Enfriamiento
Un modo seguro de conseguir energía es obtenerla de la propia Tierra. En zonas de manantiales termales sólo hay que socavar agujeros y aprovechar el calor que liberan en electricidad.
Una de esas regiones, a 185 kilómetros al norte de San Francisco, empezó a ser explotada en 1960. Parecía que ofrecía electricidad barata y no contaminante extraída del interior de la Tierra, lo que significaba el abastecimiento de más electricidad de la misma manera. Se decía que para 1990 se obtendrían 2000 megavatios.
Por desgracia, la cantidad de electricidad producida en la actualidad es sólo de 1500 megavatios. Además, la presión de vapor está cayendo en picado. El problema es que, aunque en el suelo hay calor en abundancia, no hay mucha agua.
Lo que ha sucedido es que se ha utilizado demasiada tecnología. Todo lo que había que hacer era perforar los agujeros en las grietas de la roca llenas de vapor y esperar que el calor y la electricidad surgieran. Y lo hicieron, pero a medida que se perforaban más y más agujeros, surgía cada vez menos calor y electricidad. Hacia finales de los ochenta era evidente que el campo estaba demasiado explotado.
Mientras tanto, los ingenieros estaban convencidos de que se podría producir vapor para obtener 3000 megavatios, energía en cantidad suficiente para tres millones de personas. Pensaban que aquello podría seguir funcionando durante treinta años. Pero estaban equivocados.
Si la región se hubiese explotado lentamente, era probable que pudiera seguir funcionando razonablemente. Pero no fue así como ocurrió. El precio del petróleo se disparó con el embargo petrolífero y estaba claro que se podía disponer de energía geotérmica. Al mismo tiempo, el gobierno proporcionó incentivos económicos para garantizar el desarrollo de este tipo de energía. El resultado fue que se aceleró el desarrollo, pasando de 70 megavatios anuales a 150 megavatios. En 1988, la capacidad de producción era más del doble que la de 1981. Los nuevos niveles de producción siguieron funcionando pero ya estaba claro que la presión de vapor disminuía a pasos agigantados.
Ahora todo el mundo sabe que no hay agua suficiente en las rocas y fisuras subterráneas para que se siga adelante, pero la explotación continúa. De hecho, la Comisión de Energía de California ha aprobado todos los pasos a fin de explotar el campo. Los expertos están tratando de encontrar métodos para regenerarlo. El más factible parece ser la inyección de agua fría utilizando el vapor que se condensa antes de desvanecerse en la atmósfera. A pesar de todo, el agua es tan escasa que es probable que los operadores tengan que obtener agua de las plantas depuradoras para la recarga.
Otras regiones de fuentes termales se pueden explotar con precaución. Se piensa que el calor próximo a la superficie de las áreas volcánicas de Estados Unidos es unas diez veces superior a la energía calorífica de todos los depósitos de carbón del país. La pega está, por supuesto, en el suministro de agua. Los ingenieros perforan la roca seca y caliente y la fracturan. Después irrigan agua al interior que vuelve a ascender por otro agujero perforado. Los análisis del flujo permitirán controlar si el sistema puede mantener la emisión de calor sin enfriarse con demasiada rapidez o rezumando demasiado.
La energía geotérmica no sólo surge de la roca caliente sino también del magma: roca fundida a una profundidad de entre cinco y siete kilómetros. No existe ninguna maquinaria que aguante para abrirse camino a través del magma, aunque se ha perforado en Long Valley, al este del Parque Nacional de Yosemite, para tratar de llegar a los seis kilómetros de profundidad, o a una temperatura de 500 °C, lo primero que se alcance.
También hay energía geotérmica en Texas y Luisiana procedente de una mezcla de energía geotérmica y depósitos de combustibles fósiles. Los depósitos se formaron desde hace 15 a 18 millones de años, cuando el agua salada fue absorbida en lechos porosos de arenisca entre capas impermeables de arcilla. A medida que se amontonaba más sedimento, el material se comprimía. Además, se liberaba metano procedente de la descomposición de la materia orgánica formada.
En los años setenta se hablaba de que un simple agujero perforado en la zona de compresión geológica dispararía un chorro de calor geotérmico más metano o gas natural. Diez años de investigaciones han rebajado el optimismo, ya que hasta ahora las experiencias con la energía geotérmica ordinaria hacen dudar de su utilidad como nueva fuente de energía. Son necesarios más estudios.