Tritón, el último satélite

En el Sistema Solar hay siete grandes satélites, que sepamos, y ahora los astrónomos han podido observarlos de cerca. Nuestra Luna ha sido estudiada con el telescopio durante cerca de cuatro siglos. Durante la última década, más o menos, las sondas espaciales han estudiado de cerca los cuatro grandes satélites de Júpiter -Calixto, Ganímedes, Europa e Io- y también el satélite mayor de Saturno, Titán.

Sin embargo, hasta 1989, el satélite de Neptuno, Tritón, el último (y más alejado) de los siete, seguía viéndose como un punto de luz a través del telescopio. El grandioso Voyager II pasó a 40 000 kilómetros de Tritón y pudo fotografiarlo de cerca.

Se sospechaba que Tritón se parecía en su aspecto al satélite de Saturno, Titán, pero resultó un error. La gran diferencia era que Titán tenía una atmósfera densa de metano y nitrógeno. La luz del Sol distante actúa sobre el metano y forma moléculas de hidrocarburos mayores que se extienden por toda la atmósfera formando una niebla de gotas líquidas. Las cámaras del Voyager II no pudieron atravesar la niebla y la superficie sólida de Titán nunca ha sido vista.

Por otra parte, Tritón está tres veces más lejos del Sol que Titán y, por tanto, es bastante más frío. Es, en realidad, el cuerpo más frío que han estudiado hasta ahora los astrónomos. La atmósfera de Tritón también es de metano y nitrógeno, pero la mayor parte está congelada y sólo queda una atmósfera ligera de vapores a través de los cuales pueda observarse su superficie con facilidad. Y resulta que la superficie está pulida por una capa de metano y nitrógeno congelados, sobre todo en el hemisferio sur.

El brillo es fundamental. Hasta ahora, la única manera de calcular el diámetro de Tritón era medir la cantidad de luz que reflejaba. Se suponía que la intensidad de la reflexión era equivalente a la de los otros satélites grandes. A partir de estos datos, los astrónomos podían calcular el tamaño que tendría que tener Tritón para reflejar la luz suficiente para aparecer tan brillante cuando se ve desde la Tierra. Los cálculos más aproximados suponían que su diámetro era de unos 33 800 kilómetros, lo que lo convertía en ligeramente superior a nuestra Luna.

Sin embargo, con una superficie lisa cubierta de gases helados y brillantes, Tritón refleja la luz con mucha más intensidad de lo que se creía. En estas condiciones, debería de ser menor para reflejar la cantidad de luz que vemos, y lo es. Resulta que Tritón sólo tiene 2735 kilómetros de diámetro, convirtiéndose en el menor de los siete satélites.

A pesar de todo, sigue siendo el más coloreado. Su superficie tiene regiones de color rosa en las que el Sol ha convertido al metano en moléculas más complejas. Es también azulado, donde minúsculos cristales reflejan la luz solar con el mismo efecto de dispersión que ofrece a nuestro cielo su maravilloso color azul.

Sin embargo, lo más interesante de Tritón son las singulares variaciones en la estructura de su superficie. Hay cadenas montañosas, grietas y todo tipo de formas irregulares, pero muy pocos de los cráteres que caracterizan la mayoría de los demás cuerpos pequeños del Sistema Solar.

Debieron de formarse cráteres en los primeros mil millones de años de su vida, cuando fue bombardeado por distintos cuerpos de tamaño considerable que se aglomeraban para formar los planetas y satélites actuales. Después de esto, sin embargo, Tritón debió de fundirse y volvió a congelarse lentamente.

¿Qué causó su fusión? No lo sabemos. Es posible que colisionara con otro de los satélites de Neptuno. O que el choque fundiera ambos cuerpos y los combinara. Puede ser la razón por la que Tritón gira alrededor de Neptuno en el sentido equivocado. Todos los demás grandes satélites giran alrededor del planeta en el mismo sentido que el planeta rota sobre su eje, pero Tritón lo hace en el sentido opuesto a la rotación de Neptuno.

Si a Tritón no le hubiese ocurrido nada después de congelarse, su superficie sería lisa por completo, pero hay varias irregularidades. Esto lo diferencia de Europa, el satélite de Júpiter, que es completamente liso porque está totalmente cubierto por un glaciar helado que se vuelve a congelar siempre que es golpeado, fundido y fracturado por un meteorito, de manera que siempre aparece liso. Tritón se parece más a otro satélite de Júpiter, Io, que es volcánico. La roca fundida que vierten los volcanes de Io llena los cráteres y conserva la superficie lisa, excepto donde los volcanes permanecen activos.

Parece que Tritón también es volcánico, pero en su caso no se puede hablar de rocas en sus capas externas ni de una fuente de calor lo bastante potente para fundirlas. En vez de eso, la temperatura de Tritón, aunque extremadamente baja, sigue siendo lo bastante caliente (sobre todo en lugares en los que el calor llega a la superficie del interior del satélite, que es más caliente) como para fundir y volatilizar el nitrógeno.

El nitrógeno se vaporiza hacia el exterior y funde parte del agua helada que le rodea. El hielo se vuelve a congelar enseguida, formando crestas y montículos. Estas crestas pueden alcanzar hasta algunos cientos de metros de altura y, en algunos casos, se extienden por la superficie a lo largo de cientos de kilómetros. La variedad de la superficie de Tritón puede ser el resultado de los «volcanes de hielo», los únicos de este tipo que conocemos en el Sistema Solar.

Fronteras II
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