Palacio de Marik, Atreus
Mancomunidad de Marik, Liga de Mundos Libres
Sun-Tzu Liao se esforzó por mantener una sonrisa neutra. Habían pasado cinco semanas desde que había dado la orden de ataque a sus operadores de Nueva Avalon. No le importaba que sus posibilidades de ganar fueran ínfimas. Si conseguían una muestra de sangre y hacían un escáner Patmat, Sun-Tzu alteraría los resultados y se los presentaría a Thomas para demostrar que se había producido un cambio. Si fracasaban y morían en el intento explicaría a Thomas su sospecha y convencería a su futuro suegro para que lo apoyase en la lucha contra Víctor.
Aunque su proposición no admitía la derrota, la espera había empezado a corroerlo como una enfermedad. Al principio, cuando no obtenía respuesta, temía que sus agentes hubieran sido descubiertos y hubieran revelado su plan. Luego empezó a pensar que los agentes habían pensado que era una misión imposible y que habían abandonado. Le pareció una humillación y culpó a su madre por no haber dispuesto de mejores agentes de Inteligencia para la Mancomunidad Federada.
Fue entonces cuando llegó la citación de Thomas. En el instante en que el capiscol de la Palabra de Blake condujo a Sun-Tzu al despacho de Thomas, el joven pudo advertir por la expresión de Thomas que su operación había triunfado. Le parecía sorprendente que Víctor Davion tuviera un control tan poderoso sobre los medios de comunicación que no hubiese permitido difundir la noticia de la invasión, pero era obvio que Thomas sabía algo y, por su mirada de preocupación, algo no muy bueno.
—Le agradezco que haya venido con tanta rapidez.
Sun-Tzu hizo una reverencia.
—Es un placer presentarse ante usted, capitán general.
—Me gustaría que así fuera, canciller Liao, pero me temo que esta vez no será un placer —dijo Thomas, reclinándose en la silla con un fuerte suspiro—. Preveo dificultades y necesito que me haga una serie de favores. No sé si tengo derecho a pedírselos, pero debo intentarlo.
Sun-Tzu se sorprendió cuando Thomas se refirió a su título, pero no hizo comentario alguno. La consternación del capitán general le llamó la atención de la misma forma que un ratón de campo atravesando una llanura atraería la aguda visión de un halcón.
—Sería un honor para mí poder estar a su servicio, capitán general.
Thomas hizo un gesto de asentimiento sin prestar mucha atención a la respuesta de Sun-Tzu.
—Usted mantiene y apoya una serie de fuerzas revolucionarias en la Marca de Sarna, ¿no es así?
—Sí. Mis Zhanzheng de guang actúan en varios mundos Davion. También mantengo contactos con ciertos grupos partidarios de Liao.
—Bien —dijo Thomas—. Se ha producido una situación que me obliga a entablar negociaciones con Víctor Davion. Me gustaría utilizar a sus agentes de la Marca de Sarna para presionarlo y conseguir que confiese ante mí. Para ello, quiero crear la impresión de que tenemos diferentes puntos de vista sobre ciertos asuntos. Saldrá inmediatamente y volverá a su capital en Sian.
Sun-Tzu arqueó una ceja.
—Sé que ésta no es su intención, capitán general, pero algunos podrían interpretar sus palabras sobre nuestro fingido distanciamiento y la agitación provocada por mis tropas de la Marca de Sarna como un intento por mantenerme alejado para conspirar con Víctor Davion la escisión de mi reino. Yo no lo creo así, pero puede que alguien lo piense.
Thomas abrió la boca como si fuera a hablar, pero se detuvo antes de hacerlo. La cerró de nuevo y se concentró para meditar sus palabras.
—Estoy de acuerdo en que podría causar esa sensación. ¿Qué podría hacer para demostrarle que no es mi intención arrojarlo a ese lobo voraz?
—Tenemos pendiente el asunto de la fecha para mi boda con su hija.
—Sí, Isis —dijo el capitán general con aire pensativo—. Dentro de seis meses anunciaremos que la boda tendrá lugar al cabo de otros seis meses a partir de ese momento.
—Me parece razonable, pero los pactos tienden a romperse. No es que quiera acusarlo de algo así, pero si se produjera un golpe…
—Tiene razón. Llévese a Isis a Sian. Puede tenerla como rehén del mismo modo que Víctor tiene a mi… —dijo Thomas con un tono de voz cada vez más inaudible. Acto seguido, se cubrió el rostro con ambas manos.
Aquí pasa algo. ¿Acaso mi operación ha demostrado que Víctor había sustituido a Joshua por un doble? ¿Es capaz de haber cometido tal estupidez? Sun-Tzu reprimió una expresión de júbilo.
—No será mi rehén, Thomas, sino que la trataré como mi futura esposa.
—Sí, confío en que la protegerá —dijo Thomas con desdén, alzando la vista hacia Sun-Tzu—. Recompensaré sus esfuerzos por crear esta presión y mis tropas estarán preparadas para atacar a los invasores Davion en caso de que decidan atacarlo a usted. También pediré al ejército capelense la movilización de sus tropas para dificultar las cosas a la Inteligencia Davion.
—Muy bien —dijo Sun-Tzu con un gesto de asentimiento—. ¿Cuándo salgo?
—Esta semana. El capiscol Malcolm lo ayudará a enviar las órdenes a sus elementos subversivos para que empiecen a actuar antes de su llegada a Sian. Debe estar allí a mediados de septiembre, pero quiero que el asunto ya esté encarrilado para entonces.
—Así será, Thomas —dijo Sun-Tzu con una sonrisa de orgullo en los labios—. Juntos enseñaremos a Víctor las lecciones que su padre nunca aprendió.