LA «LIGEREZA» DE LAS ABSTRACCIONES TAQUIGRÁFICAS

RICHARD NISBETT

Psicólogo social; codirector del Programa de Cultura y Cognición de la Universidad de Míchigan; autor de Intelligence and How to Get It: Why Schools and Cultures Count

  1. Una universidad tiene que sustituir el hospital de que dispone porque se ha quedado obsoleto. Los presupuestos de la obra señalan que el coste derivado de remozar el antiguo hospital vendría a ser el mismo que el de demolerlo y levantar uno totalmente nuevo. El principal argumento que ofrecen quienes proponen la primera solución estriba en el hecho de que la construcción del hospital original resultó muy costosa, de modo que limitarse a demolerlo para erigir otro sería un despilfarro. La razón fundamental que esgrimen los partidarios de la construcción de un hospital nuevo gira en torno a la circunstancia de que un edificio de nueva planta resultaría inevitablemente más moderno que uno remodelado. ¿Cuál de las dos propuestas le parece más sensata, la de modificar el viejo hospital o la de hacer uno nuevo?
  2. David L., un estudiante recién salido del instituto, tiene que elegir entre dos universidades iguales entre sí por su prestigio y su coste, así como por la distancia que las separa de su domicilio. David tiene amigos en las dos universidades. Los que cursan sus estudios en la universidad A la consideran atractiva tanto desde el punto de vista intelectual como personal. Los que optaron en su momento por la universidad B se muestran por regla general descontentos en ambos aspectos. Sin embargo, David decide realizar una visita de un día a cada una de las dos universidades en liza, descubriendo que sus impresiones resultan muy distintas de las que le habían anunciado sus amigos. En la universidad A tiene la oportunidad de conocer a varios estudiantes que no parecen ni particularmente interesantes ni especialmente agradables, y por si fuera poco un par de profesores le rechazan de plano. En la universidad B coincide con varios alumnos marcadamente brillantes y agradables, dándose además la circunstancia de que dos de los profesores del centro dan muestras de interés en sus estudios. ¿A qué universidad cree usted que debería acudir David?
  3. ¿A cuál de las cuatro cartas que figuran a continuación debería usted dar la vuelta para determinar si se ha violado o no la siguiente regla: «Si hay una vocal en la parte frontal de la carta, entonces el número del dorso es impar»?

Breves consideraciones sobre cada una de las preguntas anteriores:

Pregunta 1: Si ha dicho usted que la universidad debería remozar el edificio antiguo basándose en la idea de que la construcción del edificio original había resultado muy onerosa, ha caído usted en la abstracción taquigráfica que los economistas denominan la «trampa de los costes irrecuperables». El dinero que se hubiera podido gastar en la construcción del hospital viejo es irrelevante —no puede ya recuperarse—, así que no influye en los costes actuales. Amos Tversky y Daniel Kahneman han señalado que existen un par de experimentos mentales que pueden contribuir a aumentar la capacidad para caer en este tipo de trampas. Se trata de experimentos como el que presentamos a continuación:

Imagínese que tiene usted en su mano dos entradas para un partido de baloncesto de la NBA que se juega en su ciudad y que la cancha donde va a celebrarse el encuentro se halla a sesenta y tantos kilómetros de su casa. Lo malo es que ha empezado a nevar y que además acaba usted de descubrir que la estrella del equipo que le apasiona ha sufrido una lesión y no podrá participar en el choque. ¿Le parece que debería presentarse en el polideportivo o limitarse a dar el dinero por perdido y saltarse el partido?

