Introducción
El interés por la ciencia tiene muchas recompensas, pero la que más agradezco es la sensación excitante de situarme en la frontera. Mis antepasados formaron parte de los pioneros para los que la frontera americana supuso una experiencia vital. Esta frontera ha desaparecido, pero siempre habrá fronteras en todos los aspectos de la ciencia, puesto que resolver un problema científico abre horizontes que abarcan nuevos problemas para ejercitar la curiosidad y el pensamiento humanos.
A mi marido, Isaac Asimov, le gustaba la ciencia y escribir sobre ella. Los artículos de su columna científica semanal para «Los Angeles Times Syndicate» se recopilaron en Fronteras. Fronteras II contiene el resto de las columnas de Isaac y algunas de las mías. Empecé a escribirlas cuando Isaac se puso enfermo en el invierno de 1991-1992, y continué después de su muerte en abril de 1992.
A pesar de la exactitud de las predicciones, el futuro es desconocido, hasta que se convierte en presente. En este libro aparecen los descubrimientos científicos en marcha en la actualidad con la esperanza de estimular las imaginaciones al tiempo que aclaren un poco nuestro complicado mundo.
Janet Asimov