Nuestro nuevo vecino

Tenemos un nuevo vecino o, por lo menos, uno que acaba de ser descubierto. Es una galaxia enana en una constelación oscura, llamada Sextante, en el lejano sur. Se descubrió utilizando un telescopio en Australia, y Michael J. Irwin, de la Universidad de Cambridge, anunció su existencia en marzo de 1990.

Para comprender lo que entendemos por «vecino» debemos referirnos a nuestra Vía Láctea, una banda luminosa de brillo débil que rodea el cielo. Esta es la «Galaxia» (de «leche» en griego) y está formada por una enorme colección de alrededor de 200 000 millones de estrellas y nuestro Sol no es más que una de ellas. La mayoría de estas estrellas está ocultas detrás de nubes de polvo, pero los astrónomos saben que existe a tenor de sus efectos gravitatorios y las radioondas que emiten que, a diferencia de las luminosas, pueden atravesar el polvo.

Cuando se conoció la extensión total de la Galaxia en la década de los años diez, parecía sensato suponer que constituía todo el Universo. Después de todo, 200 000 millones de estrellas en un sistema en forma de sol pirotécnico, y 100 000 años luz (un trillón de kilómetros) de ancho es algo, desde luego, bastante grande para ser un Universo.

Sin embargo, había algo más que eso. A lo lejos, en el hemisferio sur, se pueden ver dos regiones brumosas que parecen porciones desgajadas de la Vía Láctea. Son la Gran Nube de Magallanes y la Pequeña Nube de Magallanes, y resultaron ser pequeñas galaxias situadas a unos 150 000 años luz, en las inmediaciones de nuestra Galaxia. Parecen dos satélites de ésta y contienen sólo unos 20 000 millones de estrellas cada una. No obstante, había determinadas manchas nubosas de pequeño tamaño que se podían observar en todas partes en el firmamento. Se les llamó «nebulosa» (palabra latina que significa «nube») y eran de naturaleza incierta. La mayoría de los astrónomos supuso que eran nubes de polvo situadas entre las estrellas de nuestra Galaxia, pero algunos herejes pensaron que podían ser galaxias independientes que se encontraban mucho más allá de la nuestra.

En este caso, los herejes resultaron tener razón. En 1924, el astrónomo estadounidense E. P. Hubble (en su honor se llamó así el telescopio espacial Hubble) demostró definitivamente que la nebulosa Andrómeda era una galaxia remota que se encontraba a una distancia de 2,3 millones de años luz. Estaba quince años más lejos que las Nubes de Magallanes.

Ahora sabemos que nuestra enorme Galaxia, la Vía Láctea, no es más que una entre los muchos millones, o quizá miles de millones, de galaxias esparcidas por un espacio inmensamente grande. Se han detectado galaxias que se sitúan a miles de millones de años luz de la propia, así que nuestra percepción del tamaño del Universo se ha ampliado más o menos en cien mil veces en los últimos tres cuartos de siglo. Estas galaxias no se encuentran aisladas sino agrupadas en «cúmulos de galaxias». Algunos de estos cúmulos contienen docenas de galaxias, cientos, miles o incluso más.

Naturalmente, nuestra Galaxia también forma parte de un cúmulo, bastante pequeño, al que se conoce como el «Grupo Local». Sus miembros más conocidos son la Vía Láctea y Andrómeda. Andrómeda es incluso mayor que la nuestra y está formada por 100 000 millones de estrellas.

Hay una tercera galaxia, tan grande como la nuestra, que se descubrió no hace mucho. Se le conoce como Galaxia Maffei, por su descubridor, y está situada en el mismo límite del Grupo Local. No sabemos mucho de ella porque está oculta tras nubes de polvo, pero se encuentra a unos 3,3 millones de años luz.

Pero así como existen muchos más planetas pequeños que grandes y muchas más estrellas pequeñas que grandes, hay muchas más galaxias pequeñas que grandes. Las dos Nubes de Magallanes son ejemplos de esas galaxias pequeñas a las que por lo general se denomina «galaxias enanas».

En 1938 se descubrió la primera galaxia enana del Grupo Local, que no era una de las Nubes de Magallanes, en la constelación del «Escultor». La Galaxia enana de Escultor se sitúa a unos 275 000 años luz y contiene sólo unos 10 millones de estrellas. Aunque se trata de una galaxia, es bastante oscura y se descubrió porque se sitúa muy cerca de la Tierra. (Ésa es la razón por la que no conocemos los planetas, estrellas y galaxias pequeños como debiéramos. Sólo podemos observar los que están cerca de nosotros. Los objetos que están lejos sólo se pueden observar si son enormes, así que la muestra que tenemos es muy poco representativa).

Desde 1938 se ha descubierto aproximadamente otra docena de galaxias enanas que pertenecen al Grupo Local. Cada una de ellas mide entre 3000 y 20 000 años luz de ancho y están formadas por un número de estrellas entre los 200 000 y los 20 000 millones. Incluso la mayor de estas galaxias enanas posee un tamaño equivalente a la décima parte de las verdaderas gigantes.

La nueva Galaxia enana, Sextante, se sitúa a unos 280 000 años luz y es, probablemente, una de las menores. La significación de las enanas sume a los astrónomos en su perplejidad sobre la formación de las galaxias. Puesto que la mayoría de las galaxias son enanas, es posible que en su estudio obtengamos más respuestas que en el estudio de las gigantes, mucho menos frecuentes.

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