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—... Al oscurecer... Alrededor de las dieciocho horas... Por un avión Lysander... En el convenido claro del bosque... Viva Francia... Viva l libertad... Buckmaster... Fin -descifraron cinco hombres y una mujer el texto Morse que acababan de recibir en un viejo molino a orillas del Creuze. Se pusieron en pie, se abrazaron y bailaron llenos de alegría.

Hacia las tres de la madrugada se fueron todos a dormir.

Yvonne le había rogado antes a Thomas que le llevara las instrucciones sobre el funcionamiento de la emisora a su habitación. Thomas, provisto de una instrucción inglesa auténtica, llamó a la puerta. Estaba muy cansado. Estaba muy triste. Recordaba ininterrumpidamente a Chantal...

—¡Un momento! -oyó la voz de Yvonne al otro lado de la puerta.

«Se estaría desnudando y rápidamente se habrá echado algo encima», se dijo Thomas.

Esperó unos instantes y luego oyó de nuevo la voz de la mujer:

—¡Puede usted entrar, mon capitaine!

Thomas abrió la puerta.

Estaba en un error. Si Yvonne llevaba algo encima cuando él llamó a la puerta, se lo había quitado rápidamente mientras tanto. En aquella habitación, decorada con muebles campestres, con excesiva calefacción, estaba completamente desnuda.

MENÚ
Roastbeef con verduras y dripping cake
Pudding de manzanas inglés

Moulin de Gargilesse, 4 de abril de 1943

Incluso los partisanos se ablandan, cuando cocina Thomas Lieven...

Roastbeef

Se pone en la sartén una chuleta de buey bien cortada, sin hueso, se echa abundante mantequilla muy caliente, con algo de grasa de riñón y se cuece rápidamente de todos los lados, añadiendo luego sal y pimienta. Se introduce la sartén en el horno, previamente calentado, y se deja la carne durante 45 minutos, rociándola a menudo, primero con fuego intenso, luego moderado, a ser posible, sin agua. Se puede volver varias veces la carne, pero en los últimos minutos de la cocción la parte grasa debe estar vuelta hacia arriba. Después de extraída la sartén, no debe cortarse inmediatamente. De lo contrario, pierde todo el jugo y la carne muestra un color gris. Debe dejarse reposar por algunos minutos el asado. El roastbeef puede asarse también muy bien en la parrilla, utilizando entonces la grasa rezumante para el dripping cake.

Dripping cake

Se baten cuidadosamente 5-6 huevos con 125 gramos de harina, 1/2 litro de eche y algo de sal, y se añade a la grasa caliente en la sartén, de la que ha sido extraído el roastbeef. Se deja en el horno durante diez minutos escasos con buen fuego, hasta que la masa se ha vuelto por debajo dorada y por encima ligeramente dura. Se corta el dripping cake en pedazos y se adorna en torno al roastbeef. Este plato puede prepararse también sin roastbeef encima de cuadraditos de tocino, sirviéndose como «Yorshire-Pudding».

Pudding de manzanas

Se toma medio kilo de harina fina, 250 gramos de grasa de riñón finamente picada, dejada durante la noche en agua, una cucharadita colmada de jengibre en polvo, algo de sal, se mezcla todo ello cuidadosamente. Con agua fría se prepara después una masa, que no debe quedar pegada, en las manos. Se desenrolla en una forma redonda, se coloca una servilleta en una fuente profunda, se espolvorea encima un poco de harina y se introduce la masa redondeada. Se rellena con manzanas peladas cortadas en cuatro pedazos, de una clase ácida, se comprime con fuerza la masa y se ata el paño en la parte superior. Se deja calentar el pudding con dos cucharadas de sal durante dos horas, sin interrupción, en agua fuertemente hirviendo. Se sirve sin salsa con azúcar en polvo. Es posible refinar notablemente este pudding hirviendo las manzanas cortadas con mantequilla, 100 gramos de pasas pequeñas y grandes, 50 gramos de citronato finamente picado, así como algo de azúcar y ron durante algunos minutos, antes de introducirlo en la masa.

«No -se dijo Thomas-, eso no, nunca. Primero ha recelado de mí. Ahora confía plenamente en mí y quiere demostrarlo... Oh, no, sencillamente, no puedo. Chantal, querida y difunta Chantal...»

Dejó el folleto con las instrucciones sobre una cómoda, se sonrojó como un bachiller y dijo apresuradamente: -Le ruego mil veces me disculpe. Y salió de la habitación.

Yvonne permaneció inmóvil. Sus labios temblaron. Pero no lloró. Apretó sus puños. De un instante al otro cambiaron sus sentimientos. «Ese maldito perro. Ese frío y engreído inglés. Las pagará con creces.»

Entre un abrir y cerrar de puerta una mujer dispuesta al amor se había convertido en una enemiga mortal.

Por la mañana. Yvonne había desaparecido..., ninguno de los hombres sabía adonde. En su habitación encontraron una nota:

«Me he ido a Clermont-Ferrand. Yvonne.»

El obeso alcalde estaba fuera de sí:

—¿Y quién va a cocinar ahora? Queríamos ofrecerle una cena de despedida, mon capitaine.

—Si los señores me permiten que cocine yo...

—Maldita sea, ¿sabe usted cocinar también?

—Un poco -dijo Thomas, muy modesto.

Y preparó una cena inglesa, muy inglesa... Sabía que, en caso contrario, se exponía ante los franceses...

Sin embargo, su roastbeef fue del agrado de todos. Solamente las legumbres provocaron una cierta crítica por parte del alcalde:

—Dígame usted, ¿lo cuece todo solamente en agua salada?

—Sí, así es como nos gusta a nosotros los ingleses -contestó Thomas, mientras se sacaba de la boca un par de pelos del bigote.

Llevaba una conversación doble puesto que al mismo tiempo le explicaba el profesor Débouché que la falsificación de documentos en Clermont-Ferrand no era tal como ellos deseaban.

—Los controles exigen continuamente credenciales personales y las tarjetas de racionamiento. ¿Qué podemos hacer, capitaine?

—¿Cómo ha preparado usted la salsa para el roastbeef? -preguntaba al mismo tiempo el alcalde.

—Una después de otra -respondió Thomas Lieven-. La salsa la he preparado con huevos, leche y harina.

Luego se volvió Thomas hacia el profesor Débouché. En los segundos siguientes se convirtió en el fundador de una gran central de falsificación de documentos. Dijo:

—Tienen ustedes que falsificar sus documentos sin un solo fallo, profesor. Todos tienen que colaborar. Tienen que extender los documentos falsificados a un solo nombre, pero incluir todos los documentos. Y el nombre al que vayan extendidos los documentos tiene que estar registrado en todas las oficinas estatales...

La sugerencia de Thomas Lieven fue debidamente aprovechada por los franceses de tal modo que pronto se les pusieron de punta los pelos a los alemanes...

No sólo de caviar vive el hombre
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