Los nombres de los satélites de Neptuno
En su máxima aproximación a Neptuno, en 1989, el Voyager ll localizó seis pequeños satélites cerca del planeta. A cuatro de ellos los han bautizado con nombres que se harán oficiales en el congreso de la Unión Internacional de Astronomía en Buenos Aires.
A los astrónomos no siempre les ha preocupado poner nombres a los satélites. Durante casi tres cuartos de siglo, a los satélites de Júpiter, aparte los cuatro primeros, se les fue conociendo por el orden en que se iban descubriendo: Júpiter V, Júpiter VI y así sucesivamente, hasta llegar a Júpiter XIV. No empezaron a recibir nombre hasta que las sondas cohete emprendieron el estudio más detallado de los satélites planetarios.
En 1846, poco después de que se descubriera Neptuno, se encontró un satélite que giraba en torno a él. Neptuno fue bautizado así en honor del dios romano de los mares debido a su color verdoso. El equivalente griego de su nombre era Poseidón. Al satélite se le puso el apropiado nombre de Tritón, un hijo de Poseidón en la mitología griega. A Tritón se le representaba como un ser con cabeza, torso de hombre y cola de delfín.
Tritón es un satélite de tamaño considerable y durante más de cien años se creyó que era mayor que nuestra Luna, porque se pensaba que su superficie era mate y que para reflejar tanta luz como reflejaba, tenía que ser muy grande. Pero el Voyager II descubrió que su superficie era brillante, de manera que reflejaba la luz justa, aun cuando era claramente menor que nuestra Luna.
Durante un siglo, Tritón fue el único satélite conocido que tenía Neptuno. En 1949, sin embargo, se descubrió un satélite bastante más pequeño con una órbita excéntrica muy alejada del planeta. Giraba alrededor de Neptuno durante 365 días, por mera coincidencia el mismo tiempo que tarda la Tierra en hacerlo alrededor del Sol. Recibió el nombre de Nereida, que en realidad no es el nombre de un solo personaje mitológico, sino el de un grupo. Las nereidas eran ninfas marinas, las cincuenta hijas de un dios del mar llamado Nereo.
En los años setenta y ochenta los astrónomos daban por sentado que Neptuno tenía más satélites girando alrededor del planeta a distancias menores. Las sondas habían descubierto satélites parecidos rotando alrededor de Júpiter, Saturno y Urano. No se veían desde la Tierra, en primer lugar porque eran pequeños y, por tanto, muy oscuros, pero sobre todo porque estaban tan cerca de los planetas en torno a los que giraban que la luz que reflejaban éstos los ocultaban.
En efecto, cuando el Voyager II pasó por delante de Neptuno, se descubrieron seis satélites a su alrededor.
Uno de ellos era un poco mayor que Nereida, así que pasó a ser el segundo satélite más grande de Neptuno mientras Nereida pasaba a ocupar el tercer puesto. Que Nereida se descubriera antes desde la Tierra, y no el nuevo satélite más grande, se debió a la posición de Nereida, suficientemente alejado de Neptuno para ser visto.
El nuevo satélite más grande, que mide por término medio 400 kilómetros de ancho y se sitúa a unos 105 000 kilómetros del centro de Neptuno, va a llamarse Proteo. Proteo es un personaje mitológico interesante. Era un pastor de Poseidón que cuidaba los rebaños de focas del dios del mar. Según la mitología, tenía el aspecto de un anciano y podía predecir el futuro. Pero sólo aquel que fuera capaz de acercarse a él furtivamente y sujetarlo conocería su destino. Esto no resultaba fácil, porque Proteo podía transformarse en un animal salvaje, en fuego o adoptar otra forma, y el aspirante a su futuro debía tener mucho valor para seguir sujetándolo. Al final, Proteo terminaba cediendo, volvía a su aspecto primitivo y predecía el futuro.
Proteo fue el primero de los nuevos satélites descubiertos. El tercero mide unos 145 kilómetros de ancho y se sitúa a unos 52 000 kilómetros del centro de Neptuno. El nombre propuesto ha sido «Despina», que no resulta muy apropiado porque no tiene que ver con el mar. Significa «la señora» y los griegos utilizaban este término para Afrodita, diosa del amor, para Deméter, diosa de la agricultura y para Perséfone, diosa del averno. Ni rastro del mar.
El quinto de los satélite descubiertos recientemente mide unos 80 kilómetros de ancho. Y se sitúa a unos 48 000 kilómetros del centro de Neptuno. Ha recibido el nombre de «Talasa» que, a diferencia de Despina, parece un nombre apropiado. Esta palabra griega significa «océano», y qué mejor nombre para un satélite del dios del mar.
El sexto de los satélites mide unos 65 kilómetros de ancho y se sitúa a unos 45 000 kilómetros del centro. El nombre propuesto es «Náyade». Náyade, como Nereida, es el nombre de un grupo de seres mitológicos. Las náyades eran ninfas acuáticas que se suponía que gobernaban las aguas dulces de la Tierra: ríos, arroyos, manantiales y fuentes. Por lo general se les representa como mujeres bellas y jóvenes apoyadas en jarrones de los que mana el agua.
El segundo y el cuarto de los satélites de Neptuno recién descubiertos todavía no tienen nombre. No sé por qué, pero podemos estar seguros de que no serán pasados por alto. ¿Por qué no Escila y Caribdis? Son dos monstruos marinos, el primero una especie de pulpo, el segundo una vorágine con la que Ulises se tropezó en su Odisea.