LA EXPANSIÓN DEL ENDOGRUPO
MARCEL KINSBOURNE
Neurólogo y neurocientífico cognitivo de la Universidad The New School; coautor (junto con Paula Kaplan) de Children’s Learning and Attention Problems.
El constante crecimiento que experimenta hoy en todo el globo no solo la dispersión de la información sino también la de la población es el fenómeno social más relevante de nuestra época. Lo que estamos observando, lamentablemente, es que las culturas se someten a un proceso de homogeneización. Sin embargo, también es cierto que asistimos a un proceso que desmitifica las diferencias culturales y produce un aumento de los matrimonios mixtos, es decir, aquellos que determinan la unión de personas procedentes de grupos étnicos distintos de un determinado país, así como de individuos de etnias diferentes de cualquier parte del mundo. Los efectos de este estado de cosas son potencialmente beneficiosos, ya que pueden mejorar nuestras capacidades cognitivas desde dos puntos de vista diferentes. Podríamos designar los efectos derivados de la concreción de esas dos perspectivas, respectivamente, con los nombres de «expansión del endogrupo» y «vigorización híbrida».
En teoría, sería posible eliminar el doble rasero por el que se sanciona la validez de las uniones e interacciones entre personas en función de que se realicen de forma intragrupal o extragrupal, un doble rasero que ha tenido y tiene todavía conocidas consecuencias catastróficas. Para eliminar esa idea, y siempre desde el punto de vista teórico, bastaría con considerar que todas las personas vivas pertenecen a un mismo endogrupo común al conjunto de los seres humanos. La materialización de esta utópica perspectiva ha de contemplarse a muy largo plazo, pero lo cierto es que la expansión del concepto del endogrupo ampliaría, al mismo tiempo, el abanico de comportamientos amistosos, solidarios y altruistas. Este efecto podría estar ya operando claramente como impulsor de las conductas y las actividades caritativas que se promueven para ayudar a las poblaciones extranjeras que se ven golpeadas por alguna catástrofe natural. Lo que hace posible esta evolución es que los donantes se identifican cada vez más con los receptores de la ayuda. El aumento de las adopciones internacionales también indica que las barreras erigidas por los prejuicios discriminatorios y nacionalistas empiezan a dar muestras de permeabilidad.
El otro beneficio potencial es de orden genético. El fenómeno de la «vigorización híbrida» de la descendencia —al que también se conoce con el nombre de «ventaja heterocigótica»— ocurre cuando se produce un cruzamiento entre padres de carga genética distinta. Se trata de una realidad bien establecida experimentalmente, y los beneficios de proceder a la mezcla de dos patrimonios genéticos dispares se manifiestan tanto en el plano de las mejoras físicas como en un incremento del desarrollo mental. Por consiguiente, los matrimonios mixtos constituyen una promesa de ulteriores ventajas cognitivas. De hecho, es posible que este fenómeno haya contribuido ya al llamado «efecto Flynn», esto es, el conocido incremento mundial del promedio de la inteligencia, hasta el extremo de que las cifras del cociente intelectual han estado aumentando en tres puntos por década desde principios del siglo XX.
Todo cambio relevante puede tener también consecuencias inesperadas. Dichas consecuencias pueden ser beneficiosas, perjudiciales o ambas cosas a la vez. Los beneficios sociales y cognitivos derivados de la mezcla de personas y poblaciones no constituyen una excepción a esta regla, y no sabemos si tendrán alguna contrapartida negativa, aún desconocida, que reduzca o incluso supere el amejoramiento logrado. No obstante, por imprevistas que puedan revelarse esas consecuencias, es muy posible que el proceso de la globalización ya esté dejándonos sentir no solo los beneficios sociales derivados de la implantación potencial de la idea del endogrupo sino también los beneficios cognitivos del aumento de la frecuencia de los matrimonios mixtos.