CAPÍTULO 7
Mystery estaba tumbado en la piscina de cojines, con el ordenador apoyado en el pecho. Escuchaba una y otra vez la misma canción de Guy Clark.
Parecía necesitar atención. Así que me acerqué a él y se lo dije.
—Se ha muerto mi padre —dijo pronunciando las palabras con aparente frialdad.
Resultaba difícil saber cómo se sentía.
—Ha sido muy rápido —continuó diciendo—. Una embolia. Murió a las diez de la mañana.
Me senté a su lado. Mystery se había convertido en un observador pasivo de sí mismo que deconstruía analíticamente sus propias emociones.
—Hacía mucho tiempo que lo esperaba —señaló—. Y, aun así, resulta raro. Es como cuando murió Johnny Cash. Sabíamos que iba a pasar y, aun así, nos cogió por sorpresa. Mystery había odiado a su padre toda su vida y había deseado verlo muerto en incontables ocasiones. Pero ahora que por fin había ocurrido, no sabía qué sentir. Parecía confuso y un poco triste, aunque no entendía por qué.
—Los únicos momentos buenos que recuerdo con él era cuando salía una tía buena en la tele —me dijo—. Entonces él me miraba y yo lo miraba a él y los dos apreciábamos el instante sin decir nada.
Un par de días después, celebramos la primera cumbre anual de MDLS en la mansión. Vinieron MDLS de todo el mundo y centenares de TTFR (típicos tipos frustrados recuperados) para oírlos hablar. Abrieron la sesión Playboy y Xaneus, a los que Papa y Tyler Durden habían entrenado para convertirlos en instructores.
Mientras Playboy hablaba sobre el lenguaje corporal, yo pensé en Belgrado, en el primer taller al que acompañé a Mystery. Me acordé de Exoticoption y de Sasha dando saltos en la calle tras su primer cierre con e-mail. Eran unos tíos fantásticos. Les había cogido verdadero cariño. Merecían acostarse con todas las chicas que quisieran. Durante meses, había seguido sus progresos en Internet.
Ahora, al mirar a mi alrededor, vi necesidad, hambre y desesperación. Tíos calvos con perilla —versiones en todos los tamaños de mí mismo— se acercaban a mí y me pedían que nos hiciéramos una foto juntos. Tíos tan apuestos que podrían haber sido modelos me pedían consejos sobre sus peinados y su ropa antes de preguntarme si podían hacerse una foto conmigo.
Dos hermanos desgarbados —ambos vírgenes— habían traído a su hermana a la convención. Era una diablesa callada de diecinueve años con grandes ojos, pequeños pechos y cierta inclinación hacia la estética hip-hop. Gracias a sus hermanos, sabía todo lo que había que saber sobre la Comunidad. Cuando un chico se aproximaba a ella con una frase de Chulo-Gracioso, ella le decía: «Conmigo no funcionan las técnicas de David DeAngelo». Me dijo que se llamaba Min y me pidió que me hiciera una foto con ella.
—Soy una admiradora de tus posts —me dijo.
—¿Los has leído? —le pregunté yo con sorpresa.
—Sí, todos —respondió ella. Después se mordió el labio inferior.
Para mi intervención, traje a cinco de las chicas con las que estaba saliendo en ese momento. Practiqué distintas técnicas con ellas y luego les pedí que, en su calidad de expertas, valorasen el modo de vestir y el lenguaje corporal de varios de los asistentes. Recibí una ovación atronadora.
Al acabar la presentación, me acerqué a Papa y a Tyler Durden, que estaban sentados con algunos de sus discípulos de la VDS en unos sofás rojos que acabábamos de comprar. Estaban hablando sobre el vídeo en el que Mystery y yo salíamos con Caroline y con Carly. De alguna manera, Gunwitch se había hecho con una copia y la había colgado en Internet, acabando definitivamente con mi anonimato.
—Es genial —decía Papa—. Tyler Durden ha diseccionado las pautas de comportamiento de Style y las ha convertido en un nuevo método de sargeo. Tyler lo llama Stylemagear.
—¿Y en qué consiste? —preguntó uno de los alumnos.
—Es un tipo de control de marcos —le contestó Tyler Durden.
Un marco es un término de PNL: es la perspectiva a través de la cual cada uno vemos el mundo. Quien tiene el marco —o la realidad subjetiva— domina la interacción.
—Style posee todo tipo de técnicas que le permiten mantener el control del marco —continuó diciendo—. Así se asegura de ser siempre el centro de atención. Estoy escribiendo un post sobre ello.
—Suena bien —dije.
Papa, Tyler Durden y los alumnos se rieron.
—¿Ves?, ésa es una de las pautas que repites —dijo Papa—. Tyler también está escribiendo algo sobre eso.
—¿Sobre qué? Sólo he dicho que sonaba bien. Y lo digo en serio. Me muero de ganas de leer lo que ha escrito Tyler.
Todos volvieron a reírse. Al parecer, los estaba Stylemageando sin saberlo.
—¿Lo ves? —dijo Tyler Durden—. Usas la curiosidad como marco. Así, mediante tu aprobación, consigues una buena compenetración con la otra persona. Así te otorgas a ti mismo la posición de autoridad y haces que los demás quieran ser validados por ti. Estamos enseñando ese tipo de control del marco.
—Joder —exclamé—. Ahora, cada vez que diga algo, la gente va a pensar que estoy usando una técnica de VDS.
Todos volvieron a reír. Y fue entonces cuando me di cuenta de que estaba jodido. Yo no había aprendido en la Comunidad ninguna de esas cosas de las que hablaba Tyler Durden. Eran cosas que siempre habían formado parte de mí, de la persona que yo era realmente. Y aunque Tyler se equivocara en mis intenciones —eso formaba parte de su marco, de su manera de entender la vida—, conocía mis pautas de comportamiento mejor incluso que yo mismo. Tyler estaba convirtiendo los componentes básicos de mi personalidad en técnicas que podían ser aprendidas. Tyler Durden me iba a robar el alma y la iba a esparcir por Sunset Strip.