CAPÍTULO 4
Todas las noches, al volver a casa, estudiantes y maestros del arte de la seducción cuelgan sus experiencias en Internet; es lo que se conoce como un parte de batalla. Los miembros de la Comunidad comparten sus aventuras con distintos objetivos: algunos quieren ayudar a otros para que no cometan sus mismos errores, otros quieren compartir nuevas técnicas y estrategias, y otros tan sólo quieren alardear.
El día después de mi aventura fallida con la chica de los pies apestosos, Extramask colgó un parte en Internet. Al parecer, él también había vivido una extraña aventura aquella noche. Desde luego, la Comunidad le había sido de gran ayuda a Extramask, que ahora podía orinar en público y masturbarse sin dolor. Y, ahora, a los veinticinco años, Extramask por fin había perdido la virginidad; aunque la experiencia no había sido precisamente como él la había imaginado.
Grupo MSN: Salón de Mystery
Asunto: ¡Mi primer completo!
Autor: Extramask
Yo, Extramask, he conseguido mi primer completo, acabando de una vez por todas con mi condición de virgen; aunque nunca llegara a correrme. Empezaré por el principio.
El lunes salí a sargear con Vision. Fuimos a una discoteca de tres pisos que debía de tener unas quince salas distintas, cada una de ellas con su propia barra.
Yo estaba algo bajo de moral, y eso se reflejaba en mis aproximaciones. Las cosas no me iban tan bien como de costumbre. Ya avanzada la noche, me crucé con Vision en el segundo piso. Me dijo que una chica se había puesto su pañuelo y que ahora no conseguía encontrarla. Mientras hablábamos sobre eso, una chica con cara de pan que pasaba a mi lado se quedó mirándome fijamente. «Hola», me dijo.
Por lo general, las chicas no suelen entrarme, así que yo le dije: «Oye, ¿has visto el pañuelo de mi amigo?». Era una tontería, pero, por su mirada, sabía que daba igual lo que le dijera.
La conversación siguió de esta manera:
Cara de Pan: Eres muy guapo (dicho con un acento veinticinco por ciento inglés, cincuenta por ciento chino y veinticinco por ciento Zsa Zsa Gabor).
Extramask: Gracias.
Cara de Pan: ¿Hace mucho que has llegado?
Como podéis ver, la conversación fue patética, pero yo sabía que las cosas marchaban. Hablamos de las típicas chorradas: el trabajo, lo que habíamos hecho esa noche, una breve biografía de cada uno… Al cabo de un rato fuimos a un rincón más tranquilo; fue ella quien sugirió que lo hiciéramos. Y seguimos hablando. De vez en cuando, Vision aparecía por allí y me daba una palmada en la espalda, levantaba el pulgar o algo así. Eso siempre ayuda.
Cara de Pan: ¿Qué buscas en esta discoteca?
Extramask (mientras pienso: «Joder, esta tía quiere acostarse conmigo»): No lo sé. ¿Y tú?
Cara de Pan: Yo busco emociones fuertes.
Extramask: Sí, yo también busco eso (dicho sin darle demasiaba importancia).
Cara de Pan: ¿Te gustaría venirte con mi amiga y conmigo?
Extramask: Vale. Ahora mismo vuelvo. Voy a decirle a mi amigo que me marcho.
Cara de Pan: Vale, te espero aquí.
Fui a buscar a Vision.
Extramask: Tío, esto funciona. Esta noche follo.
Vision: Venga, tío. ¿A qué esperas? Vete ya.
Volví hasta donde me esperaba Cara de Pan con su amiga: una chica serbia. Salimos a la calle y fuimos cogidos de la mano hasta su coche, que estaba casi a quince minutos. Al principio, yo estaba bastante nervioso. Después me tranquilicé.
¿De qué hablamos? De nada en especial. De chorradas, como el frío que hacía y cosas por el estilo. Estaba clarísimo que ése iba a ser un encuentro de una sola noche. Cuando por fin llegamos al coche, la chica serbia dijo que tenía hambre y que quería comprar una pizza. Esto es lo que estaba pensando yo:
Extramask: ¿Ahora? ¡Qué tía más gilipollas! Soy virgen y quiero echar un polvo ya. Si quieres una pizza, búscate otro coche que te lleve, joder.
