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Puede que estés obligado a disputar una guerra, pero no estás obligado a utilizar flechas envenenadas.
BALTASAR GRACIÁN Y MORALES,
Agudeza y arte de ingenio
Ciudad de Avalon, Nueva Avalon
Marca de Crucis, Mancomunidad Federada
1 de noviembre de 3057
Con el sudor rodándole por las temples y los pulmones bombeando a toda velocidad, Víctor Davion apoyó las manos sobre las rodillas para recuperar el aliento. Tenía la garganta un poco seca, pero aquello era consecuencia del aire del gimnasio. Los ejercicios a puertas cerradas eran una de las pocas concesiones que Curaitis le había hecho. La pista interior, que se elevaba seis metros por encima de las tres pistas de baloncesto del gimnasio, era corta pero estaba construida a base de madera y cubierta de una goma que se suponía que era menos perjudicial para las rodillas.
Y es probable que Curaitis haya encargado una capa o dos de ropa balística en caso de que un asesino intente dispararme a través de ella. Víctor se puso de nuevo en pie y echó a andar alrededor de la pista de ciento sesenta metros en dirección a la zona sureste del gimnasio. Galen se había detenido tres vueltas antes para utilizar el teléfono de pared y contestar a su bíper.
Una fría ráfaga atravesó la fina tela de la camiseta y los pantalones de Víctor y le erizó la piel. Galen acababa de colgar el teléfono en el receptor y, al girarse para mirar al príncipe, éste pudo ver el enojo y el desconcierto que pugnaban por apoderarse de su rostro.
—¿Queréis que os aumenten las pulsaciones o es mejor que deje las malas noticias para la oficina? —preguntó Galen.
Víctor sonrió y recogió la toalla de un rincón de la pista.
—No pueden sen tan malas, Jerry, especialmente después de las noticias de esta mañana. Morgan Kell ha rechazado la solicitud de ayuda de Katherine para enfrentarse a Sun-Tzu. Puede que seamos lentos organizando el contraataque, pero en general estoy satisfecho con la evolución de las cosas. ¿La noticia todavía puede estropearlo?
—Sí. El que llamaba era Curaitis. Tienen al agente que consiguió la muestra del ADN de Joshua.
La expresión de Víctor se iluminó.
—¿De quién se trata?
Galen bajó la vista.
—De una agente.
¿Katherine? Víctor se secó la cara con la toalla y miró a Curaitis.
—¿De quién se trata?
—De Francesca Jenkins.
Víctor, atónito, se sentó de golpe en la pista.
—Así que es ella…
—Sí, la que detuvo a los agentes de Sun-Tzu.
—Pero… —dijo Víctor, con el entrecejo fruncido.
Sabía que habían cambiado al personal que trabajaba con Joshua cuando introdujeron al doble. Si Thomas había decidido poner un agente suyo para vigilar a Joshua, ¿por qué lo había hecho entonces? ¿Por qué no desde el principio? No tenía sentido, a menos que Marik se hubiera enterado de que Sun-Tzu atacaría el hospital.
El príncipe volvió a mirar a Galen.
—¿Qué ha dicho Curaitis?
—Que habían examinado dos veces a todos los que habían estado en contacto con Joshua y todos habían salido limpios. Al volver a comprobar las revisiones previas se le ocurrió que Francesca era la única que no había pasado un segundo examen. Un equipo de forenses fue a su apartamento con un peine de púas finas —explicó Galen con una sonrisa—. Si no hubierais sido tan generoso asegurándoos de que se estaban cubriendo sus gastos, el lugar habría estado limpio y no habríamos descubierto nada. Pero por suerte encontraron una pequeña bolsa de plástico con una muestra de ADN que coincidía con la del doble de Joshua en el fondo del congelador. Curaitis dice que el residuo químico del líquido indica que hizo el experimento con un botiquín escolar.
Víctor sacudió la cabeza.
—¿Cómo es posible? Ella… Recuerdo haber leído su perfil… Ella era de Avalon. Su padre era un MechWarrior.
—Que asesinó a su madre y después se suicidó.
—De acuerdo, no es muy educativo, pero recibió ayuda y lo superó. ¿Cómo se convirtió en una agente de la Liga?
Galen se apoyó en la barrera de protección del interior de la pista.
—Según su tía, que fue quien la acogió, la chica pasó tres veranos en Castor con sus «abuelos». Su madre era de Castor y su nombre de soltera era Jirik, pero sus padres reales murieron antes de que vuestro padre arrebatase Castor a Marik. Curaitis cree que la Inteligencia de la Liga llevó a cabo una operación, dirigida por la embajada de aquí en el momento de la muerte de su madre, para convencer a Francesca de que se convirtiera en agente. La reclutaron, la entrenaron y la dejaron aquí como espía. Llenaron su soledad y le inculcaron su devoción por la Liga para compensar el espantoso recuerdo de su padre.
—¡Y ese hijo de puta de Thomas tiene la desfachatez de llamarme malvado!
Galen carraspeó antes de que Víctor prosiguiera.
—Alteza, la creación y la conversión de agentes raramente tiene una intención benévola.
Víctor asintió sin mucha convicción.
—Lo sé, lo sé. Entiendo la teoría, pero la práctica se te escapa de las manos cuando observas casos específicos. En fin, ¿cómo está la mujer?
—Por ahora se mantiene estable. Parece ser que no ha sufrido daños permanentes. El trasplante de cadera fue bien y con un año de terapia estará como nueva.
Víctor entrecerró los ojos.
—¿Esta información sobre sus falsos abuelos podría utilizarse para hacerla confesar?
Su consejero de Inteligencia se quedó pensativo.
—Parece que sí.
Víctor miró fijamente hacia la pista.
—A ver si entiende esto: Francesca Jenkins es un problema para mí. He apostado mucho por ella y se ha convertido en la heroína de la Mancomunidad Federada. Si sale a la luz que es una agente de la Liga, tanto a mí como a todo el Departamento de Inteligencia se nos tachará de estúpidos. En cambio, si muere y desaparece del mapa, deja de ser un problema.
—No estaréis pensando en asesinarla.
—Por supuesto que no. Pese a lo que ha hecho mostró una gran valentía al enfrentarse a los agentes liaoitas y no puedo pagarle con la muerte. De hecho, no me gustaría llevarla a juicio por lo que hizo. Es obvio que es muy fuerte. Si nos centramos en cómo la utilizaron, podemos reconvertirla en una poderosa arma contra nuestros enemigos. De este modo pagará por lo que hizo, salvará nuestra reputación y, si hacemos que sufra un embolismo o algo así y muere, nadie la buscará para revelar su secreto.
Galen asintió con la cabeza.
—Conozco otros casos en los que una muerte falsa ha hecho maravillas para borrar vínculos con el pasado.
—Gracias por su experta opinión —dijo Víctor con severidad—. Hable con Curaitis y averigüe lo que piensa al respecto. Si está de acuerdo, cambien su fisonomía, pero manténganla guapa, y entrénenla.
—¿Creéis que podríais utilizarla contra la Liga?
Víctor se encogió de hombros.
—La Liga, Sun-Tzu o puede que incluso mi hermana. Compréndame, Jerry, no quiero un asesino, no quiero volver a contratar a uno. Lo que sí quiero es un agente lo bastante audaz para tender una trampa a mis enemigos.
Se puso en pie y se llevó la toalla a los hombros.
—Creo que Francesca Jenkins podría ser eso precisamente.