Más sobre meteoros

Los meteoros son porciones de materia que llegan a toda velocidad procedentes del espacio exterior y se calientan en la atmósfera terrestre (cuando son visibles se les llama «estrellas fugaces»). Los meteoritos son meteoros que se han precipitado y los meteoroides son meteoros que permanecen en la atmósfera.

Los griegos sabían que las «estrellas fugaces» no eran verdaderas estrellas, puesto que las distinguían, y después de una «lluvia» de meteoros, el número de estrellas reales seguía siendo el mismo. En ocasiones, los pueblos de la antigüedad observaban la caída de un meteoro grande y localizaban después el meteorito. También hay meteoritos rocosos, pero es menos obvio que su origen sea extraterrestre.

Hace unos años, algunos meteoritos localizados en la Antártida llenaron los titulares de los periódicos, cuando los científicos decidieron que procedían de Marte. Se basaban en que estos meteoritos eran demasiado jóvenes para datar su origen en los comienzos del Sistema Solar, hace 4600 millones de años. También eran demasiado jóvenes para haber sido impulsados desde la superficie lunar, como podía haber sucedido con otros meteoritos. Los volcanes lunares han estado inactivos 3000 millones de años, mientras que la roca volcánica de los meteoritos «marcianos» se calcula que tenía unos 1300 millones de años. Puede que un asteroide enorme chocara contra Marte con tal fuerza que algunos trozos del planeta alcanzaran la velocidad de escape, abandonaran la gravedad de Marte y salieran al espacio. Finalmente, algunos debieron ser capturados por el campo gravitatorio terrestre. Desde que se ha iniciado el estudio de los ejemplares de la Antártida, se piensa que unos pocos meteoritos de otras partes de la Tierra también proceden de Marte.

Los análisis de los meteoritos «marcianos» mostraron que contenían gases semejantes a los de la atmósfera marciana, conocida gracias a los datos enviados por el módulo de aterrizaje Viking. En 1992, los científicos presentaron pruebas de que los meteoritos marcianos contenían también de un 0,04 a un 0,4% de agua. Los análisis isotópicos del oxígeno revelaron que el agua no procedía de la Tierra. Lo que es más importante, el agua no estaba en «equilibrio isotópico de oxígeno» con el meteorito huésped, lo que indicaba que Marte tenía dos depósitos diferentes de oxígeno isotópico.

El significado puede estribar en que, aunque Marte tuvo en otros tiempos agua en su superficie, el planeta es y era muy diferente de la Tierra. Nuestro planeta contiene placas tectónicas, con un intercambio constante entre el agua del océano y la materia que surge ininterrumpidamente del manto, a través de las crestas que hay en mitad del océano, todo lo cual es reciclado al océano a través de la corteza terrestre (el proceso tarda un millón de años o más, pero ¿qué supone esta cifra geológicamente?). Por el contrario, la roca y el agua de Marte evolucionaron por separado, y no mediante una interacción profunda como sucedió en la Tierra.

Se requiere un gran esfuerzo para que la naturaleza, o los seres humanos, transformen el grafito en diamantes. Por tanto fue impresionante encontrar diamantes minúsculos en los meteoritos (el primero, al menos hace un siglo). En los análisis recientes de los espectros de absorción de luz infrarroja procedentes de nubes densas de moléculas de nuestra Vía Láctea, los científicos han descubierto más diamantes minúsculos.

No se sabe si estos diamantes del espacio están ligados o no a las nubes o flotan libremente, pero el descubrimiento ha llevado a ciertos científicos a lanzar la teoría de que algunos diamantes meteóricos de la Tierra pueden haber constituido parte de la nube original que se fusionó para formar nuestro Sistema Solar. Algunos otros diamantes meteóricos pueden haberse formado por el impacto de las colisiones mientras todavía se mantenían en el espacio.

También en 1992, algunos científicos británicos y alemanes analizaron otro tipo de diamantes meteóricos. Dedujeron que los diamantes «Abee» mayores tenían «la composición isotópica de carbono, nitrógeno y xenón típica del Sistema Solar». Esto quiere decir que no se formaron en la nube galáctica que precedió al Sistema Solar, sino después. Además, parecen haberse formado a una presión relativamente baja, lo que excluye el impacto de colisión. Está claro que estos diamantes Abee se hacen objeto de estudios adicionales que podrían revelar más datos sobre la formación inicial del Sistema Solar.

Los astroquímicos Paul H. Benoit y D. W. G. Sears han investigado los orígenes de los meteoritos. Según los análisis, los meteoritos experimentan dos velocidades de enfriamiento, lo que puede significar que un grupo se formó en el cuerpo madre a mayor profundidad que el otro. Es posible que los meteoritos formados a poca profundidad se hayan desgajado y hayan sido lanzados entonces, llegando antes a la Tierra. La principal conclusión de su trabajo es que, a lo largo del tiempo, el tipo, tamaño y número de meteoros caídos a la Tierra han sido muy variables.

Otros objetos procedentes del espacio pueden parecer «estrellas fugaces». Es comprensible que caigan meteoros a la Tierra, pero otra cosa es que nos caigan encima restos de chatarra desde nuestro propio espacio. Sería mejor que el dinero que se gasta en armas de combate contra otros hombres se empleara en limpiar la basura de nuestro espacio.

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