Afortunadamente, Cara de Pan se pasó la pizzería. Al final, dejamos a su amiga en su casa y yo me cambié al asiento de delante. Durante varios minutos estuve callado mientras observaba el cuerpo de Cara de Pan, que era más bien del montón, pensando en que pronto le estaría metiendo mano.
Después volvimos a hablar sobre cosas sin importancia. Antes, cuando le había preguntado qué estudiaba en la universidad, ella me había contestado que ya me lo diría después. Ante su enojo, se lo pregunté hasta tres veces; me daba igual que a ella la molestara. No entendía por qué no quería contestarme.
Cuando por fin me lo dijo resultó ser una chorrada. Estaba matriculada en no sé qué asignatura de estudios genéricos. Después me dijo que tenía un sueño. Yo le pregunté cuál era, aunque la verdad es que no me importaba.
Cara de Pan: Quiero ser agente de policía.
Extramask (pensando: «Serías la peor policía del mundo. Nunca llegarás a ser policía»): ¿Y por qué no lo intentas?
Cara de Pan: Bla, bla, bla…
Por fin llegamos a su casa. Vivía en un ático con otra chica. Tenía un cuarto inmenso con una pantalla de televisión Trinitron gigante. Me dijo que pusiera algo de música mientras ella iba al baño. Yo puse una emisora de hip-hop.
Ella salió del baño en pijama. Yo la lancé al suelo y me la tiré por detrás. No… Es broma.
Ella salió del baño en pijama y me preguntó si yo quería ir al baño. Aunque no necesitaba ir, le dije que sí, pues supuse que eso formaba parte del ritual. Recordad que yo todavía era virgen; no tenía ni idea de cómo funcionaba todo esto. Así que entré en el baño y me quedé allí quieto, de pie, sin hacer nada. Ni me lavé la polla ni nada. Lo único que se me ocurrió fue llamar a Vision y decirle que estaba a punto de follar, pero después pensé que eso hubiera sido una tontería.
No sabía si debía desnudarme antes de salir. Al final decidí que no y salí exactamente igual que había entrado. Lo cierto es que me hubiera sentido ridículo saliendo completamente desnudo con una erección de aquí te espero.
Ella había apagado las luces y me esperaba tumbada en la cama. Yo me acerqué y empecé a besarla. Le besé el cuello y los lóbulos de las orejas. Hasta que ella me cogió una mano y la apoyó sobre su teta derecha. Así que empecé a frotársela mientras la besaba. Después empecé a frotarle la entrepierna (por encima del pantalón del pijama). Ella gemía y todo eso, así que me quité los pantalones; pero me dejé los calzoncillos puestos.
Seguro que no esperabais que os lo contara con tanto detalle, ¿verdad, capullos?
Así que la estaba besando y frotando al mismo tiempo. La verdad es que no era nada fácil. No conseguía concentrarme en las dos cosas al mismo tiempo. Pero seguí intentándolo.
Hasta que ella empezó a frotarme la polla, poniéndome cada vez más cachondo.
Cara de Pan: Métemela, Extramask.
Extramask: Vale.
Así que me quité los calzoncillos. Allí estaba, de rodillas, en su cama, con una erección de campeonato; ya os lo imagináis.
Cara de Pan: Ponte un condón. Si quieres, yo tengo uno.
Extramask: He traído los míos.
De nuevo, recordad que yo todavía era virgen y lo cierto es que no tenía ni idea de cómo ponerme un condón.
Extramask: Pónmelo tú. Eso me pone cachondo.
Cara de Pan: Vale.
Pero Cara de Pan no conseguía ponerme el condón. Al final decidió ir a por uno de los suyos. Mientras los buscaba, yo conseguí ponerme el mío. ¡Y, entonces, por fin, follamos!
Follamos y follamos y follamos y follamos y follamos y follamos.
Y unos quince minutos después, yo estaba pensando: «Esto de follar es una mierda. ¿Tanto rollo para esto? Esto es una mierda. Quiero irme». Y de verdad quería irme. Y pensaba: «¿Y todo este esfuerzo para esta mierda?».
Porque lo cierto es que llevaba quince minutos tirándomela al estilo misionero, pero no sentía nada.
Ella no paraba de gemir y todas esas cosas, y yo empujaba y empujaba, como una máquina. Así que decidí cambiar de postura, a ver qué tal, como en las películas pomo.
Ella se puso encima, pero yo, que siempre había soñado con ese momento, sólo podía pensar en lo que me dolía la polla. «Joder, cómo me duele la polla. Como siga así, se me va a partir en dos».
