Luz estelar y polvo

Por primera vez en la historia, los seres humanos son capaces de estudiar la luz pura de las estrellas.

Esto puede parecer una afirmación extraña para cualquiera que alguna vez haya mirado hacia el cielo en una noche tranquila, despejada y oscura, pero es verdad.

El problema para ver las estrellas es que nos encontramos muy próximos a una estrella concreta, el Sol, cuya luz es mucho mayor que cualquier otra cosa que podamos ver e inunda todo lo que le rodea.

Por supuesto, gran parte del tiempo, la rotación de la Tierra nos envuelve en su propia sombra. El Sol se pone, la noche cae y las estrellas surgen. Esto, sin embargo, no es suficiente. Es posible que la Luna en el cielo refleje la luz solar hasta tal punto que su luz sea mucho más fuerte que todo lo que ocupa el cielo nocturno.

Además de la Luna, hay planetas brillantes -Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno- que también reflejan la luz solar y, todos juntos, son más brillantes que todas las estrellas. Además, Urano, Neptuno y Plutón, aunque muy poco brillantes o incluso invisibles a simple vista, también aportan luz solar.

Y, sin embargo, hay veces en que la Luna no es visible en el cielo durante la noche (esto ocurre gran parte del tiempo) y en ocasiones los planetas se encuentran de cara a la Tierra cuando es de día. Esto no sucede muy a menudo, pero es posible, en ocasiones excepcionales, ver el cielo nocturno despejado de Luna y de planetas.

¿Se puede ver entonces la luz pura de las estrellas? Por desgracia, no.

Hay decenas de miles de asteroides girando alrededor del Sol, un número incluso mayor de meteoroides y también un número incierto de cometas. Todos ellos reflejan la luz del Sol y esto atenúa la luz de las estrellas, por lo demás pura, que veríamos.

De hecho, hay otras fuentes menores de luz que interfieren. El Sistema Solar está formado por cuerpos celestes, grandes y pequeños, y algunos de los «cuerpos» son realmente pequeños. En realidad, no son más que partículas de polvo. Hablando claro, el Sistema Solar es un lugar polvoriento.

¿De dónde viene este polvo? Probablemente procede de cometas que se desintegran lentamente y de cuerpos mayores que de vez en cuando chocan y se rompen en pedazos cada vez más pequeños. Algunos calculan que hay diez billones de toneladas de polvo en el Sistema Solar. Los cuerpos mayores lo recogen continuamente, pero sigue formándose a una velocidad de unas diez toneladas por segundo, de manera que la cantidad total permanece estacionaria.

¿Cómo altera esto la luz de las estrellas? Pues bien, el polvo refleja la luz solar y produce una luz difusa constante incluso en las noches más oscuras. La luz es más brillante en el plano en que se mueven los planetas a través de las constelaciones del Zodíaco. Por tanto, a esta luz se le llama «luz zodiacal».

Cuando un telescopio apunta hacia el cielo nocturno, incluso si están ausentes la Luna y todos los planetas y no se quiere tener en cuenta la luz de asteroides y cometas, cerca del 40% de toda la luz que llega a las placas fotográficas es zodiacal.

¿Qué se puede hacer? Por ahora nada. Sin embargo, allá por 1972 y 1973 se enviaron a Júpiter dos sondas, Pioneer X y Pioneer XI. Cumplieron con su obligación al pasar volando por la órbita de Júpiter y ahora se encuentran bastante más allá de las órbitas de los planetas y todavía siguen enviando mensajes por radio.

La polvareda del Sistema Solar disminuye a medida que nos alejamos del Sol, y las dos sondas Pioneer se sitúan actualmente tan alejadas de él que la luz zodiacal es insignificante. Con el Sol, los planetas y el polvo situados en sentido contrario actualmente miran hacia las estrellas y detectan sólo las estrellas y otros objetos fuera del Sistema Solar y nada más (a excepción del parpadeo luminoso, insignificante y ocasional de algún cometa remoto perteneciente al Sistema Solar).

Gary Toller, del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, en Greenbelt (Maryland), analizó los mensajes enviados por las sondas y descubrió que el 82% de la luz que vemos, cuando miramos hacia el Universo estrellado, en realidad es producido por las estrellas de nuestra propia Galaxia casi toda procedente de estrellas que son demasiado tenues para ser observadas a simple vista.

Puesto que todas las estrellas parecen estar sumergidas en el polvo, millones de estrellas reflejan su luz en millones de luces zodiacales. Casi todo el resto de la luz que se ve, por tanto, no procede directamente de las estrellas sino que es luz estelar que rebota en el polvo.

Una pequeña parte de la luz, alrededor de un 0,6% del total, procede de fuentes exteriores a nuestra Galaxia, de la enorme cantidad de galaxias mucho más alejadas.

A primera vista, la información no parece decirnos mucho, pero combinada con otras medidas ha servido para situar al Sol en nuestra Galaxia con mayor precisión. Hay un plano imaginario que corta a nuestra Galaxia lenticular en dos, y el Sistema Solar, según parece, se sitúa unos cuarenta años luz por encima del plano.

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