Más sobre Venus

El 8 de octubre de 1992 señaló la muerte de uno de los servidores más leales y trabajadores de Venus, el satélite artificial en Venus Pioneer XII. Entró en órbita alrededor del planeta el 4 de diciembre de 1978 y desde entonces no ha dejado de transmitir datos.

No obstante, el Pioneer XII era una más de las treinta y cinco sondas espaciales que investigan Venus desde 1961, cuando Venera I, de origen soviético, llegó al planeta. La primera nave espacial transmisora de datos sobre el interior de la atmósfera venusiana fue Venera IV, que emitió durante 93 minutos después de penetrar en las nubes de Venus el 18 de octubre de 1967. Desde 1989, la nave espacial Magallanes ha estado cartografiando Venus mediante el radar y se espera que continúe haciéndolo. El último año ha recogido muchos artículos científicos sobre los datos de Venus.

Venus es el segundo de los planetas más próximos al Sol y sólo un poco menor que el tercer planeta, la Tierra. En la antigüedad se pensaba de Venus que eran dos cuerpos celestes: las «estrellas» de la mañana y de la tarde, hasta que se hizo evidente que nunca aparecían juntas en la noche. Los griegos la bautizaron con el nombre de Venus en recuerdo de la diosa del amor y la belleza.

En el cielo de la Tierra no hay duda de que Venus es bello, el objeto más brillante sin tener en cuenta la Luna. En 1610, Galileo descubrió que, al igual que la Luna, Venus tenía fases. Esto corroboraba la teoría heliocéntrica o del Sol como centro de nuestro sistema planetario, propuesta por primera vez por el griego Heráclides en el año 350 a. C., que fue desdeñada. Que Venus tuviera fases significaba que brillaba porque reflejaba la luz solar, y si lo hacía era porque tenía que estar girando alrededor del Sol, y no de la Tierra.

Venus es mucho menos bello de cerca. Sin agua y más caliente que el infierno de Dante, no es probable que contenga vida. Se calcula que la temperatura de su superficie es de 730 °K o 454 °C, tan caliente como para fundir plomo.

La atmósfera de Venus es 95 veces más densa que la de la Tierra. Está formada mayormente toda por dióxido de carbono, y ácido sulfúrico, fluorhídrico y clorhídrico, todavía más venenosos. A principios de 1992, R. David Baker II y Gerald Schubert, de UCLA, mostraron que en ciertas zonas de la atmósfera de Venus se forman células de convección más bien finas pero muy grandes en sentido horizontal, probablemente debido a la dinámica de las capas atmosféricas, ahora bajo investigación.

Una de las razones por las que los científicos están investigando la atmósfera venusiana es porque algún día puede ser factible un intento para mejorarla (como sembrar las nubes de bacterias y algas verdeazuladas).

Otra razón es la amenaza del «efecto invernadero» que caliente la Tierra. Venus ya tiene un efecto invernadero desbocado, y si se averigua el porqué, podríamos evitar un destino semejante para la Tierra.

Utilizando modelos de simulación por ordenador, Matthew Newman y Conway Leovy, de la Universidad de Washington, investigaron recientemente los fuertes vientos que cubren una vuelta completa alrededor de la atmósfera de Venus cada cuatro días, mientras que Mercurio tarda 243 días en completar el giro. Parece que la acción de la radiación solar sobre la atmósfera densa gobierna las mareas termales que favorecen los vientos. Los científicos todavía buscan respuesta a otras preguntas sobre la atmósfera venusiana, como: ¿Por qué las nubes que hay sobre los polos son tan calientes? ¿Qué causa mantiene la velocidad de rotación de fondo de la atmósfera inferior?

También se está estudiando la superficie de Venus. Está plagada de cráteres, es montañosa (a la montaña más grande se la conoce como Maxwell), presenta valles agrietados, domos volcánicos y ríos de lava más largos que cualquier río terrestre de agua. Se interpretó que las imágenes del Magallanes revelaban un corrimiento de tierras reciente; después se asumió como error. Estudios más recientes indican que probablemente eran corrimientos de tierra, pero ocurridos en el pasado.

Los científicos pensaban que Venus no tenía placas tectónicas como las que se mueven en la superficie terrestre. En mayo de 1992, Dan P. McKenzie, de la Universidad de Cambridge, anunció a la Unión Geofísica Americana que Venus podía tener una variedad modesta y desigual de placas tectónicas. La prueba más convincente era una mole enorme y borrosa llamada Artemisa en las tierras montañosas ecuatoriales conocidas como Tierra de Afrodita. Artemisa puede ser una zona en la que se haya formado corteza nueva. Cerca de Artemisa hay fosas semejantes a las fosas de subducción observadas en el fondo del océano, donde unas placas descienden por debajo de otras.

Gerald Schubert, de UCLA (Universidad de California en Los Ángeles), y David T. Sandwell, de la Institución Scripps de Oceanografía, también han analizado las imágenes del Magallanes. Afirman que la subducción en Venus es diferente. La corteza terrestre surge de una cresta en mitad del océano, después se alarga durante una gran distancia horizontalmente para hundirse bajo otra placa en la zona de subducción. En Venus, no parece que las placas se alarguen horizontalmente. Se interpreta que cuando su superficie se rasga merced al calor del manto, la corteza a ambos lados del desgarrón se hunde verticalmente al tiempo que emerge roca fundida del manto.

La mitad de los cráteres de Venus están rodeados por bordes oscuros, pero también existen estas crestas sin cráter central. El geofísico K. J. Zahnle cree que muchos meteoritos se desmenuzan al sumergirse en las «tensiones aerodinámicas» de la atmósfera de Venus, causando impactos de choque similares a la sacudida que derribó los árboles de Tunguska, en Siberia, el 30 de junio de 1908.

A diferencia de Marte, Venus y la Tierra son dos planetas con atmósferas considerables. En la Tierra, el agua borra las pruebas de la mayoría de los acontecimientos de su superficie. En Venus es posible detectar su estado y la evolución que sufrió su superficie, y cómo le afecta su extraña atmósfera.

Fronteras II
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