Un cometa extraño

Entre las órbitas de Saturno y Urano pulula un objeto extraño dando vueltas alrededor del Sol, un objeto que interesa cada vez más a los astrónomos.

Lo descubrió en 1977 Charles Kowal, del Cal Tech, y lo bautizó con el nombre de Quirón. Pensaba que era un asteroide. Mide unos 240 kilómetros de diámetro, en demasía en el caso de un asteroide, y gira alrededor del Sol muy lejos del cinturón de asteroides ordinario.

Esto sería suficiente para establecer su anormalidad, pero actualmente se localiza en el extremo más próximo de su órbita y los astrónomos, al estudiarlo de cerca con instrumentos modernos, han determinado -en 1988- que lo envolvía una capa de polvo y gas, lo que significa que no se trata de un asteroide sino de un cometa. Esto lo hace más anómalo todavía, ya que se trata del cometa más grande que jamás se haya visto, con una masa unas diez mil veces mayor que la del famoso cometa Halley.

En los últimos tiempos surge una gran polémica en torno a los cometas en general. Hay dos tipos: los «cometas de período largo», que giran alrededor del Sol en períodos de miles de años, y los «cometas de período corto», que lo hacen en menos de doscientos años. Halley y Quirón son ambos de período corto.

Los de período largo se dirigen hacia el Sol procedentes de los confines remotos del espacio, mil veces más lejanos que el planeta más distante. Además, proceden de todas las direcciones posibles. En consecuencia, los astrónomos están seguros de que hay una enorme esfera de muchos miles de millones de cuerpos cometarios en torno al Sol. Se le conoce como la «nube de Oort», en nombre del astrónomo que habló por primera vez de su existencia. De vez en cuando uno de estos cuerpos, afectado por la gravedad de estrellas distantes, cae en el Sistema Solar interior.

Durante mucho tiempo se creyó que, de vez en cuando alguno de los cometas de período largo pasaba lo bastante cerca de un planeta, sobre todo de Júpiter, el gigante, como para que su órbita se modificara debido a la atracción gravitatoria. Entonces, el cometa podía ser «capturado» y permanecer definitivamente en el sistema planetario, convirtiéndose de esta manera en un cometa de período corto.

Pero los cometas de este tipo no proceden de todas direcciones sino que giran alrededor del Sol más o menos en el plano que utilizan los planetas. Esto no invalida la teoría, ya que se daba por sentado que al capturar un cometa de período largo, los planetas le forzaban a mantenerse en su propio plano orbital.

La confusión en torno a esta idea estriba, actualmente, en que unas simulaciones por ordenador de la situación, llevadas a cabo recientemente, muestran que los cometas de período largo son muy difíciles de capturar. Se podrían atrapar uno o dos, pero hay 150 cometas de período corto y tantas capturas parecen algo imposible.

Por tanto, en la actualidad se piensa que existe una segunda región cometaria alrededor del Sol, mucho más próxima que la nube de Oort que, en realidad, no es una esfera sino un cinturón reducido que recibe el nombre de «cinturón Kuiper», así llamado en nombre de otro astrónomo, que puede ser la fuente de los cometas de período corto.

El astrónomo Mark Bailey, de la Universidad de Manchester, hace una propuesta bastante sorprendente. Según él, muy pocos cometas acceden al Sistema Solar procedentes del cinturón de Kuiper, quizás uno o dos, pero son cometas gigantes como Quirón.

Mediante un ordenador, siguió la órbita de Quirón durante los últimos cien mil años y descubrió que se trata de una órbita inestable que en ocasiones se mueve mucho más cerca del Sol que en otras. Por tanto, Bailey sostiene que, hace tiempo, en el pasado remoto, cuando Quirón pasó bastante cerca del Sol se fragmentó y originó todos los cometas de período corto.

No es algo imposible. Todos estos cometas juntos, dejando aparte Quirón, sumarían un 2% de la masa de Quirón.

Esto significa que después de la fragmentación, el 98% de Quirón permanece.

Es una idea realmente interesante, pero a mí me resulta difícil de creer. Algunos cometas de período corto, como Biela, no son más que masas de sustancias heladas aglomeradas con polvo, y después de acercarse al Sol varias veces pueden desvanecerse por completo en una nube de polvo, tal como hizo Biela. Otros, como Encke, tienen núcleos rocosos, de manera que han desaparecido casi todo el hielo y el polvo y sólo mantiene el núcleo rocoso, con lo que es actualmente una especie de asteroide. Es difícil de explicar las formas en que Quirón se puede fragmentar y originar unos cometas con núcleo rocoso y otros sin él.

Otra cuestión es si existe realmente el cinturón Kuiper. La nube Oort se sitúa tan lejos que es inútil tratar de detectarla, pero el cinturón Kuiper debería poderse detectar. Varias sondas han rebasado la órbita de Neptuno y no han detectado ningún cuerpo cometario. De todas formas, incluso si el cinturón existiese, los cometas estarían muy separados y no podrían ser detectados por una sonda que atravesara el cinturón por un punto determinado.

Se hace necesaria una sonda que se sitúe en una órbita alrededor del Sol, un poco más allá de Neptuno. Debería rodearlo en el sentido contrario al que giran los planetas (y probablemente los cuerpos cometarios del cinturón Kuiper). Entonces sería posible que, en determinadas ocasiones en su viaje de doscientos años alrededor del Sol, descubriera la aproximación de un cometa gigante como Quirón.

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