5

«¡Oh, no sabes cuánto te amo aún, perro!», gemía la apasionada y hermosa Estrella Rodrigues.

Al mismo tiempo que Thomas Lieven, en su celda del Aljube, leía aquella carta de despedida y sentía cómo un vivo estremecimiento recorría su médula espinal, la morena y atractiva cónsul se encontraba al otro lado del globo terráqueo en el apartamento más costoso del hotel más caro de San José, la capital de la República de Costa Rica.

Los ojos de Estrella estaban inyectados en sangre. Trataba de proporcionarse un poco de fresco con un abanico. Su corazón latía de un modo acelerado, su respiración era inquieta.

«Jean, Jean, día y noche pienso en ti, en ti, miserable perro que te llamas Thomas Lieven, embustero, me has engañado... ¡Dios mío, y pensar lo mucho que te quiero!»

La cónsul, enfrentada con esta terrible realidad, tomó otro doble de coñac. Con un estremecimiento cerró los ojos, con un estremecimiento recordó los últimos días de su vida en Portugal.

Vio de nuevo ante ella al agente inglés que le reveló toda la verdad, la verdad con respecto a Thomas Lieven. Y se vio a sí misma después de haberla abandonado el inglés: Una mujer abatida, aniquilada...

Sin saber lo que se hacía, Estrella Rodrigues se encaminó la noche del 9 de septiembre de 1940 a la gran caja fuerte que había en su dormitorio. Con los ojos llorosos abrió la combinación. Con manos temblorosas abrió la puerta. Allí estaba el dinero de aquel miserable. Marcos alemanes, escudos, dólares. Con los ojos bañados en lágrimas, la desesperada mujer hizo recuento de todo lo que había allí.

¡Aquella noche vivieron los jugadores del casino de Es- toril una auténtica sensación!

Estrella Rodrigues se presentó con un capital de casi veinte mil dólares, mucho más hermosa que nunca, mucho más pálida que nunca, mucho más escotada que nunca. Y aquella mujer, que era compadecida por todos los croupiers, puesto que siempre perdía, aquella noche ganó, ganó y ganó.

Como en trance jugaba, con el dinero de Thomas Lieven, sólo hacía las apuestas máximas. Jugó al once. Y el once salió tres veces seguidas. Jugó al veintinueve pleno y a caballo. Salió el veintinueve. Jugó la docena mediana rojo, impar, passe y el veintitrés en pleno y a caballo, apuestas máximas. ¡Salió el veintitrés!

Estrella jugaba. Estrella ganaba allí donde apostaba.

Las lágrimas asomaron a sus hermosos ojos. Curiosos contemplaban los caballeros de smoking y las damas en sus capas de visón a aquella mujer que cada vez que ganaba emitía un suspiro.

Los jugadores se levantaban de las otras mesas. Acudían de todos los lados, se empujaban y contemplaban a la hermosa mujer en su vestido rojo de noche que ganaba y ganaba y cada vez aparecía más y más desesperada.

«Es usted demasiado hermosa. ¡Tiene usted demasiada suerte en el amor! ¡Sería injusto si también tuviera suerte en el juego!»

Estas palabras, que pronunció Thomas Lieven la noche en que se conocieron, ardían como fuego en la memoria de Estrella. Demasiada suerte en el amor, por este motivo siempre había perdido, siempre, y ahora..., ahora...

—Veintisiete, rouge, impair et passe...

¡Exclamaciones!

¡Suspiros de Estrella! Había vuelto a ganar, todo lo que se puede ganar cuando se hace la apuesta máxima en la sala de jugo de Estoril en veintisiete, rouge impair et passe.

—No... puedo... más... -suspiró la hermosa mujer.

Dos criados de librea la acompañaron hasta el bar. Otros dos criados de librea llevaron las fichas a la caja para cambiarlas por billetes. ¡Aquella noche ganó ochenta y dos mil setecientos treinta y cuatro dólares y veintiséis centavos!

Estrella mandó que le extendieran un cheque. En su bolso de noche bordado en oro encontró una ficha de diez mil escudos.

Desde la barra la arrojó por encima de las cabezas de los jugadores sobre el tapete verde. La ficha cayó sobre rojo.

Salió el rojo...

