CONTROLE EL FOCO DE SU ATENCIÓN

JONAH LEHRER

Redactor adjunto de la revista Wired; autor de Cómo decidimos[*]

A finales de la década de 1960, el psicólogo Walter Mischel inició un sencillo experimento con niños de cuatro años de edad. Invitó a los chiquillos a pasar a una pequeña habitación en la que había un escritorio y una silla, y les pidió que eligieran una cosa de una bandeja repleta de nubes, pastas y galletitas saladas. Hecho esto, Mischel planteó la siguiente oferta a los jovencitos: podían comerse una de aquellas golosinas directamente o, si estaban dispuestos a esperar unos minutos mientras él salía a estirar las piernas, podrían coger dos confites a su regreso. Como es lógico, casi todos los chavales optaron por esperar.

En la época en que se realizó el experimento, los psicólogos supusieron que la capacidad de posponer la gratificación a fin de conseguir una segunda nube o una segunda galleta dependía de la fuerza de voluntad. Sencillamente, había personas que tenían más fuerza de voluntad que otras, y eso era lo que les permitía resistir la tentación de aquellas chucherías siendo niños y, más tarde, ahorrar dinero para la jubilación. Sin embargo, tras observar la participación de cientos de muchachitos en el experimento de las golosinas, Mischel llegó a la conclusión de que el modelo estándar de la fuerza de voluntad estaba equivocado. Terminó comprendiendo que la fuerza de voluntad era intrínsecamente débil y que los niños que trataban de posponer el premio —apretando los dientes para hacer frente a la tentación— no tardaban en perder la batalla, muchas veces en menos de treinta segundos.

Sin embargo, Mischel descubrió algo muy interesante al estudiar el minúsculo porcentaje de chicos que lograban aguardar para hacerse con la segunda golosina. Todos estos «grandes diferidores», sin excepción, se apoyaban en una misma estrategia mental: la consistente en encontrar una forma de apartar sus pensamientos de las exquisiteces que tenían delante y de no dirigir la mirada a las riquísimas nubes. Algunos se tapaban los ojos o jugaban al escondite bajo el escritorio. Otros comenzaban a entonar canciones de Barrio Sésamo, se ataban y se desataban una y otra vez los cordones de los zapatos, o fingían echarse una cabezadita. No vencían al deseo, se limitaban simplemente a olvidarlo.

Mischel denomina a este método de aguante «asignación estratégica de la atención», y argumenta que esa es justamente la técnica que subyace al autocontrol. Solemos suponer frecuentemente que la fuerza de voluntad está vinculada con la posesión de una sólida fibra moral, pero nos equivocamos. Con lo que realmente guarda relación la fuerza de voluntad es con la capacidad de dirigir adecuadamente el foco de nuestra atención, aprendiendo a controlar esa breve lista de cuestiones presentes en nuestra memoria operativa o de trabajo. La fuerza de voluntad tiene que ver con la comprensión del doble hecho de que si nos pusiéramos a pensar en la golosina acabaríamos comiéndonosla y que esa es la razón de que tengamos que obligarnos a pensar en otra cosa.

Lo más interesante es que esta capacidad cognitiva no solo resulta útil para las personas que siguen una dieta. Parece ser uno de los elementos centrales que determinan la obtención del éxito en el mundo real. Por ejemplo, al realizar trece años más tarde el seguimiento de aquellos mismos niños —convertidos ya en estudiantes de último curso de instituto—, Mischel comprendió que la forma de actuar que habían tenido en la prueba predecía de un modo notablemente exacto un amplio abanico de medidas psicológicas. Los niños que a los cuatro años se habían esforzado por esperar a la recompensa eran también los que tenían más probabilidades de experimentar problemas de conducta, tanto en el colegio como en casa. Acostumbraban a luchar interiormente en las situaciones de gran estrés, muy a menudo tenían dificultades para prestar atención a lo que se les decía, y pasaban apuros para conservar sus amistades. Y lo más impresionante de todo eran quizá las cifras académicas: los chiquillos que habían sido capaces de esperar quince minutos para recibir una chuchería sacaban en la Prueba de Evaluación Académica unos resultados cuya media superaba en doscientos diez puntos a la de los niños que únicamente habían logrado esperar treinta segundos.

Estos correlatos demuestran la importancia de aprender a dirigir estratégicamente nuestra atención. Cuando logramos controlar adecuadamente el foco de nuestros pensamientos y deseos podemos también resistir las ideas negativas y las tentaciones peligrosas. Podemos evitar las peleas y mejorar nuestras posibilidades de eludir las conductas adictivas. Lo que motiva nuestras decisiones son los hechos y las sensaciones que bullen en nuestro cerebro, y el control de la atención nos permite encauzar este caótico proceso, puesto que logramos seleccionar conscientemente los pensamientos en que queremos centrarnos.

