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Un ejército de ciervos dirigido por un león es más temible que un ejército de leones dirigido por un ciervo.
Atribuido a CHABRAIS
Denizli
Zona de liberación del Clan de los Lobos
7 de noviembre de 3057
Natasha tuvo que hacer esfuerzos para no gritar del dolor que sentía en el lumbago y las piernas. Se sentó cuidadosamente en su taburete de campo y se inclinó hacia adelante para desentumecer la espalda. La aguda punzada que le bajaba desde la cadera hasta los ligamentos de la pierna le entrecortaba la respiración. Había estado a punto de gritar, pero su voluntad de hierro había transformado el enojo en un analgésico.
Alzó la vista cuando un grupo de hombres y mujeres jóvenes entraron en la tienda.
—Tenéis informes para mí, ¿quiaf?
Uno de los hombres asintió con la cabeza y sus largas trenzas se mecieron con el movimiento.
—El 341.° Núcleo Estelar de Asalto alcanzó sus objetivos y sufrió un veinticinco por ciento de bajas. Esto deja al Núcleo con un cuarenta y ocho por ciento de ’Mechs para la campaña y un cincuenta por ciento de pilotos. A nivel operativo, funciona al cincuenta y dos por ciento y, si se me da una semana para salvar y reparar piezas, puedo conseguir que llegue al cincuenta y cinco por ciento.
—Bien, Ramón —dijo Natasha antes de mirar a Serena Fetladral—. ¿Cómo se conserva el 352.°?
—Los Lobos de Plata han perdido el cincuenta y cinco por ciento de nuestros ’Mechs y el doce por ciento de nuestros pilotos. Puedo conseguir la mitad de su operatividad tras una semana de reparaciones.
—Bien. ¿Darren?
El capitán de estrella del Tercer Núcleo Estelar de Combate, Darren Fetladral, compartía con su prima la mirada distante y la postura encorvada de los hombros.
—Dentro de una semana yo también puedo tener mi Núcleo Estelar al cincuenta por ciento. He perdido más pilotos, pero tengo buenos técnicos que están curando a mis heridos y reparando los ’Mechs rápidamente.
El último hombre, Marco Hall, sacudió la cabeza.
—Khan Natasha, sus Arañas de los Lobos han disminuido un cuarenta por ciento en ’Mechs, incluyendo el suyo, y un diez por ciento en pilotos.
—¿Incluyéndome a mí, Marco?
El hombre hizo un gesto negativo.
—Aunque estuviera muerta, incinerada o metida en un proyectil y lanzada, tendría esperanzas de que matara a alguien, de modo que no está incluida en el total.
Natasha adoptó una expresión adusta.
—¿Y la Quinta y Sexta Garra de los Halcones han quedado destrozadas?
Ramón Sender se cruzó de brazos.
—Ni rastro. No queda ni rastro de ellas.
—Excelente. Disponéis de una semana para las reparaciones y de otra para el viaje. Entablaremos combate en Twycross hacia el veinte. Ahora descansad. Lo merecéis. Retiraos.
Nadie se movió. Han esperado más tiempo para hablar conmigo del que yo jamás habría esperado. Son buenas tropas. Natasha levantó la cabeza pese al dolor de espalda.
—Tenéis permiso para hablar libremente, pero no todos a la vez.
Ramón, el oficial más veterano de todos, tomó la palabra.
—Me han informado del mensaje que ha enviado a Twycross. Ha advertido a las Víboras de Acero que, si no retiran los cuatro núcleos estelares de la roca en la que se encuentran, las hará picadillo. Ha incluido datos en nuestros núcleos para que parezca que han sido generados tras este combate* pero en realidad se trata de la fuerza de nuestra precampaña. Mientras que el Undécimo Núcleo Estelar de Combate todavía no ha entrado en acción, pese a haberlo incluido en el total, seguimos teniendo la fuerza de guarnición de las Víboras de Acero. Como sabe, su guarnición está formada por unidades del frente, del mismo modo que nuestra fuerza de asalto, y se encuentra estancada.
