La Triple Línea, Los Velites y La Caballería
En una típica táctica de falange todos los manípulos habrían luchado en la primera fila, ofreciendo un frente de combate cerrado. Pero la legión manipular combatía de otra forma, organizada en tres líneas de combate o triplex acies.
Los miembros de cada una de esas líneas se seleccionaban por grupos de edad. La división social por clases de edad era un rasgo que los griegos consideraban propio de sociedades muy arcaicas y tradicionalistas, como las de Esparta y Creta. (En general, todas las sociedades antiguas honraban a sus mayores, pero en el caso de los romanos tal respeto era exagerado. Eso explica que la autoridad del paterfamilias sobre sus hijos fuera absoluta, ya que poseía sobre ellos poder de vida o muerte e incluso la potestad de venderlos como esclavos).
La primera fila de la legión estaba formada por diez manípulos de hastati o astados, soldados de entre dieciocho y veinticinco años —las edades son orientativas—. En la segunda se desplegaban otros diez manípulos de principes o príncipes, hombres de entre veinticinco y treinta y cinco. La tercera estaba formada por diez manípulos más de triarii o triarios, los soldados más veteranos.
Cada manípulo de astados y de príncipes tenía ciento veinte hombres. En cambio, los de los triarios sólo contaban con sesenta. La suma total de los manípulos de la legión era: mil doscientos hastati más mil doscientos principes más seiscientos triarii, un total de tres mil soldados de infantería pesada.
Estos términos resultan un tanto equívocos, debido a la costumbre de los romanos de mantener los nombres cuando las funciones cambiaban. Los hastati se llamaban así por la palabra hasta, «lanza», que en español ha dado «asta», perdiendo la hache. Sin embargo, estos soldados más jóvenes no llevaban la típica lanza de la falange tradicional, un arma de unos dos metros y medio de longitud con astil de madera y punta de hierro, sino otra más corta y arrojadiza que enseguida describiremos, el pilum.
Aparte de los hombres que formaban en la triple fila, cada legión tenía otros mil doscientos soldados de infantería ligera, los llamados velites. Eran ciudadanos humildes que no poseían dinero suficiente para costearse las armas de la infantería pesada, pero que tampoco eran tan pobres como para quedar fuera del reclutamiento. También había entre ellos ciudadanos de clase superior demasiado jóvenes todavía para formar con los hastati.
Hasta aquí nos salen cuatro mil doscientos hombres. La legión se complementaba con trescientos soldados de caballería, divididos en diez turmae, cada una de las cuales contaba con treinta jinetes.
En la caballería servían los ciudadanos más ricos. El término latino era equites, cuyo significado varía según el contexto. Si estamos leyendo la narración de una batalla, los equites son los jinetes. Pero al hablar de política o sociedad, los equites son los caballeros, una clase social adinerada que estaba inmediatamente por debajo de los senadores, quienes se hallaban en el vértice de la pirámide. El significado político y el militar, por supuesto, se entrelazan en los textos para tormento de los lectores del siglo XXI.
Con los trescientos jinetes, la legión ascendía a cuatro mil quinientos hombres. Por supuesto, ésta es la teoría. En cuanto empezaba la campaña, cada legión empezaba a sufrir bajas. Y no sólo por las armas enemigas: las enfermedades resultaban aún más mortíferas. Las mayores amenazas para los soldados eran la malaria, endémica en las zonas pantanosas, la disentería, provocada por beber aguas estancadas, y el tétanos y la gangrena, infecciones que se producían cuando diversas bacterias penetraban en heridas que por sí solas no habrían sido letales.
También se producían emergencias en las que el senado decidía alistar legiones más nutridas, con cinco y hasta seis mil hombres. Pero a efectos prácticos, podemos quedarnos con la cifra de cuatro mil quinientos para nuestros cálculos.
Hay que añadir que, cuando los romanos marchaban a la guerra, cada una de sus legiones iba acompañada por un contingente similar de aliados o socii. Las unidades de aliados se llamaban alae o alas porque normalmente formaban en los flancos, mientras que las legiones romanas se plantaban en el centro.
Cada ala constaba de los mismos soldados de infantería que una legión, pero el triple de jinetes, novecientos. Todos estos hombres se hallaban bajo el mando de los praefecti sociorum o prefectos de los aliados. El hecho de que estos oficiales fuesen romanos revela que la supuesta alianza era asimétrica y que los aliados eran en realidad más bien vasallos.
En los siglos IV y III, la formación normal de un ejército consular era de dos legiones romanas flanqueadas por dos alas de aliados. El número de hombres sería, por tanto, de dieciocho o veinte mil, una cifra más que respetable. Hay que tener en cuenta que Roma movilizaba de forma casi permanente dos ejércitos consulares al año, y que en situaciones de emergencia podía reclutar muchas más legiones. (En la Segunda Guerra Púnica, por ejemplo, un promedio de veinte al año).