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El 14 de junio de 1944, acompañó Thomas Lieven al oficial inglés y a Bastián Fabre en el coche-comando del SD hasta cerca de la frontera española.
—Mucha suerte, teniente coronel. Y recuerde nuestra conversación en el coche-cama.
El inglés saludó en silencio. De nuevo las lágrimas se agolparon a los ojos de Bastián cuando abrazó a Thomas.
—Tú regresa lo antes posible -le dijo Thomas-. Nos volveremos a ver en Marsella. La guerra va a terminar muy pronto.
Este convencimiento lo debía Thomas Lieven al aparato de radio en el coche-comando. Durante horas escuchaba a diario las emisoras alemanas y aliadas.
Por lo que oía por la radio, dispuso Thomas su plan de batalla. Regresó a Marsella. Vigiló día y noche los pasos de Villeforte. Pero Thomas no atacó. Esperaba. Sabía por qué...
El 26 de junio conquistaron los aliados Cherburgo, el 9 de julio, Caen. El 20 de julio tuvo lugar el atentado contra Hitler...
El 3 de agosto cayó Rennes en manos de los aliados; el 9, Le Mans; el 10, Nantes y el frente del Loire.
Todo esto lo oía Thomas en su coche-comando. Pero todavía no atacaba.
Llegó el 15 de agosto. Desde Nápoles desembarcaron los americanos e ingleses en la Riviera. El 23 caía Grenoble.
«Ha llegado el momento», se dijo entonces Thomas Lieven.
Aquel día se presentó en el cuartel general del SD en la rue de Paradis. En el patio ardía una gran hoguera, los agentes de la Gestapo quemaban sus archivos.
—No se deje llevar por el pánico, amigo -le dijo Thomas a Rahl-. Volveremos a arrojar a los americanos al mar, de esto no puede caber la menor duda. Por orden del reichsführer SS todas sus dependencias están a mi servicio, ahora como antes..., ¿o tenía la intención de emprender la huida?
—No..., no, sonderführer.
—Lo suponía. Destíneme a dos de sus hombres de mayor confianza. Armados. Lo más probable es que tengan que hacer uso de sus armas. El individuo es el traidor más peligroso en Marsella... Dantes Villeforte.
—Villeforte..., pero si ése es...
—Un traidor, como le acabo de decir. ¿Duda usted de la urgencia de mi misión, hauptsturmführer? ¿Quiere que presente una queja en Berlín?
—Por amor de Dios..., usted manda, sonderführer.