No aguanté ni dos minutos antes de volver a cambiar de postura. Esta vez hice que se pusiera a cuatro patas, al estilo perruno; pensaba que eso resultaría interesante. Así que se la iba a meter por detrás, pero no conseguía atinar con la raja. Ahí estaba, pescando por todas partes sin encontrar la raja. Fue horrible, igual que lo de follar. Yo buscaba y buscaba, pero no conseguía encontrarle la raja. Y ella empezó a gemir. Y yo pensaba: «Deja de gemir. Deja de gemir de una puta vez, china. ¡Joder, lo digo en serio!». La verdad es que sus gemidos no ayudaban nada.
Cuando por fin conseguí metérsela, volvió a salirse a los dos empujones. Y ella cada vez gemía más. Así que decidí volver a cambiar de postura y, por alguna razón, opté por que ella volviera a ponerse encima. Una mala elección. Os juro que creía que se me iba a romper la polla. Aguanté unos cuatro minutos antes de volver a la postura del misionero y arremetí y arremetí.
Ella me lo estaba pidiendo.
Y yo decía cosas como:
—¿Te gusta así?
—¡Di cómo me llamo!
—¿Te gusta así?
Recordad que yo estaba muerto de aburrimiento.
Y media hora después:
Cara de Pan: ¿Ya?
Extramask (pensando: «¿Ya qué? Supongo que le parecerá poco. Cómo me gustaría que todo esto hubiera acabado ya»).
Así que me quité el condón y me puse uno nuevo.
Cara de Pan: ¿Qué estás haciendo?
Extramask: Me estoy poniendo un condón nuevo.
Cara de Pan: ¿Por qué?
Extramask: No lo sé. ¿No querías que siguiera?
Cara de Pan: No.
Por mí, mejor. Yo estaba encantado de parar.
Así que nos quedamos tumbados y de vez en cuando nos besábamos un poco. Ella quería acurrucarse contra mí. La verdad es que a mí no me apetecía, pero la abracé.
Desde luego, fue una equivocación. Lo que debería haber hecho era arrancarme el condón y cascármela hasta conseguir correrme en su cara y en su puta televisión Trinitron.
Cara de Pan: Descansa cinco minutos. Después te pediré un taxi.
Extramask: ¿Qué? ¿Cinco minutos? ¿Es que quieres echarme?
Cara de Pan: No, no quería que sonara así. Sólo lo decía porque a veces sienta bien descansar cinco minutos al acabar.
Extramask: ¡Qué manía con los cinco minutos!
Cara de Pan: Olvídalo. Tú sólo intenta relajarte.
Extramask: Pero ¿por qué exactamente cinco minutos?
Cinco minutos después, ella llamó un taxi.
Hablamos un poco mientras esperábamos. Me dijo que al verme en la discoteca se había dado cuenta de que yo tenía mucha energía. Eso le había gustado.
Cara de Pan: ¿Qué vas a hacer ahora? (Eran las tres y media de la madrugada.)
Extramask: Voy a ir a buscar a mis amigos a otra disco. (Me puse a dar saltos en una demostración de energía.)
Cara de Pan: ¿Vas a seguir de marcha?
La idea no parecía gustarle. Y lo cierto es que yo no tenía la menor intención de seguir de marcha. Sólo era algo que le había dicho para hacerla rabiar. Porque me molestaba que estuviera intentando deshacerse de mí tan rápido. Yo también quería irme, pero no quería que ella me echara.
Cuando llegó el taxi, nos besamos, unas tres veces, y me fui.
No le pedí el teléfono porque:
- No quería volver a follar con ella.
- Era obvio que nuestro encuentro era de una sola noche.
Por si acaso, apunté su dirección al irme; por si me dejaba algo en su apartamento. Siempre sería mejor tenerlo que no tenerlo.
Y eso es todo. Por fin he conseguido mi primer completo. Ya no soy virgen. Ha sido una experiencia horrible y, al acabar, me he sentido un poco sucio y utilizado.
Lo cierto es que, en suma, me siento más o menos igual que cuando era virgen. Pero creo que esto me ayudará inconscientemente en mis sargeos. Ya no soy virgen. Así que, ahora, cuando hable con una chica pensaré: «Y a mí qué me importa. Ya no te necesito para dejar de ser virgen».
EXTRAMASK