Serena miró a Ramón y luego a Natasha.
—El ataque a Twycross podría ser la lucha definitiva para nosotros y todos sabemos que quiere llegar a Wotan.
—¿Me estáis preguntando si estoy loca o queréis saber si voy a enfrentarme a las Víboras de Acero en Twycross?
La mirada de Darren Fetladral denotaba cierta tensión.
—Lo que queremos saber es cómo quiere que consigamos nuestros objetivos.
Natasha sonrió y sintió cómo disminuía el dolor.
—Otras tropas, las tropas de los Halcones de Jade o la mayoría de las de la Esfera Interior, ya se habrían amotinado, pero vosotros no lo habéis hecho. Sois los mejores guerreros que puede tener un comandante. Dicho esto, dejad que responda a vuestras preguntas.
»Lo que quiero es alardear de nuestra fuerza para que las Víboras de Acero decidan quedarse fuera de combate. Si nos permiten utilizar Twycross para otro encuentro con los Halcones, pediré que no liberen el planeta. Espero que me hagan esta oferta cuando lleguemos a Twycross y que mi alarde de la fuerza de nuestra tropa llegue a Wotan y Chistu empiece a sudar tinta. Sabemos que Crichell ya lo estará haciendo.
Natasha dirigió una mirada a Serena.
—Mi objetivo es llegar a Wotan, pero mi intención es destrozar tantas unidades de Halcones de Jade como sea posible. Si despedazamos sus guarniciones y liberamos sus planetas, los obligaremos a dirigir las tropas y el equipo hacia el restablecimiento de su influencia en los mundos donde luchamos. Destrozando sus guarniciones también limitamos el número de tropas que pueden enviar tras Phelan.
—¿Qué tal si iniciamos una nueva invasión en la Esfera Interior? —preguntó Marco.
Natasha asintió con cansancio.
—Acaba con el ’Mech líder de una formación y los otros no tendrán a quién seguir. Chistu empieza a preocuparse. De momento ha enviado a la Quinta Garra para que ayude a la Novena. No tiene ni idea de las tropas de las que disponemos y eso lo está volviendo loco. Incluso apostando más bajo que él estamos machacando a sus tropas.
Darren asintió lentamente.
—Y el hecho de que Twycross pertenezca a las Víboras de Acero hará que el combate no forme parte del Juicio de Rechazo. Chistu enviará a sus tropas contra nosotros con la esperanza de disfrutar de una superioridad numérica, pero no la tendrá. Lo sorprenderemos destrozando todo lo que se nos ponga por delante.
—Eso espero —dijo Natasha, entrelazando los dedos y apoyando las manos sobre los muslos. Le molestaba el contacto de la tela del traje refrigerante con la piel de los brazos, pero de algún modo aquella sensación le aliviaba el dolor. Al bajar la mirada vio una mancha de sangre reseca en el traje y se preguntó si la sangre era suya o de uno de los Elementales a los que había matado tras el lanzamiento.
La Viuda Negra se puso lentamente de pie.
—La única ventaja que tenemos sobre la Esfera Interior es que no necesitamos sobrevivir a un combate para no interrumpir la cadena de la herencia genética. Nosotros podemos morir y seguir formando parte del futuro. Eso ya es suficiente para un guerrero del Clan, pero los Halcones y los Cruzados quieren más… poder y conquista. Intentan llegar demasiado lejos y yo estoy dispuesta a cortarles las alas.
Señaló hacia el cielo antes de proseguir.
—Nuestro futuro está allí fuera, con Phelan. Nuestro destino, en Twycross y Wotan. Nuestro destino es negar el futuro de los Halcones para que nuestro futuro germine y crezca.
Natasha sonrió y sacudió la cabeza.
—Debo de estar haciéndome vieja… Antes eran los demás los que hacían estos discursos.
Marco le hizo un guiño.
—Nuestro deber es matar a los Halcones.
—Sí —dijo la Viuda Negra, entrecerrando un ojo y simulando que disparaba con la mano derecha—, y yo siempre he creído que una acción vale más que mil palabras.