Para responder a este interrogante a la manera de un economista, hágase la siguiente pregunta: «Supongamos que no tuviera en mi poder las entradas para el partido y que un amigo me llama por teléfono y me dice que tiene dos asientos para asistir al encuentro de esta noche y que no va a poder utilizarlos, ofreciéndome seguidamente la posibilidad de quedarme yo con ellos». Si la respuesta fuese de este tenor: «Tienes que estar de broma… Está nevando y la gran estrella del equipo no va a poder jugar», entonces la solución al dilema consiste en no acudir al choque. Esa respuesta le muestra que el hecho de que haya pagado usted un buen dinero por las entradas resulta irrelevante —puesto que su coste es ya irrecuperable y que no va a volver a su bolsillo por avenirse a hacer una cosa que en realidad no le apetece hacer—. La evitación de estas «trampas de los costes irrecuperables» constituye una verdadera religión para los economistas, pero yo he descubierto que el hecho de cursar un único año en una facultad de ciencias económicas apenas contribuye a lograr que la gente cobre conciencia de la mencionada trampa de los costes irrecuperables. Y resulta, por el contrario, que la comprensión de unas cuantas anécdotas similares a la del partido de baloncesto que acabamos de mencionar se revela notablemente más útil en este sentido.

Pregunta 2: Si usted ha mantenido que «David no es como sus amigos; debería ir a la universidad que más le ha gustado», entonces es que no ha calado suficientemente en usted la abstracción taquigráfica de la ley de los grandes números. La experiencia con que cuenta David en cada uno de los centros se limita a un solo día, mientras que sus amigos en cambio han podido contrastar sus opuestos pareceres a lo largo de cientos de jornadas. De este modo, y a menos que David piense que sus amigos tienen el gusto trastornado, debería pasar por alto las impresiones recibidas en la universidad B y acudir a la universidad A. El hecho de que uno curse solamente un año de estadística en la universidad incrementa las posibilidades de que tenga en cuenta la ley de los grandes números en sus decisiones. Si se siguen en cambio varios cursos en estadística, la ponderación de lo que dicha ley indica resultará poco menos que inevitable.

Pregunta 3: Si ha llegado usted a cualquier conclusión que no sea la de que «Es preciso dar la vuelta a la carta señalada con una U y a la que muestre un 8», los psicólogos P. C. Wason y P. N. Johnson-Laird vendrían a mostrarle que el noventa por ciento de los estudiantes de Oxford coinciden con su respuesta. Por desgracia, tanto ellos como usted se hallan en un error. La abstracción taquigráfica implícita en la lógica condicional no ha animado su respuesta. La idea de que «Si P, entonces Q» queda satisfecha mostrando que P se halla vinculada con Q y que no-Q no se encuentra en relación con P. Lo cierto, sin embargo, es que un curso de lógica no contribuye en nada a lograr que la gente consiga responder mejor a las preguntas de tipo similar a la número tres. De hecho, la obtención de un doctorado en filosofía no ayuda en modo alguno a que las personas logren aplicar mejor la lógica condicional a los problemas sencillos como los que plantea la pregunta número tres o los más enjundiosos que acostumbra a plantearnos la vida cotidiana.

Según parece, la absorción de algunas abstracciones taquigráficas se revela más «ligera» que otras, debido a que su comprensión logra pasar más fácilmente a formar parte de nuestro instrumental cognitivo. La asimilación de las demás da la impresión de resultar en cambio más pesada, puesto que no terminan de encajar en nuestra caja de herramientas cognitiva. Si los educadores quieren mejorar la capacidad que muestra la gente para la reflexión tienen que saber qué abstracciones taquigráficas resultan más digeribles y fáciles de transmitir y cuáles son en cambio pesadas y difíciles de inculcar. Los educadores llevan siglos dando por supuesto que la lógica formal perfecciona las facultades reflexivas —lo que vendría a significar que esas personas deberían mostrar un comportamiento más inteligente en la vida cotidiana—. Sin embargo, es posible que esta creencia resulte errónea. (Bertrand Russell dijo en una ocasión, y podemos afirmar con seguridad casi total que estaba en lo cierto, que los silogismos que estudiaban los monjes de la Europa medieval eran completamente estériles). No obstante, parece probable que no resulte nada difícil transmitir el contenido de un elevado número de abstracciones taquigráficas de importancia crucial, entre las que indudablemente cabe incluir varias de las que han venido a proponer los estudiosos que han colaborado este año en la revista Edge. Pocos estudios aportan tanto a los educadores como aquellos que les permiten determinar qué abstracciones taquigráficas son fáciles de enseñar y cuál es la forma más sencilla de transmitirlas a los alumnos.

Este libro le hará más inteligente
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