Capítulo 100
Semisótano, nivel C.
Millennium Tower.
Manhattan, Nueva York.
Cinco minutos más tarde, Quiz guiaba a Madison y Ambergris hasta la puerta de acero que llevaba al corazón informático que alimentaba Triad Genomics. Su placa de seguridad consiguió abrir el mecanismo de la puerta, que cedió con un sonoro crujido.
—Ya estamos en el servidor central —dijo Quiz, mirando a Madison por encima del hombro. Tenía la frente perlada de sudor.
Quiz abrió la puerta y el trío entró en la sala. Allí la temperatura era al menos quince grados más baja, sin rastro de humedad. Los condensadores evaporaban la humedad del aire para proteger los sensibles equipos informáticos.
Quiz señaló hacia el otro lado de la estancia, detrás de las filas de servidores intercomunicados por un amasijo de cables y alambres.
—La puerta que buscamos está allí.
A cincuenta metros, en la pared de enfrente, una señal de «SALIDA» relucía sobre una pequeña puerta. Los destellos rojos parpadeaban en la oscuridad.
—Vamos —dijo Madison.
Quiz avanzó hacia el centro de la sala.
Madison le seguía tan de cerca, con un inestable Ambergris a sus espaldas, que chocó contra Quiz cuando éste se detuvo bruscamente. Bajando la voz y recorriendo la sala con los ojos en busca de cualquier señal de peligro, Madison susurró:
—¿Qué pasa?
Quiz se dio la vuelta. Parecía aterrado. El sudor le regaba la frente.
—Creo que no estoy bien...
Las palabras salían entrecortadas de su boca, sus párpados empezaron a temblar; con un fuerte crujido se le cerró la mandíbula. Los músculos del cuello de Quiz se hicieron más visibles debido a la involuntaria tensión.
—¿Qué le sucede? —preguntó Ambergris.
—Está sufriendo un ataque —dijo Madison—. Siéntate si crees que lo necesitas, doctor Ambergris.
Las convulsiones agitaban el cuerpo de Quiz y la espalda se le arqueaba de manera incontrolable. Madison le atrajo hacia sí y le levantó los pies del suelo con suavidad.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó Ambergris—. ¿Cómo puedo ayudar?
—Se le pasará —respondió Madison—. Sólo tenemos que esperar a que termine y asegurarnos de que no se hace daño.
Mientras Madison acostaba a Quiz sobre el suelo, la cabeza de éste efectuaba movimientos bruscos. Madison intentó apoyarla en sus brazos para evitar que se golpeara contra el suelo de hormigón.
Quiz gritó; fue un grito potente, terrible.
* * *
Crowe acechaba en silencio las salas que rodeaban el despacho de Quiz, cerca del servidor central de Triad Genomics. Había deducido que Quiz, enfrentado a una amenaza, optaría por regresar a terreno conocido. El doctor Ambergris estaría con él.
Un grito débil resonó por el pasillo.
«Qué previsibles.»
Crowe empuñó el arma y siguió el rastro del grito de Quiz.