CAPÍTULO 9

Fantasmas.

No éramos más que fantasmas, arrastrándonos como si fuésemos invisibles a través de una casa putrefacta que hacía meses que no pisaba una mujer de la limpieza.

Mystery no le hablaba a Herbal. Herbal no le hablaba a Mystery. Papa prácticamente no hablaba con nadie. Y, por alguna razón, Sickboy, Playboy, Xaneus y el resto de las abejas obreras de la VDS habían dejado de hablarnos a Mystery y a mí. Ni siquiera los MDLS que acababan de incorporarse a la Comunidad, como Dreamweaver y Maverick, me saludaban.

La única persona que hablaba con todo el mundo era Tyler Durden. Pero con Tyler nunca se tenía una conversación. Con Tyler se sufría un interrogatorio, como el que se sufriría con un actor que fuese a interpretar tu papel en una película.

Una tarde, al salir de la cocina con Sickboy, Tyler Durden me dijo que hacía tiempo que quería preguntarme algo. Sickboy siempre me había caído bien. A pesar de su apodo, era un chico bien educado y con un carácter agradable.

—¿Qué tienes de especial que hace que consigas a una chica como Lisa? —me preguntó Tyler Durden—. Yo salgo a sargear todas las noches y cada día me esfuerzo para hacerlo mejor. Pero sé que no conseguiría que una chica como Lisa fuese mi novia.

Lo increíble de Lisa era que, a pesar de su dureza exterior, era una mujer llena de generosidad. Todas las mañanas me hacía la cama; cuando yo tenía mucho trabajo me preparaba la comida y me la subía al cuarto, y casi nunca venía a verme sin algún pequeño detalle: un tónico facial, un frasco de colonia de John Varvatos o un ejemplar de la primera parte de Enrique IV, que sabía que yo estaba buscando. Me sentía como si hubiera encontrado a mi Caresse.

—Supongo que, para empezar, tengo una vida completa —le dije—. Lo único que haces tú es salir a sargear. Concentras toda tu energía en una sola faceta de la vida. Es como si fueras al gimnasio todos los días y sólo ejercitaras los bíceps.

Tyler Durden frunció el entrecejo mientras pensaba en lo que le acababa de decir. Por un momento pensé que iba a hacerme caso. Pero Tyler rechazó mi consejo y su mirada se llenó de brillo; un brillo que, si no era odio, al menos estaba lleno de resentimiento. Resentimiento porque yo seguía sin tratarlo como a un igual, y porque él conseguía aislar y reproducir un patrón de comportamiento que hiciera que yo le diera el reconocimiento que estaba seguro de merecer. Y porque Lisa salía conmigo, en vez de salir con él.

Se pasó diez minutos hablando de lo bueno que era en el campo del sargeo, de cómo ya ni siquiera necesitaba técnicas para conseguir IDI y de cómo los famosos siempre lo invitaban a sus fiestas.

Finalmente, dio media vuelta y empezó a andar hacia la habitación de Papa. Sickboy se quedó a mi lado.

—¿Es que no vienes? —le preguntó Tyler Durden al tiempo que señalaba con la cabeza hacia la habitación, como si dentro estuviera ocurriendo algo importante.

—Antes quiero despedirme de Style —dijo Sickboy.

—¿Es que te vas? —le pregunté yo. Lo cierto es que me sorprendía que fuese a dirigirme la palabra.

La puerta de Papa se cerró tras Tyler Durden. Sickboy levantó la mirada con nerviosismo.

—Lo dejo —me dijo finalmente—. Lo dejo todo.

—No te entiendo.

—Esta casa es venenosa. —Sickboy escupió las palabras como si fueran ampollas que se hubieran estado formando lentamente en su interior—. Los Ángeles está lleno de cosas interesantes que hacer, pero aquí sólo piensan en sargear. Ni siquiera he visto el mar desde que estoy en California. Estos tíos no saben disfrutar de la vida. Me daría vergüenza presentárselos a mis amigos de Nueva York.

—Entiendo lo que quieres decir. Lisa tampoco los soporta.

—Todo es absurdo —continuó diciendo él. Después suspiró, como si se sintiera aliviado de haber encontrado a alguien normal, a alguien que lo entendía, a alguien a quien no le hubieran lavado el cerebro—. Sí, todas las noches se traen a alguna chica a la mansión, pero se van en cuanto los conocen un poco mejor. Tyler Durden ya no consigue que casi ninguna chica le devuelva las llamadas. No debe de haber echado un polvo desde hace dos meses. Papa sólo se ha acostado con una chica en todo el año. Mystery no conseguiría tener una relación estable ni aunque le fuese la vida en ello. Cuando llegó a la mansión, Xaneus parecía un tío majo, pero ahora resulta artificial; sólo habla de sargear. Tú eres el único al que me gustaría parecerme. Haces cosas interesantes, tienes un trabajo guay y una chica que mola.

La adulación abre todas las puertas.

—Mañana voy a enseñar a Lisa a hacer surf —le dije—. ¿Por qué no te vienes? Así al menos saldrás un rato de la mansión. Y verás el mar.

El método
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