¿Un asteroide marciano?

En 1990, Henry E. Holt y David Levy, del observatorio de Palomar en California, descubrieron un pequeño asteroide desconocido. Lo interesante es que parece moverse en la órbita del planeta Marte.

La historia de los asteroides se remonta a 1772, cuando un astrónomo francés, Joseph Louis Lagrange, demostró que existían cinco zonas en las que un pequeño cuerpo podía llevar el paso de un planeta mientras éste giraba alrededor del Sol.

Estos lugares se conocen como «puntos de Lagrange» y se numeran como L1, L2, L3, L4 y L5. De ellos, L1, L2 y L3 son inestables. Cualquier objeto situado en uno de estos puntos, si se desviara aunque fuera ligeramente de su posición, seguiría alejándose y nunca regresaría. Sin embargo, L4 y L5 son estables. Si un asteroide se sitúa en uno de estos dos puntos, entonces, incluso si se aparta, vuelve de nuevo a su posición, de manera que vibra alrededor de ese punto, por decirlo así, y puede permanecer allí indefinidamente.

L4 y L5 son puntos de la órbita del planeta. L4 está 60° por delante del planeta y L5, 60° por detrás. En ambos casos, si se trazan líneas imaginarias del asteroide al planeta, de éste al Sol y de vuelta al asteroide, se obtiene un triángulo equilátero, con todos los lados de igual longitud.

Lagrange sólo hablaba en teoría. No se conocía ningún caso real de asteroides en las posiciones L4 o L5 de ningún planeta. Pero en 1906, un astrónomo alemán, Maximilian Wolf, descubrió un asteroide (el del orden 588 descubierto, dicho sea de paso) que giraba alrededor del Sol en la órbita de Júpiter. Poco después se descubrieron más de estos asteroides, unos llevando el paso de Júpiter en la posición L5, 60° por detrás, y los otros en la posición L4, 60° por delante.

Wolf llamó al primero de estos asteroides «Aquiles», en recuerdo del héroe griego de la guerra de Troya. Otros de los asteroides descubiertos en las posiciones L4 y L5 recibieron los nombres de otros griegos y troyanos que según la leyenda lucharon en dicha guerra. Por consiguiente, las posiciones L4 y L5 han acabado siendo conocidas como las «posiciones troyanas» y los asteroides que hay en ellos, como «los Troyanos».

Hasta ahora, los asteroides troyanos relacionados con Júpiter son los únicos que se conocen. Puede que haya asteroides en las posiciones troyanas de Saturno, Urano y Neptuno, pero estos planetas están tan lejos que los asteroides que los acompañasen alrededor del Sol no aparecerían lo bastante nítidos para ser vistos, a no ser que fueran extraordinariamente grandes.

Por lo que se refiere a los planetas más cercanos al Sol que Júpiter, son pequeños y escasos en satélites.

Por supuesto, las posiciones troyanas que más nos interesan son las de la Tierra. ¿Hay un asteroide o dos compartiendo nuestra órbita alrededor del Sol, pero permaneciendo siempre 60° por delante o por detrás? Todavía más apasionante sería que existieran asteroides en posiciones troyanas con respecto a la Luna. Compartirían la órbita lunar alrededor de la Tierra, permaneciendo siempre 60° por delante o por detrás.

Un asteroide en una posición troyana de la Tierra estaría por lo menos a 150 millones de kilómetros de la Tierra. (Debería de estar a la misma distancia del Sol puesto que el asteroide, la Tierra y el Sol formarían un triángulo equilátero.) Un asteroide en la posición troyana de la Luna estaría sólo a 381 000 kilómetros (la distancia a la Luna), y podríamos visitarlo con la misma facilidad con que hemos ido a la Luna. O más, puesto que el asteroide no tiene gravedad propia que interfiera.

El problema está en que, aunque se ha buscado, no se ha descubierto ningún asteroide en las posiciones troyanas de la Tierra y de la Luna. Hace unos años se anunció que podían aparecer unas ligeras nubes de polvo en las posiciones troyanas de la Luna, pero el resultado fue negativo.

Algunos proponen la construcción de grandes estaciones espaciales capaces de albergar a 10 000 personas en las posiciones L4 y L5 de la Luna. Se convertirían en satélites troyanos artificiales moviéndose alrededor de la Tierra en la órbita lunar. Hay incluso un grupo de entusiastas que apoya esta idea y que se llaman a sí mismos «La Sociedad L5».

Ahora volvamos al nuevo asteroide descubierto por Holt y Levi. Ocurre que su posición se sitúa cerca del punto L5 de Marte, por tanto, puede tratarse de un nuevo asteroide troyano, el primero descubierto en relación con un planeta que no sea Júpiter. Por supuesto, puede que no sea un asteroide troyano incluso si está en la posición L5. Puede que mantenga una órbita diferente por completo y que casualmente recorte (o casi) la órbita de Marte en un punto que, en está única ocasión, está cerca del punto L5.

Por tanto, se debe mantener el asteroide bajo observación durante algún tiempo, para poder calcular su órbita con precisión. El tiempo demostraría que es o no un troyano. Si no es un troyano, no volveremos a oír hablar de él. Si lo es, se hará famoso (Por supuesto, si Marte tiene uno, me va a molestar que la Tierra no lo tenga también. Esto es chovinismo planetario).

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