«Salió el rojo», recordaba Estrella Rodrigues con los ojos enrojecidos en el apartamento más lujoso del hotel más caro de San José, aquel 5 de noviembre de 1940. En San José eran las nueve y media de la mañana, hora de Costa Rica. En Lisboa eran las doce y media, hora de Portugal. En Lisboa tomaba Thomas Lieven un coñac doble para vencer el susto. Y en San José, la hermosa cónsul hacía lo mismo.

Durante aquellos últimos días había bebido mucho, cada vez más y más. Sufría palpitaciones. ¡Y el mejor remedio era la bebida!

Cuando no bebía, no podía desprenderse del recuerdo de Jean, su dulce amigo, el único, el maravilloso Jean -¡ese perro, ese bárbaro!-. Cuando tomaba un doble de coñac lograba olvidarse de él.

Era rica, se habían terminado las preocupaciones. Nunca más le volvería a ver. Había lavado la vergüenza con que él la había cubierto.

Con manos temblorosas sacó Estrella una botella de oro de su bolso de piel de cocodrilo. Con manos temblorosas llenó de nuevo una copa. Y mientras las lágrimas resbalaban por sus hermosas mejillas se decía:

«¡Nunca, nunca más olvidaré a ese hombre!»

No sólo de caviar vive el hombre
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml
sec_0113.xhtml
sec_0114.xhtml
sec_0115.xhtml
sec_0116.xhtml
sec_0117.xhtml
sec_0118.xhtml
sec_0119.xhtml
sec_0120.xhtml
sec_0121.xhtml
sec_0122.xhtml
sec_0123.xhtml
sec_0124.xhtml
sec_0125.xhtml
sec_0126.xhtml
sec_0127.xhtml
sec_0128.xhtml
sec_0129.xhtml
sec_0130.xhtml
sec_0131.xhtml
sec_0132.xhtml
sec_0133.xhtml
sec_0134.xhtml
sec_0135.xhtml
sec_0136.xhtml
sec_0137.xhtml
sec_0138.xhtml
sec_0139.xhtml
sec_0140.xhtml
sec_0141.xhtml
sec_0142.xhtml
sec_0143.xhtml
sec_0144.xhtml
sec_0145.xhtml
sec_0146.xhtml
sec_0147.xhtml
sec_0148.xhtml
sec_0149.xhtml
sec_0150.xhtml
sec_0151.xhtml
sec_0152.xhtml
sec_0153.xhtml
sec_0154.xhtml
sec_0155.xhtml
sec_0156.xhtml
sec_0157.xhtml
sec_0158.xhtml
sec_0159.xhtml
sec_0160.xhtml
sec_0161.xhtml
sec_0162.xhtml
sec_0163.xhtml
sec_0164.xhtml
sec_0165.xhtml
sec_0166.xhtml
sec_0167.xhtml
sec_0168.xhtml
sec_0169.xhtml
sec_0170.xhtml
sec_0171.xhtml
sec_0172.xhtml
sec_0173.xhtml
sec_0174.xhtml
sec_0175.xhtml
sec_0176.xhtml
sec_0177.xhtml
sec_0178.xhtml
sec_0179.xhtml
sec_0180.xhtml
sec_0181.xhtml
sec_0182.xhtml
sec_0183.xhtml
sec_0184.xhtml
sec_0185.xhtml
sec_0186.xhtml
sec_0187.xhtml
sec_0188.xhtml
sec_0189.xhtml
sec_0190.xhtml
sec_0191.xhtml
sec_0192.xhtml
sec_0193.xhtml
sec_0194.xhtml
sec_0195.xhtml
sec_0196.xhtml
sec_0197.xhtml
sec_0198.xhtml
sec_0199.xhtml
sec_0200.xhtml
sec_0201.xhtml
sec_0202.xhtml
sec_0203.xhtml
sec_0204.xhtml
sec_0205.xhtml
sec_0206.xhtml
sec_0207.xhtml
sec_0208.xhtml
sec_0209.xhtml
sec_0210.xhtml
sec_0211.xhtml
sec_0212.xhtml
sec_0213.xhtml
sec_0214.xhtml
sec_0215.xhtml
sec_0216.xhtml
sec_0217.xhtml
sec_0218.xhtml
sec_0219.xhtml
sec_0220.xhtml
sec_0221.xhtml
sec_0222.xhtml
sec_0223.xhtml