Más sobre cometas

Los problemas que plantea el presente, el futuro cercano y el siglo próximo ya son bastante graves, pero titulares periodísticos recientes anuncian un grave peligro procedente del cielo, en agosto del 2126. El causante será un cometa.

Así que hagamos un repaso a los cometas, cuerpos celestes que han apasionado a la mente humana desde la prehistoria e intrínsecamente interesantes y bellos. Son útiles, porque estudiarlos nos acerca a la comprensión del Sistema Solar, y algún día podríamos utilizar su hielo para abastecer de agua las colonias de Marte.

Los cometas son objetos que por lo general no miden más de un kilómetro de ancho, rodeados por una «cabellera cometaria» de polvo y gas. El cuerpo del cometa está compuesto de hielo sucio o barro helado alrededor de un núcleo rocoso.

La teoría del barro congelado es reciente. Se basa en los estudios por medio de infrarrojos que indican que el hielo de los cometas se aglomera con «suciedad» más de lo que se había creído. Esto relaciona a los cometas con cuerpos similares del Sistema Solar externo como Plutón y Tritón, de los que muchos científicos creen que pueden haberse formado como resultado de la condensación de muchos cometas.

La estructura cometaria del Sistema Solar está ocupada por muchos miles de millones de cometas, todos ellos originados hace 5000 millones de años, al mismo tiempo que el resto del Sistema Solar se condensaba para formar el Sol, los planetas, los satélites y los asteroides.

Por supuesto, siempre hay excepciones. El cometa Yanaka ha sido analizado recientemente y no parece que contenga materia carbonosa. Si se formó al mismo tiempo que los otros cometas, da al traste con las teorías sobre la composición de la nebulosa que originó nuestro Sistema Solar. En vez de eso, los científicos sostienen que se originó en el interior de una nube de materia molecular interestelar y que, después, fue capturado por nuestro Sistema Solar.

Cuando los cometas se acercan al Sol desarrollan «colas», compuestas de polvo, hielo vaporizado y un «plasma» de electrones e iones moleculares. Algunas veces, los componentes de las colas se presentan separados, en cuyo caso las colas de polvo se curvan, mientras que las de «plasma» son rectas. Debido a la presión del viento solar, las colas siempre se orientan hacia fuera desde la dirección del Sol, un hecho ya observado hace cuatro siglos y medio por Girolamo Fracastoro y Peter Apian.

Se observa cantidad de cometas, algunos con colas magníficas, que es obvio que no todos los cometas permanecen en órbitas remotas en el límite del Sistema Solar. Las órbitas de muchos cometas son deformadas por colisiones con otros cometas y asteroides o por la fuerza de la gravedad de los planetas gigantes o incluso de otras estrellas.

Algunos cometas se escapan del Sistema Solar, otros oscilan más cerca del Sol, donde pierden masa. Se descubrió que Halley perdía 30 toneladas por segundo. Aunque la nave espacial Giotto informó de que el cometa Grigg-Skerllerup está perdiendo sólo 100 kilos por segundo, sigue siendo más de lo que se preveía.

De los cometas que llegan a nuestra zona del Sistema Solar, la órbita menor corresponde a Encke, que tarda en su viaje alrededor del Sol 3,3 años. Se acerca al Sol casi tanto como Mercurio. Otros cometas penetran en el Sistema Solar interior una sola vez cada muchos años: Halley cada 76, Kokoutek cada 21 700 años, otros cada millones de años.

La NASA inicia actualmente la Vigilancia Internacional de Cometas Ulises, mientras la misión de la nave espacial Ulises estudia el Sol (en 1994 Ulises cruzará el polo sur solar). Se espera que durante este tiempo, astrónomos aficionados fotografíen a los cometas cuando aparezcan. Los datos de las fotos y de Ulises ayudarán al estudio del viento solar, cuyas partículas cargadas también afectan a la Tierra.

A veces es difícil distinguir un cometa «muerto» de un asteroide. Recientemente, astrónomos del Observatorio Europeo del Sur llegaron a la conclusión de que es muy probable que el asteroide 4015 sea lo mismo que el cometa Wilson-Harrington, que parece haber perdido su cubierta de hielo desde su descubrimiento en 1949. Es posible que existan muchos cometas muertos en el espacio.

Se piensa que cometas que chocaron contra la Tierra le han aportado materia. Puesto que agua, amoniaco y ácido cianhídrico (presentes en la mayoría de los cometas) forman adenina, uno de los componentes del ADN, se ha aventurado que los compuestos orgánicos que condujeron a la vida en la Tierra fueron iniciados o acelerados por los cometas. Existe una teoría, muy discutida, que afirma que sigue habiendo cometas enanos muy próximos, que dejan manchas misteriosas en las imágenes ultravioletas de la atmósfera terrestre y que depositan agua sobre la Tierra cuando la alcanzan.

Y ahora, hablemos del más grande, del cometa que puede suponer un quebradero de cabeza para nuestros descendientes, según la advertencia recién publicada por la Unión Astronómica Internacional, de talante moderado. Es el cometa Swift-Tuttle, observado por primera vez en 1862. Fue localizado de nuevo el 27 de septiembre de 1992 por el astrónomo japonés Tsuruhiko Kiuchi y parece haber aumentado el despliegue de perseidas (procedentes de otros restos anteriores del cometa). La órbita de este cometa lo acercará más la próxima vez, y la siguiente; y hay una probabilidad entre 10 000 de que en el 2126 choque contra la Tierra provocando una catástrofe. Para esas fechas, la raza humana dispondrá naves espaciales patrullando el Sistema Solar, dispuestas a abatir o a obligar a alejarse del camino a los objetos peligrosos. Si nuestra tecnología no sabe controlar el cometa para entonces, querrá decir que habremos destruido nuestra civilización, y posiblemente nuestra existencia, antes de que el cometa haya tenido la oportunidad de hacerlo en nuestro lugar. ¡Así que no se preocupe nadie por el cometa, limítese a apoyar la civilización!

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