Capítulo 78
Museo Field de Historia Natural.
Chicago, Illinois.
Una ráfaga de ira surcó la mente de Madison.
Ira hacia Grace por revelar su escondite a Crowe con ese grito de aviso.
Ira hacia sí mismo por albergar una idea tan egoísta: Grace había gritado en un intento desesperado por salvar la vida del guardia de seguridad.
«El guardia de seguridad que ahora yace muerto en el suelo de piedra.»
«Como el doctor Ambergris, hallado sobre un charco de sangre en su despacho.»
«Como Justin, muerto debajo de una aséptica sábana en la cama del hospital.»
La ira de Madison se transformó en furia; la emoción le nublaba la razón.
Los pasos se acercaban. El láser rojo se introducía en las rendijas que dejaban las cajas, en busca de su objetivo. Madison apoyó el hombro derecho contra la alta pared de cajas.
«Espera.»
Aterrada, Grace tensó su cuerpo al ver con impotencia la figura de Crowe por esas mismas rendijas. Madison le tocó la pierna con el pie.
—¿Está muy cerca? —preguntó en un susurro apenas audible.
Grace comprendió lo que se proponía; levantó una mano, en señal de que aún estaba relativamente fuera de su alcance.
«Espera.»
Pasos. La luz roja.
—Ahora —murmuró Grace.
Madison lanzó todo su peso contra la torre de cajas, apoyándose en la pared trasera con los pies para impulsarse.
La montaña de cajas crujió y se precipitó hacia el suelo.
Al percatarse de su error, Crowe intentó protegerse con los brazos, pero la primera caja impactó con fuerza en su hombro.
—¡Hacia esa puerta! —gritó Madison, señalando el cuerpo inerte del guardia de seguridad y la puerta abierta detrás de él.
La pila de cajas se derrumbó sobre Crowe, derribándolo contra el suelo con gran estruendo.
Grace se arrastró hacia la puerta. Madison estaba sólo a un paso de distancia.
Crowe quedó inconsciente bajo la avalancha de cofres; el arma se le escapó de las manos, se deslizó por el suelo y fue a parar a los pies de la estatua de ébano de Anubis.