Capítulo 38
Despacho de Quiz.
Semisótano de la Millennium Tower.
Manhattan, Nueva York.
Quiz hizo crujir los nudillos de la mano izquierda. Se frotó los ojos cansados y abrió otra lata de Coca-Cola light.
—¿Me das una? —pidió Grace.
Con cierta desgana, Quiz sacó otra lata de la nevera portátil que tenía detrás de la mesa y se la pasó a Grace.
—Sigamos leyendo —pidió Madison, al tiempo que señalaba la pantalla del ordenador.
La siguiente entrada del diario del doctor Ambergris llevaba fecha del 10 de marzo.
10 de marzo
Mientras prosigo con mi viaje hacia la mente de mi padre, reflejada y conservada en los apreciados libros de su biblioteca privada, me asombro al sentir el vivo recuerdo de las cosas que me dijo a menudo cuando yo era niño: palabras llenas de sabiduría simple pero eterna que, quizá debido a mi limitada perspectiva de aquel entonces, no lograron causar el impacto deseado en el mundo de mi juventud.
Mi padre a menudo decía: «Una palabra escrita es la reliquia más escogida, algo que nos resulta más íntimo y más universal que cualquier obra de arte. Es la obra de arte más cercana a la vida en sí misma. Puede traducirse a cualquier idioma, y no sólo ser leída sino también respirada por cualquier labio humano; puede no sólo ser representada en lienzo o en mármol, sino también ser tallada en el mismo aliento de la vida».
Cuando contemplo los escritos del Libro de Enoch —del cual mi padre guardaba una antigua y frágil copia en una carpeta— me percato de la importancia de tales palabras.
El Libro de Enoch es un antiguo texto religioso hebreo que fue excluido de la Biblia por los primeros líderes de la Iglesia que tomaron las riendas de la doctrina cristiana en el Concilio de Nicea. Cabe preguntarse por qué fue excluido... Enoch es un personaje bíblico a quien se menciona en más de una ocasión en el Génesis: uno de los dos hombres que fue conducido ante Dios y ascendió al cielo sin pasar por la muerte. Dado que Enoch fue transportado, o trasladado en su forma corpórea, hasta el cielo, su nombre se convirtió en el eje de una tradición apocalíptica entre los cabalistas hebreos y los primeros cristianos.
Como he escrito antes, creo que en los mitos y escritos antiguos se ocultan muchas referencias crípticas a conceptos científicos que van más allá de la comprensión de sus autores: referencias que han sido repetidas sin comprensión, preservadas de su fuente original y perdidas en las tinieblas de la antigüedad. El Libro de Enoch contiene esas referencias.
Según dicho libro, el arcángel Gabriel transmitió a Enoch el conocimiento de los secretos de la creación y de los ciclos de los acontecimientos de la Tierra. Enoch recibió órdenes de Dios de transcribir este conocimiento y legar las inscripciones, escritas por la mano de Dios, a sus hijos, para que así se transmitieran de generación en generación.
Mi única conclusión es que «esa escritura de Dios, escrita para los hijos de Enoch para que se transmitiera de generación en generación» es una referencia críptica a la inscripción de un mensaje en el genoma humano transmitido a lo largo de los siglos.
El Libro de Enoch también nos habla de un «esquema» que Dios emplazó en la Tierra y del cual ordenó que «fuera preservado, y que los escritos de los padres fueran preservados, y que no perecieran en el Diluvio que desataría sobre mi raza».
Si acepto que el término «escritura de Dios» es una referencia primitiva al código genético humano, los «escritos de los padres» deben de referirse a los genes de nuestros antepasados.
* * *
Los pensamientos de Madison avanzaban vertiginosamente. Su agudo intelecto consideraba las posibilidades y ramificaciones de las desestructuradas y sorprendentes afirmaciones que aparecían en el diario de Ambergris.
—¿Qué quiere decir Ambergris con todo esto? —preguntó Quiz.
—Nos dice que nuestro ADN contiene un mensaje oculto de Dios para la humanidad.