CAPÍTULO 6
Mystery había vuelto.
Number9, su compañero de apartamento, me llamó y me dijo que Mystery había salido del hospital y que estaba viviendo en casa de sus padres. Al parecer, tenía pensado volver al apartamento dentro de una semana, antes de que llegara Tyler Durden, que le había contratado un taller particular. Aunque probablemente fuese demasiado precipitado, Mystery tenía que pagar el alquiler; además, Tyler estaba empeñado en conocerlo.
—He salido de ese extraño viaje emocional con unos modelos cognitivos alucinantes —me dijo Mystery un par de días después.
Su voz volvía a tener la claridad de la de Anthony Robbins y aparentemente volvía a pensar con lucidez. Pero aunque Mystery volviera a valorar la vida, algo había cambiado en él. Tenía un punto maníaco, como lo había tenido siempre, sólo que ahora era distinto. Más que volver a ser el de antes, Mystery parecía haberse transformado.
—Ahora tengo claros mis objetivos —continuó diciéndome—. Tengo todas las zanahorias de motivación que necesito colgando delante de mí. Este primer año, construiré los cimientos del espectáculo que destronará a Copperfield. He decidido competir con él. Soy una estrella. Mi cerebro se ha transformado, dando vida a una mariposa.
Le pregunté si seguía tomando algún tipo de medicación. Él me dijo que no.
—He pensado mucho en ello —siguió diciendo—. Sólo me deprimo cuando me aislo del mundo. Piensa en lo que me llevó al psiquiátrico: la ruptura con Patricia, el plantón de Carly, la ausencia de cualquier tipo de motivación profesional y estar solo en el apartamento, sin nadie con quien hablar. Así que tenemos que crear un círculo social con personas que me motiven; algo como lo que tiene Sweater en Australia. Nos podemos motivar unos a otros. En el hospital pensé mucho en todo esto. Lo escribí todo y se lo enseñé a mi psiquiatra. Hasta él parecía estar impresionado. Lo voy a llamar Proyecto Hollywood.
Ésa fue la primera vez que oí el nombre. Lo cierto es que, al principio, no le di mayor importancia. Supuse que acabaría igual que el Proyecto Dicha: otra idea que nunca pasó de ser una paja mental.
—Yo tengo una gran luz interior —siguió diciendo Mystery—. Ahora lo veo con claridad. Soy una superestrella que ha estado frenándose a sí misma. Y me gustaría que te unieras a mí. Tú también puedes convertirte en una estrella.
Me alegraba de que Mystery estuviera de vuelta. Aunque había regresado del hospital con algunos problemas, seguía teniendo el mismo encanto de siempre. Algunos lo llamarían narcisista, y no se equivocarían al hacerlo, pero Mystery no sólo veía grandeza al mirarse al espejo, sino que también sabía reconocerla en quienes lo rodeaban. Eso era lo que lo hacía tan buen profesor.
—Ya soy una estrella, tío —le dije yo—. Al menos en la Comunidad. Mientras has estado fuera me han votado mejor MDLS; incluso por encima de ti. Es una locura. El otro día me llamó un tío de Inglaterra al que no conozco de nada, y me dijo que siempre que se folla a una tía se imagina que es Style. Dice que así se siente más importante. ¿Qué te parece?
De hecho, mi fama había alcanzado tal punto que cada vez me resultaba más difícil estar a la altura de mi reputación. Hacía unos días, Supastar[1], un profesor de Carolina del Sur que había participado en uno de nuestros talleres, había escrito en el foro: «Cuando muera y vaya al cielo de los MDLS, me encontraré con Style, pues él es el dios de la Comunidad».
Mystery se rió cuando se lo conté.
—Vas a tener que acostumbrarte a ello —me dijo—. Has creado un álter ego y ahora tienes que estar a su altura.