Es más, esta técnica mental está adquiriendo nuevo valor. A fin de cuentas vivimos todos inmersos en la era de la información, circunstancia que determina que la capacidad de centrarnos en los datos verdaderamente relevantes resulte de una increíble importancia. Herbert Simon lo ha expresado de un modo inmejorable: «El exceso de información empobrece notablemente la atención». El cerebro es una máquina limitada, y el mundo un lugar desconcertante, repleto de datos y de distracciones. La inteligencia es la capacidad de analizar dichos datos a fin de conseguir que adquieran un poco más de sentido. Y como también ocurre en el caso de la fuerza de voluntad, esta capacidad exige una adecuada asignación estratégica de la atención.

Permítanme realizar una observación final: en las últimas décadas, la psicología y la neurociencia han erosionado gravemente la noción clásica de libre albedrío. Resulta que el inconsciente es la parte más importante de la mente. Y sin embargo, no por ello dejamos de poder controlar el foco de nuestra atención, ya que está en nuestra mano centrarlo en aquellas ideas que pueden ayudarnos a alcanzar el éxito. En último término eso es quizá lo único que nos está permitido controlar. Evitemos poner los ojos en los tentadores dulces.

Este libro le hará más inteligente
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Section001.xhtml
Section002.xhtml
Section003.xhtml
Section004.xhtml
Section005.xhtml
Section006.xhtml
Section007.xhtml
Section008.xhtml
Section009.xhtml
Section010.xhtml
Section011.xhtml
Section012.xhtml
Section013.xhtml
Section014.xhtml
Section015.xhtml
Section016.xhtml
Section017.xhtml
Section018.xhtml
Section019.xhtml
Section020.xhtml
Section021.xhtml
Section022.xhtml
Section023.xhtml
Section024.xhtml
Section025.xhtml
Section026.xhtml
Section027.xhtml
Section028.xhtml
Section029.xhtml
Section030.xhtml
Section031.xhtml
Section032.xhtml
Section033.xhtml
Section034.xhtml
Section035.xhtml
Section036.xhtml
Section037.xhtml
Section038.xhtml
Section039.xhtml
Section040.xhtml
Section041.xhtml
Section042.xhtml
Section043.xhtml
Section044.xhtml
Section045.xhtml
Section046.xhtml
Section047.xhtml
Section048.xhtml
Section049.xhtml
Section050.xhtml
Section051.xhtml
Section052.xhtml
Section053.xhtml
Section054.xhtml
Section055.xhtml
Section056.xhtml
Section057.xhtml
Section058.xhtml
Section059.xhtml
Section060.xhtml
Section061.xhtml
Section062.xhtml
Section063.xhtml
Section064.xhtml
Section065.xhtml
Section066.xhtml
Section067.xhtml
Section068.xhtml
Section069.xhtml
Section070.xhtml
Section071.xhtml
Section072.xhtml
Section073.xhtml
Section074.xhtml
Section075.xhtml
Section076.xhtml
Section077.xhtml
Section078.xhtml
Section079.xhtml
Section080.xhtml
Section081.xhtml
Section082.xhtml
Section083.xhtml
Section084.xhtml
Section085.xhtml
Section086.xhtml
Section087.xhtml
Section088.xhtml
Section089.xhtml
Section090.xhtml
Section091.xhtml
Section092.xhtml
Section093.xhtml
Section094.xhtml
Section095.xhtml
Section096.xhtml
Section097.xhtml
Section098.xhtml
Section099.xhtml
Section100.xhtml
Section101.xhtml
Section102.xhtml
Section103.xhtml
Section104.xhtml
Section105.xhtml
Section106.xhtml
Section107.xhtml
Section108.xhtml
Section109.xhtml
Section110.xhtml
Section111.xhtml
Section112.xhtml
Section113.xhtml
Section114.xhtml
Section115.xhtml
Section116.xhtml
Section117.xhtml
Section118.xhtml
Section119.xhtml
Section120.xhtml
Section121.xhtml
Section122.xhtml
Section123.xhtml
Section124.xhtml
Section125.xhtml
Section126.xhtml
Section127.xhtml
Section128.xhtml
Section129.xhtml
Section130.xhtml
Section131.xhtml
Section132.xhtml
Section133.xhtml
Section134.xhtml
Section135.xhtml
Section136.xhtml
Section137.xhtml
Section138.xhtml
Section139.xhtml
Section140.xhtml
Section141.xhtml
Section142.xhtml
Section143.xhtml
Section144.xhtml
Section145.xhtml
Section146.xhtml
Section147.xhtml
Section148.xhtml
Section149.xhtml
Section150.xhtml
Section151.xhtml
Section152.xhtml
Section153.xhtml
Section154.xhtml
notas.xhtml