Capítulo 94
Planta 63, Petronas Towers.
Kuala Lumpur, Malasia.
Tanaka estiró los brazos para aliviar la tensión que sentía en los hombros y el cuello. Se frotó los ojos, cansados de mirar la pantalla del ordenador. A su espalda oyó como el mayordomo descorchaba la botella de uno de sus vinos favoritos.
«Quizá no me quede hasta muy tarde esta noche.»
Sus pensamientos volaron hacia una joven prostituta a la que había visitado dos veces esa semana. Sería un buen final para un día muy largo.
Tanaka concentró su atención en los informes que le llegaban al ordenador. Se aisló del mayordomo, enfrascado en servir el Cabernet Sauvignon en la copa.
Los genetistas de la Orden iban demasiado lentos. Tendría que idear alguna forma de motivarlos. Tal vez una «visita» a algunos de los miembros de sus familias...
Una sombra cruzó la pantalla del ordenador.
El mayordomo tropezó con el respaldo de la silla.
—¡Maldita sea! ¿Cuántas veces te he dicho...?
Una explosión de dolor le invadió el cerebro. El mayordomo giró la muñeca con fuerza y hundió aún más el sacacorchos en la base del cráneo de Tanaka.
Este intentó gritar, pero el único sonido que salió de sus labios fue un gorgoteo débil.
Luego todo se volvió negro.
* * *
—¡Al suelo! —gritó Madison al tiempo que empujaba a Ambergris.
Madison se volvió y vio a Crowe, que se acercaba hacia ellos a grandes zancadas, con la pistola en la mano.
—¡Ha disparado contra Giovanni! —gritó Quiz.
Dante Giovanni se tambaleó y cayó desplomado al suelo. Una bala le había perforado la frente.
Mientras Crowe apuntaba de nuevo, esta vez hacia el doctor Ambergris, la manga rota de la camisa le dejó al descubierto la muñeca. Madison vio con dificultad el tatuaje de dos serpientes entrelazadas que Crowe tenía allí.