no preferiría matar a la cobra antes de que atacase?

Sun-Tzu volvió a inclinarse, se giró y salió de la habitación con un ligero portazo. Y si todavía no eres capaz de ver la sabiduría de mis palabras, Thomas, tendré que encontrar el modo de dejártelo más claro.

En pie de guerra
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