A mi abuelo Melchor Valbuena,
que tanto disfrutaba enseñando latín a sus nietos.
Cada vez que leo las palabras de César,
Gallia est omnis divisa in partes tres,
no puedo evitar acordarme de él
y de cuando nos llevaba a Jorge, a José y a mí
a hacer ranas en el Manzanares bajo la vía del tren.