Un error sobre la mariposa virrey

Dos biólogos de Florida, David B. Ritland y Lincoln P. Brower, han hecho descender la popularidad de un fenómeno biológico tan conocido como el mimetismo de Bates.

La teoría fue obra de Henry Walter Bates, el hijo de un fabricante de calcetería que no tuvo muchas oportunidades de recibir una educación antes de empezar a trabajar en el negocio de la familia. A pesar de que trabajaba trece horas al día, estudió en una escuela nocturna. La entomología, el estudio de los insectos, se convirtió en su afición favorita durante toda su vida.

En 1844, Bates se hizo amigo de Alfred Russel Wallace (quien, junto con Charles Darwin, desarrolló la teoría de la evolución por selección natural). Bates consiguió interesar a Wallace en la entomología, y éste le propuso hacer un viaje a las selvas tropicales en las que podrían recolectar especímenes y aprender sobre el origen de las especies.

Siguiendo esta idea, que resultaba audaz en 1848, los dos amigos desembarcaron en Brasil en la desembocadura del río Amazonas. Wallace volvió en 1852, pero Bates permaneció allí durante once años, la mayoría del tiempo en la parte alta del río, entonces prácticamente desconocida. Recogió más de catorce mil especies animales, la mayoría insectos, y más de ocho mil de ellas eran, hasta entonces, desconocidas para los europeos.

Poco después de su regreso, Darwin publicó El origen de las especies y Bates lo aceptó con gran entusiasmo. De hecho, Bates presentó gran cantidad de información sobre el mimetismo de los insectos, basada en su recopilación amazónica que apoyaba en gran medida las ideas darwinianas.

Es difícil suponer que una especie de insectos imite el aspecto de otra de forma deliberada. Sin embargo, es fácil comprobar que las imitaciones pueden surgir por variaciones al azar. Si la especie imitada es perjudicial o repugnante en algún aspecto, y los depredadores la evitan, la imitación resulta beneficiosa para el insecto mimético. El mimetista también es evitado y los que más se parecen al insecto perjudicial son los que más probabilidades tienen de no ser comidos. Resulta que, de generación en generación, los que mejor imitan al insecto perjudicial mejor sobreviven.

Esto se ajusta exactamente a las ideas darwinianas y se conoce como mimetismo de Bates.

El mejor ejemplo que creíamos tener de este mimetismo era el caso de la mariposa monarca y la mariposa virrey. La mariposa monarca, en su forma larvaria, se alimenta de algodoncillo, lo que inculca a sus tejidos un gusto horrible que ningún pájaro probará dos veces. Un pájaro joven que nunca ha visto una monarca puede comérsela, pensando que se trata de un delicioso bocado a su alcance, pero un mordisco basta. El pájaro huye volando, evidentemente enfermo, y nunca más volverá a tocar una mariposa monarca (La monarca muestra un dibujo en sus alas llamativo y visible, fácil de reconocer).

Había escrito yo un artículo sobre la monarca en 1990 en el que decía:

En realidad, hay otra mariposa, llamada «mariposa virrey», poco menor que la monarca, pero de colorido muy similar, gracias a las fuerzas ciegas de la evolución que dictan que aquellas que más se parecen a la monarca son las que más probabilidades tienen de vivir suficiente como para reproducirse. La virrey es comestible, pero cualquier pájaro que haya probado una monarca tampoco se acercará a una virrey. Es inútil arriesgarse.

Me había equivocado. Pero no me siento compungido, ya que, parece ser, todo el mundo científico lo estaba también. Todos estaban tan convencidos de que la mariposa virrey era un caso de mimetismo de Bates que nadie se preocupó de comprobarlo. Sin embargo, los dos biólogos de Florida lo hicieron con tres tipos de mariposas, la monarca, la reina y la virrey, y les arrancaron las alas para que los pájaros no las pudieran identificar por su apariencia y las evitaran. Los torsos rechonchos y desnudos sirvieron de alimento a confiados mirlos de alas rojas, que se lanzaron sobre ellos con ansiedad y pasaron después a un período de fuerte rechazo.

Resultó que las mariposas monarca, reina y virrey eran todas repugnantes. Todas tenían un sabor asqueroso. Por tanto, no se trataba de un caso de mimetismo de Bates y los biólogos empezaron de inmediato a pensar que dicho mimetismo no se producía tan a menudo como habían pensado.

En este caso, sin embargo, ¿por qué una mariposa imitaba tanto a otra, si no estaban intentando esconderse bajo la protección del mal gusto? En la actualidad se piensa que cuando tres mariposas repugnantes se imitan unas a otras, se benefician las tres. Los pájaros reconocen el modelo de las alas y se mantienen alejadas de las tres. Esto quiere decir que un pájaro joven que ataca a una de ellas, a partir de ese momento se mantendrá alejado de las tres.

Después de todo podía pillar la primera vez una virrey y, si le gustaba, perseguiría una monarca cuando la viese. Sería rentable para las tres saber mal.

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