Desaparecer una y otra vez

«Extinción» es una palabra horrible, a menos que quiera aplicarse este proceso a los organismos patógenos, las cucarachas o los gremlins que chapucean en el ordenador. Hasta 1945, cuando se utilizó la bomba atómica, la extinción humana, por lo general, sólo se había considerado en términos religiosos, pero unos años después del comienzo de la era atómica acudí a una conferencia sobre física nuclear que pronunciaba un profesor y colega. Su voz temblaba al hablar de la bomba y de nuestro incierto futuro. Decidí que si llegábamos a extinguirnos como los dinosaurios sería culpa nuestra. Desde entonces, he ido percatándome de que hay otras posibilidades.

Sabemos que se han producido muchas extinciones en masa, la mayoría de ellas bastantes misteriosas, pero no todas. En un caso particular los científicos están convencidos de qué fue lo que pasó.

En 1980, Walter Álvarez sugirió que hace 65 millones de años un objeto extraterrestre (cometa o meteorito) chocó contra la Tierra, causando tales daños a la biosfera que muchas especies, incluidos los dinosaurios, se extinguieron. Hace 65 millones de años se marca la frontera «C-T» entre el período Cretácico y la era Terciaria, y durante años los científicos trataron de encontrar un cráter de impacto que fuera idóneo para explicar la extinción C-T. Hace diez años, el cráter de Chicxulub de 180 kilómetros de diámetro, muy cerca de la costa norte de la península de Yucatán, en México, parecía un posible candidato. Por fin hay pruebas.

Los científicos han encontrado semejanza química entre la roca, en otro tiempo líquida, del cráter de Chicxulub y las perlas vítreas (microtectitas) encontradas en Haití y en el noreste de México. Tanto la roca como las microtectitas son el resultado de un impacto con la Tierra. La edad del cráter se ha determinado con precisión mediante una nueva técnica geocronológica llamada «datación argón-argón», que ha sido perfeccionada recientemente. El cráter y las microtectitas tienen la misma edad, 65 millones de años.

Algunos geólogos piensan que hace 65 millones de años no hubo sólo un impacto, sino dos, por lo menos, el del conocido y datado cráter de Chicxulub y otro en Iowa. Es posible que lo que chocó contra la Tierra se rompiera mientras caía.

La extinción C-T fue la peor de los últimos 200 millones de años, pero ha habido algunas más, igual de devastadoras para la vida en la Tierra y mucho más enigmáticas.

Hace 500 millones de años, en el período Cámbrico, muchas de las primeras criaturas con concha rígida desaparecieron, por causa desconocida. Después, en el Devónico, hace 370 millones de años, los trilobites fueron diezmados y el 70% de otras especies marinas se extinguieron. Puede haber alguna relación entre la extinción del Devónico y la presencia de impactos en ese período, pero los científicos no están seguros, y algunos piensan que la causa fueron erupciones volcánicas.

Hace unos 250 millones de años, la extinción del Pérmico fue mucho peor que la extinción C-T, ya que eliminó muchas formas terrestres además de comunidades complejas de vida en el mar que rodeaba al único continente de la Tierra, Pangea. Gran parte de la vida fue destruida, ya que en los años siguientes, durante el Triásico inferior, aparecen muy pocos fósiles. Al carecer de pruebas del impacto de un asteroide causante, los científicos desarrollan la teoría de que la extinción fue consecuencia de un descenso en los niveles de oxígeno, que se originó al quedar al descubierto la materia orgánica y oxidarse cuando el nivel del mar descendió y después volvió a subir. El paleontólogo Paul Wignall dice que si los seres humanos favorecemos un efecto invernadero, haciendo subir el nivel del mar, podríamos producir un descenso en los niveles de oxígeno y la asfixia.

Después de la extinción del Pérmico, la vida, con el tiempo, empezó a florecer de nuevo, de manera que en el Triásico superior había muchas especies preparadas para una nueva extinción, cosa que ocurrió. Puede que se debiera también al impacto de un asteroide, como lo prueban los cristales de cuarzo hechos añicos encontrados en Italia. La vida se recuperó y, a lo largo de los siguientes períodos de la historia de la Tierra, volvió a ser incluso más espectacular. Durante el Jurásico y el Cretácico, dinosaurios de todo tipo recorrían la tierra, volaban por el aire y nadaban por el mar, hasta que aconteció la frontera C-T y el impacto del gran asteroide.

Aunque no se ha producido una extinción en masa desde la frontera C-T, continuamente están chocando contra la Tierra pequeños restos (incluso algunos fabricados por el hombre). El impacto más reciente de cierta importancia se produjo en 1908 cuando un objeto (¿un cometa?) aplastó los árboles de Tunguska en Siberia. Todos hemos visto «estrellas fugaces», que son meteoritos consumiéndose en la atmósfera terrestre. Algún día, algún cuerpo mayor y más mortífero puede acercarse a nuestro planeta, y es hora de preocuparse de cómo evitar una extinción debido a una gran colisión de ese tipo. La mejor idea es ocuparse de dicho objeto antes de que se acerque a la Tierra. Un programa espacial global y viable sería lo más adecuado.

No todos los grandes impactos han sido mortales. La química orgánica (y, a la larga, la vida) puede haber sido impulsada, o incluso iniciada, por «colisiones de impacto» cuando la Tierra, muy joven, fue bombardeada por material de desecho de la formación del Sistema Solar. También es posible que la materia de bombardeo, como los meteoritos carbonosos actuales, contuviera moléculas orgánicas, los módulos de construcción de la vida.

La vida, una vez que empezó, ha sido muy tenaz, a pesar de las extinciones en masa. Como dice la gente de Gaia, incluso si la humanidad se extingue, la Tierra puede sobrevivir como planeta vivo independientemente de lo que le hagan los objetos extraterrestres o la estupidez humana.

Fronteras II
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