Capítulo 104
Semisótano, nivel C.
Millennium Tower.
Manhattan, Nueva York.
Grace volvió la cabeza hacia la Millennium Tower mientras corría a ponerse a cubierto detrás de las barricadas policiales. Tropezó y estuvo a punto de caer; sin querer se soltó del brazo del agente. Una joven que llevaba un chaleco naranja corrió en su ayuda, evitando que cayera al suelo.
—Te tengo —afirmó Jennifer mientras cogía a Grace de la cintura.
Juntas corrieron por la acera hacia una fila de coches de policía y vehículos de emergencia.
En el maletero de la furgoneta aparcada en la planta inferior del aparcamiento, el temporizador marcó el último segundo. Cuando la cuenta llegó a cero, un impulso eléctrico se desplazó hacia dos finos cables conectados a un detonador.
Una gran explosión destrozó las ventanas de los ocho primeros pisos de la Millennium Tower, provocando una densa nube de humo.
Agentes y civiles se arrojaron al suelo, se cubrieron las cabezas y buscaron cualquier refugio cercano.
Una bola de fuego salió de la Millennium Tower; era un torbellino de llamas amarillas y anaranjadas. El aire se llenó de cristales, hormigón y cascotes. Espesas nubes ensombrecieron el cielo y ocultaron el sol.
La onda expansiva de la explosión avanzó por las columnas que soportaban el rascacielos a una velocidad de mil metros por segundo.
Una lluvia de cemento y metal, fragmentos que parecían misiles diminutos, invadió la calle. Las ventanas de los edificios circundantes acusaron el impacto de la onda expansiva. El ensordecedor rugido que provocó la deflagración ahogó cualquier otro sonido.
Cuando por fin terminó la lluvia de cristales y cascotes sobre Manhattan, la Millennium Tower había desaparecido; se había desplomado sobre sí misma en el inmenso cráter provocado por la explosión.